Escribe Grupo Independencia Obrera
Publicado en independenciaobrera.org, 1 de noviembre de 2023.
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El domingo 29 de octubre una manifestación de más de 50.000 personas según sus organizadores recorrió las calles de Madrid en solidaridad con el pueblo de Palestina. La dimensión creciente de las movilizaciones, repetidas en ciudades como Barcelona o en Andalucía, demuestra el aumento de la sensibilidad entre los trabajadores y la población a los acontecimientos en la Franja de Gaza. El jueves 26 de octubre el Sindicato de Estudiantes convocó una exitosa huelga general con movilizaciones en toda España. Aunque la magnitud de la respuesta social aún no haya alcanzado la dimensión de la movilización contra la guerra de los aliados en Irak, que involucró de forma directa a España presente en el famoso “trío de las Azores”, la orientación del movimiento y la respuesta social va en el camino de su crecimiento. Es necesario impulsar esa movilización y contribuir a una respuesta del movimiento obrero contra el envío de armas a Israel, como ha comenzado a ocurrir en el Reino Unido. Es necesario sin embargo diferenciar entre el sentimiento de las masas y el oportunismo de sus direcciones.
La convocatoria en Madrid de la manifestación unitaria por parte de una serie de organizaciones el 29 de octubre sufrió una transformación de último momento. Los dirigentes de Sumar y las corrientes políticas que amparan la formación de una coalición de gobierno con el PSOE forzaron el cambio de sus términos. Convocada con la consigna “Solidaridad con Palestina contra el Genocidio israelí”, con la imagen de la franja de Gaza bajo una lluvia de bombas, acabó convertida en “No a la barbarie, no a la guerra, alto el fuego” con la imagen de una paloma sobre la que llueven misiles. La eliminación en la convocatoria de una caracterización del acto criminal de Israel contra el pueblo palestino es una imagen fiel de la política de sumisión de la izquierda del régimen en España y de su gobierno, hoy en en funciones, a la política del imperialismo.
La hipocresía ilimitada de los aliados del PSOE, Sumar y Podemos, los lleva a denunciar de palabra al Partido Socialista, y llegan en el caso de la Ministra Ione Belarra a exigir que el gobierno denuncie ante la Corte Penal Internacional a Israel por crímenes de guerra, mientras buscan un acuerdo con Pedro Sánchez para reeditar un gobierno de coalición. El palabrerío no puede ocultar que España tiene un intenso comercio bilateral de armas con Israel, y que el Gobierno de España ha reconocido, igual que el resto de la Unión Europea “el derecho legítimo de Israel a defenderse”, es decir a atacar a la Franja de Gaza tras la incursión militar de Hamás en territorio de Israel el sábado 7 de octubre.
Colaboran con su defensa del Estado sionista no solo al ataque contra la población civil en Gaza y Cisjordania, sino al ocultamiento de los acontecimientos reales detrás del ataque de Hamás el 7 de octubre y su desenlace en los dos días subsiguientes.
Más aún, no se pronuncian sobre una consigna elemental en esta lucha: el canje inmediato de los más de 6.000 presos palestinos, regularmente torturados a discreción por sus carceleros, la mayoría de ellos con años de detención sin juicio, y una gran población carcelaria de menores de edad. Las declaraciones de esa izquierda no han interferido en ningún caso con el apoyo en suministros militares a Jerusalén, ni en el pasado ni en el presente. Sólo en armas España ha vendido a Israel bajo el gobierno de coalición 40 millones de euros, pero la cuenta es más amplia por el suministro de componentes diversos para uso militar incluyendo los tecnológicos de “doble uso”.
Esa izquierda que habla ahora de solidaridad se calló la boca cuando Pedro Sánchez, es decir el gobierno de España, reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental en pago por los acuerdos de Rabat con Israel, en línea con los acuerdos de Abraham de Trump.
En ningún momento, durante todo el gobierno de coalición, España exigió a Israel la retirada inmediata de los territorios ocupados en Cisjordania, ni el fin de la escalada de apropiaciones ilegales de tierras allí, de las acciones armadas de los colonos israelíes contra la población palestina, o de la expulsión de habitantes de pueblos enteros. Este silencio es el resultado de la aceptación del Estado sionista.
Ocultan que su propia existencia es inseparable de su política de apropiación de tierras y expulsión de palestinos porque ese es precisamente el método en que se funda. Un proceso que se inició incluso bajo el mandato británico. La izquierda que brega por una salida a la crisis en el marco del pacifismo busca evitar que un mayor desequilibrio en la región rompa los acuerdos entre el imperialismo y los Estados como Turquía, Egipto, Jordania, Arabia Saudita, Qatar, e incluso Pakistán, cuyos gobiernos hacen frente ahora a una profunda reacción social de apoyo a Palestina y su lucha nacional.
Tanto CCOO como UGT acompañan este apoyo a Israel. De un modo desembozado UGT se reunió con la embajadora de Israel en Madrid para dar su apoyo al genocidio y participó en las manifestaciones en apoyo a Israel mientras también convocó a participar en la manifestación en apoyo a palestina el 29/10 en Madrid. CCOO también ha comunicado que “reprueba la violencia terrorista desatada por Hamás contra la población israelí, así como la ejercida en la escalada belicista de Israel contra el pueblo palestino en Gaza”. Esgrimiendo la posición de los dos demonios, pretenden una equidistancia que en los hechos niega la acción del 7 de octubre como una acción de guerra beneficiando al ocupante ilegal de las tierras palestinas. Al igual que la izquierda del gobierno, lo que en realidad pretenden disimular es su apoyo a Israel.
Cualquier política socialista revolucionaria contra el avance del Estado sionista se basa en la exigencia de la disolución del Estado de Israel, porque su existencia sólo es posible sobre la base de la violencia y desplazamiento de la población palestina con la coacción de las armas amparándose en una supuesta defensa legítima y el derecho divino. Esta es la historia misma de ese Estado. Su papel en el Oriente Próximo surge de la mano de la potencia colonial británica antes de la segunda guerra mundial y el apoyo del imperialismo estadounidense tras ella. Nosotros nos declaramos a favor de una Palestina socialista, laica, plurinacional y con el derecho al retorno de todos los expulsados.
El desplazamiento de dos portaaviones, uno al mediterráneo oriental y otro al Golfo Pérsico, que suponen la duplicación de la capacidad aérea estadounidense en el Oriente Próximo, su incremento sistemático semana a semana de sus soldados en la región, la presencia de la flota que acompaña a los portaaviones y la existencia de bases militares secretas estadounidenses en Israel, ponen de relieve que Washington está profundamente involucrado en los planes israelíes de limpieza étnica de Gaza, que incluyen la expulsión de la población local a territorio egipcio.
La escalada en la limpieza étnica del pueblo palestino se ha convertido en un genocidio que amenaza con alcanzar cotas sin precedentes. La comunidad internacional bajo el pretexto de que Israel tiene derecho a su propia defensa ha avalado esta política del Estado sionista. El papel jugado por la propia Unión Europea ha sido particularmente deleznable en su sumisión a los objetivos del imperialismo estadounidense y su lacayo en Jerusalén. Un papel destacado en este apoyo lo ha jugado Francia, quien dotó a Israel de un reactor nuclear en 1958 que le permitió desarrollar el arma nuclear en los años 60. Lo que salta a la vista es que los acontecimientos desde el 7 de octubre han trastornado los planes estadounidenses para el Oriente Próximo, desde una supuesta distensión con Irán hasta la interrupción del proceso de acercamiento entre Arabia Saudita y Jerusalén.
Los gobiernos y las monarquías regionales y sus burguesías no han ejercido solidaridad con el pueblo palestino al que han abandonado como rehén de Israel. El gobierno de Biden se ha esforzado en dar continuidad a la política de Trump en el Oriente Próximo propiciando el acercamiento entre las potencias locales, como Arabia Saudita a Jerusalén. Un esfuerzo que incluía una distensión con Irán. Sin embargo la guerra declarada por Israel a Hamás en la Franja de Gaza, que implica la limpieza étnica y el genocidio del pueblo palestino, ha trastornado todos los planes para reforzar un equilibrio regional. Transitoriamente la presión de las masas, no sólo en Oriente Próximo, también en el Oriente Medio y el sur de Asia, como lo pone de relieve las masivas manifestaciones en Pakistán, han obligado a los gobiernos de las muy diversas naciones musulmanas a tomar distancia de sus alianzas con el sionismo.
La movilización en las calles en condiciones explosivas por la carestía de la vida, la escasez de alimentos, la falta de trabajo, son una amenaza para los regímenes nacionalistas burgueses en el Oriente Próximo y Medio. Mientras tanto la única resistencia real al empuje de apropiación territorial en la región por el sionismo es la milicia de Hamás. En un movimiento inesperado Recep Tayip Erdogan calificó el fin de semana a esa organización de no terrorista -ante una movilización de masas- abriendo una brecha considerable en la OTAN.
La guerra en curso desde el punto de vista del imperialismo estadounidense y de sus aliados de la UE tiene además una inmensa proyección económica porque a nadie escapa que el cártel que establece los precios del petróleo, la OPEP, está comandado por Arabia Saudita, cuyas reservas y capacidad de producción son el eje de la regulación del precio del crudo. La asociación del cártel con Rusia, uno de los grandes productores mundiales de crudo, ha visto reforzada su posición con la guerra de la OTAN en Ucrania. Sin contar con que la industria de armas y tecnología para la guerra es una maquinaria que se ha activado con la crisis en Ucrania y tiende a ampliar su escala de producción de forma incesante, en la persecución de beneficios siderales, y tiene una gran capacidad de presión sobre los gobiernos, grandes consumidores de armas para incentivar una escalada bélica global.
En este contexto pese a las reticencias de Siria y Líbano a una intervención en el presente conflicto, entre otras cosas por la abstención de Rusia, las operaciones de represión y expulsión de palestinos por parte del ejército y los colonos en Cisjordania ya ha provocado la reacción de la milicia chiita Hezbolá, que incrementó los ataques contra el ejército y colonos en la zona, lo que puede desembocar en enfrentamientos en la frontera con Líbano y Siria. Según el enviado de Naciones Unidas para Siria se efectuaron ataques contra aeropuertos de Aleppo y Damasco que se atribuyen a Israel (Financial Times 31/10). La extensión del conflicto de Gaza a las naciones vecinas es ya más que una tendencia. Estados Unidos anunció más refuerzos de tropas en la región.
La lucha del pueblo palestino por su supervivencia se ha convertido en un verdadero eje de la lucha de clases a escala internacional. El apoyo a esa lucha, una expresión clara del enfrentamiento al colonialismo y las fuerzas coligadas del imperialismo, es decisivo. Cualquier retirada será una derrota del imperialismo respecto de sus intenciones de limpieza étnica de Palestina destinada a reforzar la posición de Israel, la cuña imperialista más importante del Oriente Próximo. Es necesario promover la movilización de los trabajadores y la juventud en apoyo a esa lucha nacional.
Como se ha visto en los medios, a pesar de la censura y de la represión, millones de personas en todo el mundo se manifiestan contra el genocidio de Israel en apoyo al pueblo palestino. También trabajadores ingleses han obstaculizado la producción en las fábricas de armamento de Elbit, Howmet y UAV Tactical Systems. Los piquetes para impedir la salida de armas hacia Israel retoman la tradición de la clase obrera contra las guerras imperialistas. Este es el camino que debe marcar el rumbo de todos los trabajadores y de todas las movilizaciones contra Israel. Ni un arma para Israel, huelga general contra la ofensiva de Israel contra el pueblo Palestino, libertad a todos los presos palestinos, toda la solidaridad con la lucha de su pueblo. Por una huelga general en Europa contra la intervención de la UE en apoyo a Israel.
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