- “¿Por qué le estrechaste la mano al combatiente de Hamás?” - “Porque nos trataron muy bien”

Escribe Olga Cristóbal

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La respuesta de Yocheved Lifshitz (85) fue más poderosa que una docena de misiles y horadó el núcleo de la propaganda sionista, que presenta a Hamas como una secta de fanáticos degolladores de bebés. La anciana liberada ayer había sido capturada en el kibutz Nir Oz junto con su marido y otros vecinos.

El video de su liberación, el lunes, transmitía una serenidad extraña. Yocheved camina lentamente de la mano de dos milicianos encapuchados que la ayudan como si fuera su abuelita. En el momento en que la recibe Naciones Unidas, la mujer se da vuelta para despedirse de sus captores, les da la mano y les sonríe -shalom (paz), les dijo-.

No fue todo: en una conferencia de prensa realizada el mismo día desde el hospital, Lifschitz, sentada en una silla de ruedas, el rostro pálido y severo, siguió: dijo que Hamas la trató a ella y a los otros rehenes "gentil y delicadamente" y que tenían previsto cómo cuidarlos, que tuvieron atención médica y que les proveyeron los mismos medicamentos que tomaban en Israel.

“Estaban preparados para atender todas las necesidades, hasta champú y acondicionador. Nos dieron pan de pita, queso duro, queso crema bajo en grasa y pepino y esa fue nuestra comida para todo el día", añadió. Estaban "realmente preparados" para secuestrar a ciudadanos israelíes y mantenerlos cautivos.

Lifschitz explicó que cuando la sacaron del kibutz, la golpearon con un palo y la llevaron en una moto por sembradíos. Después tuvo que caminar varios kilómetros escoltada por dos militantes hasta que llegaron a una red de túneles “que parecían una telaraña”. Allí, cada rehén tenía un guardia que lo vigilaba. Lifschitz añadió: “Cuando llegamos nos dijeron que eran creyentes del Corán, que no nos harían daño y que viviríamos en las mismas condiciones que ellos en los túneles”.

Lifschitz dijo: “He pasado por un infierno, no pensábamos ni sabíamos que llegaríamos a esta situación” pero responsabilizó al gobierno y al Ejército israelí de lo ocurrido el 7 de octubre. Yocheved Lifschitz no eludió las críticas hacia el Gobierno israelí mientras relataba detalles de su cautiverio: “Ellos volaron la valla electrificada, esa valla especial cuya construcción costó 2.500 millones de dólares, pero que no ayudó en nada”. Ni el Gobierno israelí ni el ejército ni los servicios de inteligencia se tomaron en serio las señales que llegaban por parte de Hamás desde hacía tres semanas. “Fuimos los chivos expiatorios del Gobierno, que nos abandonó tres semanas antes. Hamás vino en masa a las carreteras, prendieron fuego a nuestros campos, enviaron globos que provocaban incendios en nuestros campos”. Y reclamó que se negocie rápidamente el regreso de los rehenes.

En Israel, entendieron las declaraciones de Lifshitz “como un elogio a Hamas” y han procedido a recortar las partes más irritantes del video. La emisora pública Kan informó que los expertos en relaciones públicas israelíes califican de “error” haber puesto a Lifshitz delante de las cámaras porque “ahora los medios internacionales informan sobre la amabilidad de Hamás al atender las necesidades de los rehenes”.

En Israel Hayom, el columnista Eddie Rothstein califica la entrevista como una “victoria propagandística para Hamás”. “Qué mujer tan valiente e ilustrada, de esas que pensábamos que ya no había en Israel, y qué torpe manejo del evento”, escribe. "La verdad es que no es necesario ser un experto en relaciones públicas para saber que no se puede tener una conferencia de prensa como ésta en vivo por televisión".

La reportera de Canal 12 directamente cuestiona la cordura de Lifshitz: "Cualquier persona en su sano juicio debería entender que la atención médica que le brindaron tenía como objetivo mantener vivas sus monedas de negociación y no por la bondad de su corazón".

Sin embargo, la familia ha respaldado a la mujer. Sharone, la hija, habló sobre el trato humano que su madre dice que recibió durante su cautiverio luego del violento secuestro: "Mi madre dice que ellos [Hamas] fueron muy amables con ellos, que mantenía el lugar muy limpio, que fueron delicados y cariñosos con ellos, y se ocuparon de todas sus necesidades".

Su nieto, Daniel Lifschitz, dijo que tanto Yocheved como su abuelo Oden -él sigue prisionero en Gaza- han sido activistas por la paz durante toda la vida. “Durante más de una década, llevaron a palestinos enfermos de la Franja de Gaza, no de Cisjordania, sino de la Franja de Gaza, todas las semanas desde la frontera de Erez a los hospitales de Israel para que recibieran tratamiento para sus enfermedades, para el cáncer, para cualquier cosa”, explicó. "Esto no habrá terminado hasta que todos los rehenes estén en casa", dijo.

Yocheved Lifshitz no es una viejita confundida por la violencia del secuestro: forma parte de la mejor tradición humanista y libertaria del pueblo judío.

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