La lucha por las licencias en salud

Escribe Por Maxi S. Cortés

Tiempo de lectura: 2 minutos

Desde que se inició la cuarentena y declarado al trabajo de la salud como tarea esencial, los trabajadores de clínicas y hospitales están luchando para hacer cumplir las licencias por responsabilidad familiar en el caso de padres únicos, pareja de trabajadores esenciales o cuidado de cónyuges o familiar enfermo entre otras.

¿Quién cuida a los que cuidan?

Las autoridades del sistema público y las patronales niegan las licencias con la excusa de la esencialidad, a pesar de que las resoluciones establecen las licencias reclamadas. Esta situación se agrava con la falta de recursos de bioseguridad tanto en el Estado como en el ámbito privados.

El enfermero Silvio Cufré, de 47 años, que trabajaba en el sanatorio privado Brandsen de San Vicente y fue el cuarto trabajador de la salud muerto por el Covid en nuestro país, era hipertenso y obeso, parte del grupo de riesgo. Sin embargo, las autoridades del sanatorio no le autorizaron su licencia. Son, por esto, responsables de su fallecimiento.

El silencio cómplice o directamente la ausencia total de las representaciones gremiales obliga a los trabajadores a buscar arreglos personales con las líneas de jefaturas.

En el caso de los residentes, la situación se agrava. Sus licencias se rigen por las normativas municipales, a diferencia de los profesionales de planta que cuentan con normativas más desarrolladas. Son trabajadores de la salud expuestos a la presión de ir a trabajar para no perder la residencia o, en el caso de los últimos años, que se abrazan a la posibilidad de pasar a planta una vez finalizada la misma. En el caso de los concurrentes, sus derechos dependen de ordenanzas de relación negativa a la legislación municipal, además de no percibir salario. Recordemos la lucha de residentes y concurrentes este verano contra la reforma del gobierno de Rodríguez Larreta que desconocía su convenio. Esa lucha ha puesto en cuestión esta situación: como se ve, la precariedad laboral puede significar un riesgo de vida.

¿Qué deben hacer los trabajadores que superan los 60 años y son obligados a ir a trabajar? ¿Defender su vida a riesgo de ser despedidos o cesanteados? ¿Cuál es la solución para una pareja de trabajadores en ramas esenciales con hijos en edad escolar? ¿Cuál es la respuesta para miles de trabajadoras de la salud que está solas con sus hijos? ¿Qué ocurre con esos hijos si esa madre se contagia o muere?

Pongamos un freno a esta violencia patronal e institucional. Las autoridades y patronales pueden violar las licencias por la entregada de las direcciones sindicales. Frente al silencio de los gremios, avanzan sobre el conjunto de los derechos.

Pongamos en pie comités de crisis y seguridad para asegurar los EPP necesarios para no ser contagiados, los testeos masivos de prevención y el goce de licencias acorde a derecho. Los trabajadores tenemos que redactar los protocolos e imponer una jornada laboral de 6 horas, con la creación del cuarto turno. El personal que ingrese para cubrirlo debe contar con plenos derechos, incluyendo a concurrentes.

Poner en pie un movimiento de lucha de la salud por estas reivindicaciones es la herramienta que garantizara la defensa de las licencias.

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