Tiempo de lectura: 14 minutos
En un texto anterior hicimos la crítica a una declaración de la Fracción Trostkista Cuarta Internacional, la corriente orientada por el PTS, que condena la rebelión protagonizada por decenas de miles de milicianos palestinos del pasado 7 de octubre. El propósito del asalto de la guerrilla de Hamas, que reúne a 40.000 combatientes, fue canjear los rehenes que obtuviera de la operación por los 6.000 torturados y detenidos en las cárceles del sionismo. Por el carácter de la organización, por los métodos militares utilizados y por los propósitos expuestos, el asalto del 7 de octubre pasado no fue una acción terrorista, sino una acción de guerra. La toma de rehenes es una práctica habitual de los Estados imperialistas para canjearlos por sus agentes de espionaje detenidos por otros países. Esa rebelión asestó un golpe demoledor al Muro de la Ignominia y a la omnipotencia de los servicios de seguridad del sionismo. El alcance estratégico de la acción es tema de discusión creciente en la prensa internacional y entre los especialistas políticos y militares de los países que se han involucrado en la crisis.
Bajo la cobertura de las condenas de rigor a los bombardeos sionistas, la FT-CI, sin embargo, ha condenado sin más trámites los “métodos” de Hamas, en referencia a la muerte de “militares y civiles por igual”. Esta es la posición de fondo de la FT-CI sobre la guerra de Gaza, a la que ha colocado bajo el manto de los derechos humanos. Adopta, sin sombra de crítica, la versión del ataque ofrecida por el imperialismo, pocos días después de los acontecimientos. La ‘urgencia’ de este procedimiento fue dictada, probablemente, por la necesidad de sacar a Myriam Bregman de la acusación de antisemitismo y apoyo al terrorismo en plena campaña electoral. Si “París vale una misa”, una candidatura vale la adhesión a la campaña de desinformación del imperialismo. No hace mucho, como legisladora porteña, Bregman, junto a Gabriel Solano, votaron a favor del protocolo sobre antisemitismo que redactaron Netanyahu y Trump, el cual contó con el apoyo del gobierno ‘nacional y popular’ de Argentina. Luego, ambos presentaron su “autocrítica” ante los representantes locales de la Autoridad Palestina, los gendarmes del Estado sionista en Cisjordania.
Esta propagación apresurada de lo que habría debido ser tomado, al menos en principio, como ´fake news´, ha quedado desenmascarada en los últimos días por evidencias de que al menos una parte importante de los muertos civiles en la operación Al Aqsa fue la consecuencia de tiroteos con las guardias armadas de los ‘kibutzim’ de frontera de Israel, tanto como por la intervención posterior de las fuerzas armadas sionistas. Este nuevo desarrollo informativo -de origen tanto palestino como israelí- sacó a la luz una directiva escasamente conocida de las fuerzas militares del sionismo, que ordena disparar sobre los grupos que secuestran civiles o militares israelíes con el propósito de convertirlos en rehenes, sin ahorrar la vida de los atrapados. El diario Haaretz reabrió el asunto de la Directiva Hannibal, así denominada por el general cartaginés que prefirió el suicidio a la captura por sus enemigos. Haaretz reveló que esta norma no tiene estatus legal; se trataría, por lo tanto, de una operación paraestatal del comando militar. La Directiva Hannibal tiene como antecedente a la que propiciaría Adolf Hitler a partir de 1941, para impedir que las tropas alemanas se batieran en retirada ante el avance del Ejército Rojo en el norte de Europa, el Mar Báltico. Fue, sin embargo, desconocida por los mandos en el terreno, que organizaron una evacuación gigantesca de tropas, que deja pálida a la operación de Dunkerke, en 1940, realizada por el gobierno de Gran Bretaña. Los ‘trotskistas’ de FT-CI han faltado al deber elemental de cualquier periodista: chequear la información y separar la mentira de la verdad. Lo ocurrido con las víctimas civiles fatales en el sur de Israel debe ser objeto, por lo menos, de una investigación independiente. Netanhayu y su alto mando prefieren civiles muertos antes de cargar con el peso de civiles rehenes, un recurso defensivo de las milicias palestinas para enfrentar los crímenes del sionismo.
El texto de la FT-CI elude el punto central de toda la crisis: la opresión nacional del pueblo palestino. La sustituye por el tema de los derechos civiles: no a la discriminación, no al apartheid, no a la violencia contra la población palestina, no a los bombardeos contra un territorio abierto, sin defensa antiaérea o antimisiles. Se trata de un pacifismo en perjuicio del pueblo oprimido; este tiene el derecho a la rebelión, pero sin víctimas civiles entre los opresores, incluso si están armados, como las guardias de los kibutzim, cooperativas surgidas de la erradicación violenta de la población palestina, en especial en el desierto del Neguev, sur de Israel, que la resolución de partición de Palestina, en 1947, había otorgado a los palestinos. Desde hace largo tiempo ya, otros ‘civiles’, los colonos sionistas, organizan pogroms contra los habitantes palestinos en Cisjordania, para quedarse con sus tierras. Toda muerte de civiles inocentes, en semejantes, condiciones, es responsabilidad del opresor, incluso si fue ejecutada por el oprimido. Es lo que hicieron los negros esclavos del sur de Estados Unidos con los esclavistas blancos, si no, pregúntenle a Quentin Tarantino, el genial director de cine norteamericano (ver Django sin Cadenas, 2012).
La corriente del PTS, en cambio, se suma a la “prudente” equidistancia de la opinión pública democratizante y pequeñoburguesa del planeta, que es también la de la enorme mayoría de la izquierda mundial: ni los “excesos” del Estado sionista, ni los que acarrea la rebelión palestina. Se asiste a una pedantería deplorable: la rebelión popular debe seguir la cartilla de una secta alojada en Argentina. Para desarrollar, en esta guerra, una política socialista e internacionalista, es necesario estar en el terreno, participar en la rebelión popular y apoyarla internacionalmente. Es sólo en estas condiciones que se puede disputar la dirección política a corrientes nacionalistas, laicas o teocráticas. La FT-CI vuelve a dirigirse al electorado pequeñoburgués de Argentina, como cuando aquel voto por Trump-Netanyahu, no a las masas que sufren la destitución nacional y que combaten o necesitan combatir contra los opresores. Trotsky convocó a los cuartainternacionalistas a ser los mejores soldados norteamericanos en la guerra contra Hitler y Mussolini, así como los mejores en el ejército republicano contra Franco, para convertir a la guerra imperialista en una guerra contra el imperialismo y defensa de la Unión Soviética y, a la guerra civil española, en un trampolín a la dictadura del proletariado y el socialismo.
Ahora, ha aparecido un profesional de la manipulación de citas, Matías Maiello, para defender el punto de vista de la FT-CI. Maiello ni se incomoda en caracterizar la acción de la guerrilla de Hamas como una rebelión o guerra nacional. Mucho menos la contextualiza, a pesar de que ha tenido lugar cuando toda la prensa mundial ha estado advirtiendo sobre una inminente Intifada en Cisjordania, contra las expropiaciones y progroms, y las movilizaciones de los ciudadanos palestinos en Israel, en apoyo a la causa nacional. El pueblo de Cisjordania ha respondido positivamente a la acción de la guerrilla de Hamas, por medio de manifestaciones gigantescas, lo mismo que en los países árabes y Turquía. Se ha sacudido la pseudoestabilidad de todos los regímenes del Medio Oriente y expuesto la desorientación estratégica del imperialismo norteamericano. La Autoridad Palestina que ´gobierna´ Cisjordania colabora con el sionismo y es señalada para sustituir a Hamas una vez concluida la ‘limpieza étnica’ en Gaza. La acción del 7 de octubre ha sido caracterizada por la prensa de occidente como un golpe a todos los entendimientos diplomáticos de los regímenes de la región con Israel. El secretismo de la operación del 7 de octubre con respecto a Irán, Siria y hasta el benefactor Qatar, es una manifestación de colosal conciencia política de los lazos que tienen todos ellos con las potencias mundiales y el sionismo.
La rebelión palestina ha desatado un movimiento gigantesco de solidaridad a escala mundial, que no ha ‘comprado’ la versión de que la operación militar de Hamas tiene el carácter de las del Estado Islámico. Desde su oficina, Maiello es inmune a esta sacudida política internacional gigantesca, desde Londres y Paris hasta Yakarta; Alemania y Francia han prohibido las manifestaciones de apoyo a Palestina. Los pseudointernacionalistas de la FT-CI no levantan una consigna ultraelemental: que Israel acepte el canje de rehenes por prisioneros palestinos, una reivindicación que crece día a día en Israel. A esto lo lleva su ceguera política acerca de las víctimas civiles. La implosión en el Estado sionista, la crisis política mundial y las manifestaciones extraordinarias de masas demuestran que el imperialismo ha perdido hace tiempo la iniciativa estratégica y que se ve obligado a lanzar golpes criminales a ciegas, desconcertado por un giro de acontecimientos que no tenía previsto y para el cual no tiene salida política establecida.
Maiello defiende el neutralismo pacifista de la FT-CI con citas. Así, nos recuerda que las direcciones nacionalistas, en sus choques con el imperialismo, “son incapaces de llevar adelante consecuentemente la lucha” y, en consecuencia, se plantea la “independencia política y el rechazo a cualquier apoyo político a direcciones burguesas, pequeño burguesas o burocráticas”. (Veremos cómo se aplica este principio cuando anuncie el apoyo abierto o disimulado a Massa). Lo de Maiello es puro palabrerío: la independencia política y la dirección socialista se conquistan mediante la participación en las luchas nacionales históricamente progresivas, no sacándole el culo a la jeringa cuando esas direcciones protagonizan un choque físico de proporciones masivas y gigantescas con los opresores.
Insistimos: no hay UNA línea, UN concepto de la FT-CI ni de Maiello que caracterice lo ocurrido como rebelión o guerra nacional; en ausencia de ello, lo que tenemos entonces es una acción palestina de lesa humanidad. Corresponde, por lo tanto, una acción penal contra Hamas –dirigentes y cuadros-. Hay que convocar a la Corte Penal Internacional; la FT-CI podría presentarse como querellante. En definitiva, disputa desde Buenos Aires la dirección política a Hamas con un programa de derechos civiles internacional. Es increíble lo que puede brotar de una secta con ambiciones parlamentarias.
El “rechazo a cualquier apoyo político a direcciones burguesas, pequeño burguesas o burocráticas”, que nos plantea Maiello, es la expresión de su duplicidad intelectual. El apoyo a una guerra nacional no compromete y no debe comprometer un apoyo político a su dirección no socialista. Lo que Maiello hace es rechazar esa guerra nacional en las condiciones históricas concretas que tiene lugar; las guerras nacionales de Argelia o Vietnam no fueron un paseo por los derechos civiles. Maiello, sin embargo, tampoco se oculta: “un triunfo político bajo la dirección burguesa de Hamas implicaría, dice, la instalación de un estado teocrático”. En esta conclusión, la necedad supera el sectarismo antinacional.
Pero “un triunfo político (del pueblo palestino) bajo la dirección burguesa de Hamas” “implicaría”, antes que nada, una monumental derrota del imperialismo y de los equilibrios políticos en Medio Oriente e incluso a escala mundial. Antes que nada, ¿un Estado teocrático palestino limitado a Gaza? Eso ya existe, si se puede llamar Estado a Gaza. ¿Un Estado en todos los territorios ocupados? Eso dependerá de la entrada en lucha de los palestinos de Cisjordania, con fuerte presencia laica. En uno u otro caso, ese Estado teocrático será el resultado de un compromiso con Israel y Estados Unidos, no de una victoria palestina. ¿Una unión entre la teocracia sionista y la palestina, en un reformado Estado de Israel, como aboga una buena parte de la izquierda sionista y la palestina? Es lo que propone Illan Pappe y proponía el fallecido orientalista palestino Edward Said. ¿Un Estado palestino único, de árabes y judíos, con plena vigencia del derecho al retorno? Por la reorganización social que implica esta gran unión histórica, la tarea le está reservada al socialismo. Esto solamente podría ser el resultado de una gigantesca revolución en todo Medio Oriente, que difícilmente se resigne a una teocracia. Maiello, como consecuencia de sus manipulaciones, no advierte que su planteo condena la revolución iraní de 1979, o sea, que reivindica la monarquía del Sha. Es cierto, por supuesto, que Irán es en la actualidad un Estado teocrático, pero para eso hubo que someter a la revolución iraní y condenar a Irán a ocho años de guerra destructiva con Irak, con el Kremlin y la Casa Blanca del lado de Irak e Israel del lado de Irán. La degeneración de la URSS no comenzó en 1917, sino luego de una década de crisis y luchas políticas. La defensa de una posición política por medio de manipulaciones demuestra que está tomada de antemano, por prejuicio o razones de aparato, pero no responde a un análisis político. Maiello, no sabemos si lo advierte, se repite, porque en la guerra en 2006 entre Hezbollah y el Estado sionista, que concluyó con una rotunda victoria política de la milicia libanesa, también se declaró neutral. Nuestro compañero Luis Oviedo señaló, en aquel momento, que “en Medio Oriente el PTS apoya… al PTS”, una muy aguda observación acerca del carácter de un aparato sectario que gira en torno a sí mismo. Maiello, que asocia una victoria contra el imperialismo con un régimen teocrático, excluye a su corriente de la lucha nacional. La deja en una sala de larga espera.
La participación de los socialistas en una lucha nacional es, para Maiello, “pablismo”. Con esto alude al que se posiciona en uno de los dos campos en que se divide la burguesía, como ahora se aprestan a hacerlo el FIT-U y el PTS con Massa. Michel Pablo, dirigente de la IV Internacional, vio “campos” enfrentados entre la URSS y el imperialismo durante la Guerra Fría como el motor histórico prevaleciente, en el lugar en que el marxismo pone a la lucha de clases. Encubrió de este modo dos cosas fundamentales: de un lado, la tendencia de la burocracia de la URSS a un compromiso con el imperialismo, con el objetivo de asegurar sus privilegios políticos y económicos en el Estado obrero, y el compromiso del imperialismo con la burocracia para que ate al proletariado mundial al capitalismo y sus Estados. Por otro lado, Pablo ponía en lugar secundario a la lucha de la clase obrera para derrocar a la burocracia y, más aún, la caracterizaba como una lucha contrarrevolucionaria. Todo esto sumado, la posición de la IV° Internacional ha sido siempre defender incondicionalmente a la URSS y otros estados como China y Cuba contra el imperialismo. Si esto último es “campismo”, Maiello ha dado un gran salto para atrás, como ocurre ahora con la lucha nacional de Gaza. Nuestra defensa de la rebelión nacional es también incondicional, no está sujeta a la adopción de nuestras posiciones; de eso debemos encargarnos nosotros por medio de todos los modos de lucha política. La ‘condicionalidad’ que pone Maiello es peor que contrarrevolucionaria, es simplemente pedantería política.
En el texto de la FT-CI, se denunciaban a los “métodos” de Hamas” porque “impiden avanzar hacia la necesaria unidad en la lucha entre la población árabe palestina, los árabes israelíes e incluso sectores de la clase obrera judía que rompan (hipotéticamente, no que ‘rompen’ efectivamente) con el sionismo y su política criminal, contra el Estado de Israel y su sistemático apartheid”.
¿Pero qué es romper con el sionismo y su política criminal? No es socialismo, muy lejos todavía. Romper es reivindicar la lucha nacional palestina y, aún mejor, abogar por una Palestina única, laica y socialista. La FT-CI aboga por una unidad de la “población” palestina, por un lado, con los “obreros” judíos, por el otro, sin ningún propósito político ni programa, como en un rodizio de pizzas. La renuncia a un programa nacional palestino es sionismo. La declaración de los ultrainternacionalistas del verbo, la FT-CI, no reivindica la formación de una Palestina única, laica, plurinacional, el derecho al retorno y socialista. En nuestra respuesta, señalábamos que al caracterizar “a Israel como un estado nacional dividido en clases como cualquier otro (separado de Palestina) el objetivo proletario sería un Estado obrero israelí”. Añadíamos: “Para que (los obreros de Israel) desarrollen una conciencia de clase y socialista deberían denunciar la opresión nacional palestina por el Estado sionista, y hacerlo desde un ángulo de clase”. Maiello no responde a esta crítica y nos exhorta a que no demos por perdida la posibilidad de que los obreros judíos rompan con el sionismo. La damos por perdida si siguen la posición obrero-sionista de Maiello; lo contrario sucederá con la victoria de nuestra posición. Es que la guerra en curso representa un golpe económico brutal para las masas israelíes, que deberán sufrir las consecuencias negativas de la guerra en el presupuesto del Estado y en las pérdidas del comercio exterior. Para que los trabajadores judíos “rompan con el sionismo”, deben apoyar incondicionalmente la guerra nacional palestina y despreciar a los charlatanes de la FT-CI.
No conforme con los argumentos anteriores, nuestro detractor apela a otra manipulación: caracterizar a la cuestión palestina como un “apartheid”, parangonando a Gaza y Cisjordania con la segregación racial al interior del Estado sudafricano. La sola exhibición de este ejemplo ilustra que la FT-CI aboga por un Estado de Israel -burocracia, ejército, policía y servicios incluidos- unificado con palestinos. En este Estado habría que luchar por la igualdad ante la ley, una lucha por derechos civiles. La caracterización de la opresión palestina como un apartheid y no como una cuestión de reivindicaciones nacionales decisivas es una forma solapada de sionismo.
Maiello saca en su defensa el opúsculo de Trotsky “Su moral y la nuestra”, sin la menor noción de que recurre a una daga envenenada. Trotsky se refiere allí a la pequeñoburguesía intelectual que desparrama “emanaciones de moral”, apuntando a los “excesos” de los revolucionarios, desconociendo que “el proceso histórico es ante todo, lucha de clases, y acontece que clases diferentes, en nombre de finalidades diferentes, usen métodos análogos” (LT).
En un trabajo que está dirigido a demostrar la unidad dialéctica entre medios y fines, Trotsky explica que la cuestión de la violencia se encuentra históricamente determinada, no es el capricho de un individuo o una banda. En uno de los artículos de este libro, “la revolución y el sistema de rehenes”, Trotsky nos recuerda que Marx defendió al sistema de rehenes utilizado por los comuneros de París en 1871, e incluso la ejecución de 64 de ellos bajo las circunstancias que el propio creador del Manifiesto Comunista explica: “Para defender a sus combatientes prisioneros, la Comuna no tenía más recurso que la toma de rehenes, acostumbrada entre los prusianos. La vida de los rehenes se perdió o volvió a perderse por el hecho de que los versailleses continuaban fusilando a sus prisioneros. ¿Habría sido posible salvar a los rehenes, después de la horrible carnicería con que marcaron su entrada a París los pretorianos de Mac-Mahón? ¿El último contrapeso al salvajismo implacable de los gobiernos burgueses –la toma de rehenes- habría de reducirse a una burla?”
Así defendió Marx la acción de los comuneros, contra los remilgos de la intelectualidad burguesa que se alzó contra la Comuna. Digamos, de paso, que Trotsky señala que, en esas líneas de Marx, “creería uno escuchar lava que hierve”. Maiello, confundiendo los síntomas de algo que desconoce, imagina que estamos con “cuarenta grados de fiebre” (sic, LID). ¿Le diría eso mismo a Trotsky que , en ese mismo texto, no vacila en definir a la guerra civil de 1919 como “una repugnante barbarie”, que “no tiene más justificación que el objeto histórico de la lucha”.? ¡El objeto histórico de la lucha, Maiello! Trotsky -acá citado por Maiello- asegura que “solo son admisibles y obligatorios los medios que acrecientan la cohesión revolucionaria del proletariado, inflaman su alma con un odio implacable contra la opresión”. Es lo que ocurre ahora entre las masas palestinas, árabes y en todo el mundo, que reconocen con su lucha el derecho nacional palestino, incluso cuando no están al tanto de sus contornos y contradicciones. Para Maiello, un talmudista de los tratados de estrategia del prusiano Von Clausewitz, la derrota estratégica sufrida por el Estado sionista y sus instituciones más fundamentales no pasa de un acto de terrorismo individual.
La FT-CI carece de cualquier base teórica; es empirismo y maniobra. Juan Chingo, su representante más destacado en Europa, saludó con un resonante “Viva la rebelión palestina”, por X, pocas horas después de la acción guerrillera; no sabemos si luego lo habrá borrado. A pesar de su aparente hostilidad al terrorismo, en los años en que se encandilaba con “La Argentina Kirchnerista” (2010), el PTS coqueteaba con el foquismo de los años 70, al que presentaba como “producto de la radicalización del Cordobazo”, cuando era una forma de terrorismo, no una guerra, con excepción del intento del ERP en Tucumán. El contenido político de ese foquismo fue apuntalar la campaña por el retorno de Perón.
Yendo a la actualidad, el PTS, que sobrevuela la “independencia obrera” sobre las trincheras de Gaza, ha decidido ser más flexible en Argentina. Cuando faltan veinte días para el ballotage, el PTS y el FIT-U arriman el bochín todos los días a Massa, un agente del sionismo en Argentina, a igual título que Milei. El empirismo, la maniobra, la aparateada, es la línea de trazabilidad que lleva a la punta del ovillo de la FT-CI y su tutora nacional, el PTS.