Massa privatiza la operación del gasoducto Néstor Kirchner

Escribe Lucas Benedetto

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A pocas horas de haber finalizado el último cordón de soldadura de los caños que forman parte del gasoducto Néstor Kirchner, el gobierno ya anunció por intermedio de Agustín Gerez, presidente de la unidad ejecutora del gasoducto, que el Gobierno nunca tenía en sus planes operarlos por intermedio de ENARSA. La obra se pondrá en marcha el próximo 20 de junio. Gerez comunicó a los medios que “Ni siquiera estuvo en evaluación porque la empresa no tiene la capacidad técnica para realizarlo, por lo que siempre estuvo en la planificación que iba a ser operado por transportistas". Se ve que los ingenieros y otros especialistas de ENARSA no están a la altura de operar un caño de gas, ni las estaciones que lo vinculan a las redes de uso industrial o domésticas.

Lo que no dice Geréz es que de fondo existe un enorme negociado entre el gobierno y las actuales operadoras a las que les pueden asignar la operación del gasoducto Néstor Kirchner para las próximas décadas. Las beneficiarias de este jugoso negocio podrían ser Transportadora de Gas del Norte, que es controlada por una empresa que tiene como accionistas principales a las petroleras Tecpetrol, del Grupo Techint, de Paolo Rocca, y Compañía General de Combustibles (CGC), de la Corporación América, de Eduardo Eurnekián. La otra es Transportadora de Gas del Sur (TGS), la compañía controlada por CIESA, una sociedad entre Pampa Energía, de Marcelo Mindlin, y el Grupo Inversor Petroquímica, de la familia Sielecki.

Lo que en principio el gobierno anunciaba con bombos y platillos respecto del ahorro en la importación de gas, 2.400 millones de dólares para el 2023 y el doble para el 2024, la operación y mantenimiento a manos de los pulpos energéticos podría reducir drásticamente esos valores en función de garantizar un negocio con rentabilidad en dólares.

La confección de la licitación del gasoducto produjo la salida del Kulfas, por acusaciones de haber hecho a medida de la UTE Techint-SACDE la licitación de la compra de caños y la ejecución del propio gasoducto, perjudicando según especialistas a las empresas chinas que ni siquiera se presentaron a competir.

Estamos ante un enorme negociado. Esta vez, a diferencia de la Hidrovía, donde nacionales y populares vociferaron para la tribuna la necesidad de una pseudonacionalización, la operación y mantenimiento del gasoducto va a estar dirigida por alguna de las dos operadoras que ya hacen sus negocios en Argentina.

Esta situación es de vital interés para los trabajadores de Siat Tenaris, que todavía no cobraron el bono prometido por fin de producción y ya empezó a correr el rumor dentro de la planta de Valentín Alsina por posibles despidos. La finalización en “tiempo y forma” que se adjudica Paolo Rocca sobre la construcción del gasoducto tuvo como base una superexplotación de los trabajadores, con jornadas de 12 horas y con sistemas rotativos donde, en muchos casos, la patronal impuso hasta 21 jornadas de trabajo seguidas en un mes.

El pase a planta permanente en primera instancia y luego la incorporación de todos los trabajadores metalúrgicos a ENARSA, para la operación y mantenimiento del gasoducto NK y todos los gasoductos, es un planteo que permitiría abrir un debate sobre la necesidad de un plan energético nacional en función de sus propios intereses.

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