Tiempo de lectura: 2 minutos
Con el fin de su gira por Alemania, el popular artista Roger Waters continuará presentando su espectáculo “This Is Not A Drill” (“Esto no es un ejercicio”) por el Reino Unido. Al igual que en el país teutón, las críticas hacia el ex líder y cofundador de Pink Floyd se han multiplicado por todos los medios por parte de los políticos y grupos proisraelíes.
Esta vez, quienes iniciaron la cacería de brujas fueron los laboristas. En boca de su parlamentario por el distrito de gran Manchester, Christian Wakeford, Waters “ha utilizado el nombre de Ana Frank para avivar la división, actuó vestido de soldado de las SS y utilizó la estrella de David en un cerdo gigante para insinuar que los judíos dirigen el mundo”. Una mezcla de agravio y sinsentido.
Waters se ha declarado como “un opositor a toda forma de racismo y opresión”. Y en esa línea se ha movido siempre, tanto políticamente como con su arte. El último álbum de Pink Floyd del cual participó antes de su salida de la banda fue The final cut, publicado en 1983, dedicado a la guerra de Malvinas.
Roger Waters es un activo militante del movimiento “Boicot, Desinversiones y Sanciones” (BDS), que denuncia la política de apartheid del Estado de Israel contra la población palestina y árabe y convoca al boicot económico contra el Estado de Israel.
Tanto los Estados de Reino Unido como Alemania, en cambio, son miembros de la “International Holocaust Remembrance Alliance” (IHRA), que define al antisemitismo como “una cierta percepción de los judíos que puede expresarse como el odio a los judíos. Las manifestaciones físicas y retóricas del antisemitismo se dirigen a las personas judías o no judías y/o a sus bienes, a las instituciones de las comunidades judías y a sus lugares de culto”. Esta definición pretende suprimir cualquier crítica al gobierno israelí, repleto de racistas y de fascistoides, en nombre de “la lucha contra el antisemitismo”.
A esta definición jurídica de antisemitismo adhirieron numerosas Legislaturas de Argentina, como es el caso de Córdoba y la ciudad de Buenos Aires. En el último caso, con el voto favorable de Gabriel Solano, del Partido Obrero oficial, Miryam Bregman y Alejandrina Barry, del PTS.
Por otro lado, Waters es uno de los pocos opositores a la guerra imperialista en Ucrania –otros rockeros de su generación, opositores a la barbarie imperialista en Vietnam en los años 60, hoy son entusiastas adherentes a la OTAN. Esto también ha sido motivo de escarnio contra Waters en Reino Unido y Alemania. Se lo ha acusado de ser propagandista de Putin, a pesar de que Waters también ha denunciado sistemáticamente al régimen de Putin y su “operación militar especial” en Ucrania.
En definitiva, los ataques al ex bajista y cantante de Pink Floyd tienen como finalidad intimidar a quienes se atrevan a alzar la voz contra los intereses del imperialismo europeo y yanqui, que preparan el campo para las masacres que se avecinan.