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La organización internacional que impulsa el PTS argentino (Fracción Trotskysta-Cuarta Internacional) ha publicado un texto lamentable en relación a la guerra de exterminio del estado sionista contra el pueblo palestino, con el apoyo abierto de la flota de Estados Unidos.
La FT-CI le imprime a la declaración un estilo y redacción ´periodísticos´, abusivamente extenso, cuyo propósito manifiesto es que la descripción de los hechos permita evitar la caracterización del conflicto y de las fuerzas en presencia. Comienza señalando que en el saldo letal de la acción de Hamas revistan “cientos de jóvenes que estaban en una fiesta, familias que vivían en kibutz y otras tantas que no tenían ninguna función militar” –esto es, que se habría perpetrado una acción terrorista. No hay nada aquí que no lo haya destacado ya como fundamental el estado sionista y los países de la OTAN.
El ‘rigor’ descriptivo se nutre de la información “oficial” que en buena medida fuera denunciada por la prensa independiente internacional, en especial por Intercept, el sitio que reveló el complot que llevó a Lula a prisión. El ‘fake’ más insistente ha sido la decapitación de bebés o violaciones de mujeres - de las que se hizo eco enseguida Biden. En cuanto a las personas asesinadas que no tenían “ninguna función militar”, el texto oculta -como lo hace también toda la prensa sionista y prosionista- que la separación entre personas con o sin “funciones militares” no es clara de ningún modo al interior del estado sionista, con centenares de miles de reservistas y de civiles armados, incluidos sus ‘kibutzim’.
Lo fundamental, sin embargo, es lo siguiente: incluso las mayores atrocidades, en cuanto se refiere a la posición de un trotskista, deben ser encuadradas políticamente. El odio inmenso de los oprimidos por las exacciones de los opresores puede dar lugar a actos, repetimos, atroces, pero la responsabilidad por ellos siempre será de los opresores, no de los oprimidos. Fue lo que ocurrió sistemáticamente en las guerras de liberación en África, en especial en Kenya, Zimbawe y Sudáfrica, o en el Maghreb (Túnez, Marruecos, Argelia). Con excepción del Partido Obrero de la época, todas las formaciones morenistas – PTS, MST, IS – apoyaron la ocupación de Malvinas por parte de una dictadura genocida, sin mosquearse por los treinta mil desaparecidos. Nuestro partido actuó diferentemente: sólo apoyó la guerra de defensa contra la flota británica.
La enumeración de los “hechos”, por parte de la FT-CI, apunta a ocultar el alcance histórico de la acción de los milicianos de Hamas, que ha sido derribar el Muro de la Opresión y exponer abiertamente la inviabilidad de un Estado que sólo subsiste por medio de la guerra permanente de opresión, incluso de una guerra mundial. Esta caracterización no ve se alterada por ninguna atrocidad. Organizaciones palestinas laicas- como el FPLP- apoyaron el asalto al muro de la ignominia. El estado sionista no se cansó de alimentar un odio colosal de parte de los palestinos, por medio de incesantes asesinatos, incluso en masa, como en la Nakba. La acción de las milicias tuvo lugar cuando el avance de la política del Gran Israel, o sea la limpieza étnica de palestinos, se había plasmado en un gobierno de colonos ultraderechistas, con Netanyahu a la cabeza.
La declaración de la Fracción Trotskista raya en la ignominia. Es así que reivindica “el legítimo (sic) derecho del pueblo palestino a defenderse”, como si el derecho a la defensa propia fuera el único que no puede negarse a un ser humano. Y el derecho a atacar al opresor, ¿dónde queda? ¿No es legítimo? “Sin embargo (¡ay, aquí viene la negación del derecho a defenderse), la acción militar de las milicias de Hamas, atacando por igual (sic) puestos militares y a la población civil, fue fácilmente instrumentalizada por Netanyahu y los Estados imperialistas para intentar (sic) legitimar su declaración de guerra. También le ha permitido al gobierno israelí aglutinar a toda la oposición y sectores críticos detrás del apoyo a una ofensiva militar contra la Franja de Gaza. Rechazamos los ataques a la población civil. No compartimos los métodos de Hamas”. Esta afirmación es increíble -sólo valen las luchas y las guerras que cuenten con el patrón de conducta de la Fracción Trotskista. Esta fracción se ha convertido en una ONG: cuando se cruzan las metrallas y los bombardeos sale a inspeccionar la vigencia de los derechos humanos de los civiles. Mientras los bolcheviques opusieron el terror rojo al terror blanco, esta Fracción, que no merece el adjetivo que se ha puesto, quiere imponer sus reglas a una lucha nacional cruenta e implacable, sin distinguir al David del Goliath.
Cuestionar una insurgencia nacional por el uso interesado que hará de ella el opresor, equivale a archivar todo tipo de insurgencia o rebelión. Suena a la queja porque ‘los piqueteros cortan el paso a los peatones’ o que un piquete de fábrica coarta la libertad de trabajo. Los tributarios extranjeros del PTS no han vacilado en incurrir en la más elemental de las infamias. Netanyahu ‘instrumentaliza’, o sea que las 6000 toneladas de bombas sobre Gaza son culpa de Hamas. Esto dicen los que se proclaman “internacionalistas”. Una vergüenza sin atenuantes. La actual operación masacre sobre Gaza es un millón de veces más grave que las atrocidades que se cometieron en la incursión.
El derecho del pueblo palestino “a defenderse”, se torna así en una afirmación angelical. Es un derecho que no debe enojar al opresor, a riesgo de que instrumentalice
la defensa. La denuncia de un ataque, el de Hamas, “por igual (sic) a la población civil y militar”, es una cacofonía de la propaganda imperialista. Cuando el imperialismo bombardea a la población civil – millones en Irak – se trata de “daños colaterales”. “No compartimos los métodos de Hamas”, espeta el PTS- sólo valen las luchas que se encuadran en los cánones del PTS, que curiosamente se considera un especialista en estrategia militar y en los escritos de Clausewitz. Como un guante, el PTS pasó de coquetear con los métodos de Montoneros (ver La Izquierda Diario, “Montoneros, el setentismo y los dos demonios”), a repudiar las luchas nacionales en Palestina, que siguen las reglas de las fuerzas en presencia. La Fracción Trotskista necesitaría el GPS para llegar a Palestina, pero se siente autorizada a dictar reglas. Cuando Bregman y Solano fueron a disculparse ante la embajada de la Autoridad Palestina por haber votado una declaración redactada por Trump y Netanyahu sobre el antisemitismo, pasaron por alto que esa AP colabora con los servicios sionistas en la represión contra los palestinos.
La historia de los actos violentos o atroces protagonizados por los oprimidos no comenzó, desde luego, este sábado 7. Hunde sus raíces en múltiples episodios de la Historia. La gloriosa revolución de los esclavos de Haití – el primer país independiente de América, después de EEUU -, fue extremadamente cruenta con los colonos esclavistas, además de infligir una derrota histórica a las dos flotas más potentes de la época – la de Napoleón y la británica. Francia se edificó sobre el terror de la revolución de 1789/93, y una guerra terrible contra la Vendée – la contrarrevolución agraria religiosa. No se trata de negar la comisión de crímenes o atrocidades – sí de ubicarlos en el escenario histórico correspondiente. Nada iguala, sin embargo, el terror sionista que hoy se abate sobre Gaza, ni la erradicación de poblaciones palestinas enteras durante la Nakba. En vez de responsabilizar al Estado sionista por los crímenes que pudieran haberse cometido el sábado 7, la FT-CI se sirve de ellos para “tomar distancia” de la lucha nacional palestina.
La declaración de la FT-CI culpa a Hamas porque su incursión le “ha permitido al gobierno israelí aglutinar a toda la oposición y sectores críticos detrás del apoyo a una ofensiva militar contra la Franja de Gaza”. Textual. Pero no denuncia a esa oposición y sectores críticos por cerrar filas con Netanyahu en su operación de masacre, la cual, por cierto, es muy anterior al sábado 7. También responsabiliza a Hamas por los “métodos” que “impiden avanzar hacia la necesaria unidad en la lucha entre la población árabe palestina, los árabes israelíes e incluso sectores de la clase obrera judía que rompan con el sionismo y su política criminal, contra el Estado de Israel y su sistemático apartheid”.
Para el PTS, en definitiva, la acción de Hamas es contrarrevolucionaria. El PTS repudia la acción de Hamas, como lo hace el imperialismo mundial, aunque con otra fraseología. La FT des caracteriza por completo la situación concreta. Porque los obreros de Israel no son internacionalistas, son sionistas. No es la acción de Hamas lo que los distancia de la lucha nacional palestina – es su sionismo, o sea el nacionalismo del estado opresor. La FT introduce de contrabando una caracterización que nunca tuvo antes y que es incompatible con la IV Internacional, que Israel es un estado nacional dividido en clases como cualquier otro; que el objetivo proletario sería un estado obrero israelí. Esto es nacionalismo reaccionario. Las luchas que libran los trabajadores judíos, al interior del estado, no los diferencia del sionismo. Para que desarrollen una conciencia de clase y socialista deberían denunciar la opresión nacional palestina por el estado sionista, y hacerlo desde un ángulo de clase; deberían denunciar la represión genocida contra el pueblo palestino so pretexto de la insurgencia militar de Hamas. Hamas misma es una organización reaccionaria nacionalista y confesionalista, pero que en las condiciones históricas existentes es portavoz de los reclamos nacionales palestinos. La FT propugna una colaboración de clases con el sionismo bajo el disfraz de la clase obrera de Israel, o sea sionista. Los militantes trotskistas en Israel deben inscribir en su programa la defensa de la causa nacional palestina en el cuadro o perspectiva de los Estados Unidos Socialistas del Medio Oriente.
Para la “necesaria unidad”, y para que los obreros judíos “rompan con el sionismo”, el PTS impone como condición que cese la resistencia palestina en las condiciones en las que ésta tiene lugar. Las cosas son al revés: los obreros judíos deberán ser ganados al apoyo incondicional a la causa nacional palestina, desde una estrategia internacionalista.
En cuanto a los palestinos que residen en Israel, no hay nada que indique que Netanyahu los haya puesto de su lado ‘instrumentalizando’ la insurgencia de las milicias de Gaza; más bien han simpatizado con ella. Han protagonizado acciones fundamentales contra la discriminación que sufren incluso como ciudadanos del estado sionista y en solidaridad contra las expropiaciones y violencias en Cisjordania. En el último año han desplegado una fuerte rebelión popular. En cuanto a los llamados partidos árabes, que integran el Parlamento israelí, tienen diferentes posturas: algunos, de derecha, hicieron una gestión para formar gobierno con Netanyahu, otros colaboran en el Parlamento y otros han sido duramente reprimidos y hasta se encuentran en prisión. Es necesario separar a la clase obrera palestina de los partidos colaboracionistas. Imputar a la acción de las milicias de Gaza un efecto de hostilidad hacia la lucha nacional palestina dentro de Israel es simplemente un infundio.
La Fracción Trotskista ha instrumentalizado la propaganda imperialista para repudiar la mayor acción de resistencia nacional palestina desde la última Intifada.
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