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El FIT-U ha convocado a una marcha, acompañado de otras organizaciones, que tiene como consigna "Abajo el ajuste y la ofensiva de Milei y la derecha". El aparato del PO había anticipado esta posición en varios artículos de su prensa. Lo esencial de este planteo es la distinción de Sergio Massa entre su condición de ministro ‘ajustador’ y su condición de candidato. El candidato Massa no es ultraderechista, como se imputa a Milei, ni simplemente derechista, como ocurre con Patricia Bullrich. Es “el mal menor”. No estaría en la trilogía de candidatos del FMI.
La lucha contra el ajuste, como plantea la convocatoria, es un pretexto para la segunda parte del llamado. Está vaciada de contenido, porque no corresponde a un plan de acción que impulse una huelga general, ni el desarrollo de coordinadoras y comités de base. Los campeones de la lucha contra el ajuste no impulsan la continuidad, una vez más, de la gran huelga de los docentes bonaerenses, que fue convocada contra la dirección de Alesso-Baradel. El tema del ajuste es enarbolado para cubrirse de una indulgencia con Massa, en su calidad de ministro, para separarlo de la llamada derecha y darle un salvoconducto como candidato. Un propósito subalterno de este manejo político retorcido debe ser, con certeza, el aliento a un corte de boleta para el FIT-U. La propuesta del PTS de incluir a Massa en la banda de candidatos con matices diferentes de derechismo fue rechazada en la reunión preparatoria de la manifestación.
La denuncia contra la derecha y Milei es la línea oficial de propaganda del kirchnerismo. Luis Barrionuevo, un promotor de Wado de Pedro, se ha convertido, sin embargo, en animador de Milei, y Gerardo Martínez no esconde su interés para que Milei adopte la cartera de despidos que rige en la Construcción, como parte de la reforma laboral. Los tres candidatos del FMI son diferentes entre sí, pero los lazos en común son mayores. Son, de pronto, candidatos de la gran burguesía y, lo que es más notorio, apoyaron al gobierno de Macri hasta la puerta del cementerio. De acuerdo a las informaciones de mayor circulación, el peronismo promueve la candidatura de Milei para sacarle votos a Bullrich y llegar a un balotaje entre el pseudo libertario y Massa.
Otro encubrimiento falaz de los convocantes a la marcha es atribuir la irrupción de Milei al kirchnerismo. Es una sanata que va más allá del propio FIT-U. Sería la segunda vez que los K se resbalan por el mismo tobogán, porque algo similar les pasó en 2015, cuando ganó Macri. Pero como en el cuento del escorpión, el kirchnerismo ha gobernado de acuerdo a los intereses de clase de la burguesía – no podría haber tomado, esencialmente, otra dirección. Una responsabilidad real, no falaz, es la del FIT-U, que se autoproclamó antes de tiempo “tercera fuerza”, para encubrir su adaptación al carrerismo parlamentario. Cuando Milei era todavía nada más que un invitado de Animales Sueltos, el PO ganaba las elecciones en la capital de Salta y conquistaba un diputado nacional por esa provincia, y el FIT saltaba al 14% de los votos en Mendoza y a dos dígitos en otras provincias. De la ‘pole position’ pasó a la descalificación. En el camino atravesó varias crisis políticas, incluidas las recientes PASO del terror, y la incorporación ‘derechista’ del MST. Ahora se coloca a la cola de Massa, mientras, al mismo tiempo, cada grupo del FIT-U hace campaña por el candidato de su palo que haya logrado superar el piso de las PASO. El ascenso electoral de Milei es la contrapartida del agotamiento político del FIT-U como canal del activismo y de los luchadores y como corriente política socialista.
Las patronales y sus diarios, no el FIT-U, advierten que las elecciones profundizarán lo que llaman una crisis de gobernabilidad. Las desavenencias sobre la dolarización responden al temor de desatar la hiperinflación y una crisis revolucionaria. La marcha mentirosa contra el ajuste le da cartel a Bullrich y a Milei para esconder bajo la alfombra al peronismo, al kirchnerismo y a Massa-candidato. El fascismo no es, históricamente, una fuerza electoral y parlamentaria, sino una fuerza con anclaje en la población arruinada por la crisis capitalista, que se moviliza para destruir la organización de la clase obrera. No se lo combate disimulando a Massa sino al revés, exponiendo toda la política de sujeción de los trabajadores al Estado, que ha sido el rol del peronismo y del kirchnerismo.
Es necesario desarrollar el hilo histórico ininterrumpido del Partido Obrero, fundado en los sesenta del siglo pasado con el nombre de Política Obrera, y construir un partido realmente revolucionario.