Tucumán: la lucha de los trabajadores de la salud, en una encrucijada

Escribe Daniel Blanco

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Ya son varios meses de lucha que los trabajadores de la salud vienen llevando adelante por el salario y las condiciones laborales.

La mayor parte de este proceso se desenvolvió bajo la forma de paros con concurrencia. El SITAS (sindicato alineado con el FESPROSA) fue el único que decidió no firmar el acuerdo paritario, como sí lo hicieron ATSA y otros sindicatos menores de la salud. El acuerdo en cuotas se ajustó a los techos paritarios de un aumento anual que no superara el 60 %. El SITAS, sin embargo, no firmó, pero defendió una política dialoguista, señalando que las acciones de fuerza enturbiaban precisamente el diálogo con las autoridades. Las bases de distintos hospitales y centros de atención primarias (CAPS) no entendieron eso y no depositaron ninguna expectativa en un dialogo formal, cuando todos los sindicatos de la salud ya habían acordado. Para colmo, la conducción del SITAS sostenía que el aumento debía cubrir la canasta básica de pobreza, rechazando el planteo que distintas asambleas habían votado de que se debía reclamar un salario que cubriera el costo de la canasta familiar, en ese entonces ubicada en 250.000 pesos.

La estrategia dialoguista fracasó rotundamente, lo que obligó a la conducción a reacomodarse ante una base que iba radicalizándose y coordinando acciones por abajo (abrazos a los hospitales, asambleas en la calle, cortes de avenidas, etcétera).

Con este escenario, la conducción se orientó a poner bajo control y a encuadrar las acciones que se realizaban en distintos hospitales con medidas de conjunto, pero aisladas. En los plenarios se puso en debate el planteo de varias asambleas hospitalarias de que en una asamblea interhospitalaria se elija un comité de huelga, algo que la conducción rechazó porque era un cuestionamiento a su rol. Una huelga general es una medida extraordinaria que requiere una organización y dirección extraordinaria. En este marco, la conducción impulsó un plan de paros crecientes sin concurrencia, con la idea de que esa presión iba a obligar al gobierno a abrir el diálogo. Se cumplieron paros de 24, 48, 72 y 96 horas con acciones coordinadas con otros sindicatos y movimientos, como ocurrió a principios de mayo, donde hubo un paro total de la docencia provincial, la salud, la docencia privada e intervención de la docencia universitaria, que se tradujo en una gran concentración y acto unitario que reunió a varios miles de manifestantes.

Con ese curso de acción y con una instancia de revisión salarial acordados con los sindicatos que habían firmado la paritaria de la salud, el gobierno solo ofreció adelantar la cuota del 8 % de julio a junio y que iba a considerar la entrega de un bono -que posteriormente se materializó- de 20.000 pesos por única vez.

El secretario del SITAS, que no participó de la reunión de revisión, fue convocado para informarle que el gobierno eso era lo único que tenía para ofrecer.

La alternativa que se presentaba era clara: profundizar la lucha transformando la huelga general con concurrencia en una huelga general sin concurrencia y poner en pie una coordinadora sindical combativa que se había manifestado en la jornada del 3 de mayo. Las acciones aisladas, desgastantes, a la espera de algún cambio en la política del gobierno, conducen a un callejón sin salida.

Se resolvió formar una comisión para redactar un documento que fijara una orientación. En esa comisión se integraron compañeros delegados del bloque combativo, que fueron los que presentaron un documento dando cuenta del escenario de la bancarrota nacional, de la política fondomenatarista del gobierno nacional y provincial, del proceso imparable de la inflación, de la necesidad de profundizar las acciones de lucha y poner en pie la coordinadora sindical combativa. Ese documento causó un revuelo: la directiva del STIA lo guardó sin ponerlo en conocimiento y debate, por lo que delegados combativos sí lo hicieron en asambleas de sus hospitales, siendo aprobado por los compañeros presentes.

En contraposición, la conducción se opuso a la convocatoria de una interhospitalaria para discutir los pasos a seguir. Se limitó a convocar a un plenario de delegados, convocatorias repentinas, sin mandatos. Allí la conducción impuso que se volviera a los paros con concurrencia. Es el camino de liquidación de este proceso de lucha.

En contraposición, desde los hospitales, por medio de asambleas y medidas autoconvocadas y coordinadas, se decidió abrir otra vía de recuperación del proceso de lucha, cuestión que apunta a modificar la correlación de fuerzas en el sindicato para ir a una lucha de conjunto, decidida, a fondo, la huelga general, y la coordinación con todos los sectores en lucha en la provincia, por el salario y las condiciones de trabajo.

(En base a informe de Raúl Barrionuevo).

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