Escribe Olga Cristóbal
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La violencia de los colonos en Cisjordania -protegidos por el Ejército de Israel, o directamente integrados al Ejército como reservistas- aumentó vertiginosamente desde el 7 de octubre. “Hay guerra, la sangre hierve”, dice uno a Haaretz. Cada vez más palestinos son expulsados o huyen de sus hogares ante los ataques de jóvenes colonos armados y custodiados por el Ejército, que los deja hacer (Haaretz 17/10).
El 12 de octubre, colonos y soldados detuvieron y esposaron a tres palestinos de la aldea de Wadi as-Seeq, en Cisjordania. Eran los últimos pobladores que dejaban la aldea después de que decidieran evacuarla por los ataques sionistas. Durante horas, los golpearon, los desnudaron, los fotografiaron esposados y en ropa interior. Orinaron sobre dos de ellos, les apagaron en el cuerpo cigarrillos encendidos e incluso intentaron penetrar a uno con un objeto.
Al mismo tiempo, un grupo de unos 25 hombres fuertemente armados detuvo durante tres horas a activistas de izquierda israelíes que estaban acompañando a los palestinos en su fuga, incluido un menor. Los atacantes vestían a medias de civil, a medias de uniforme. Algunos fueron reconocidos como habitantes de dos asentamientos recientes de colonos supremacistas. Esposaron, los golpearon, los escupieron y los amenazaron de muerte a sus prisioneros: “Están con el enemigo”, los acusaron. Entre los agresores había hombres que eran claramente del Ejército y jóvenes colonos. Los soldados les dijeron que era más gozoso matar a un izquierdista que a un palestino. Y que los iba a destrozar si volvían.
Los israelíes fueron liberados al cabo de tres horas; los palestinos fueron llevados más tarde a un hospital de Ramallah. Además, les robaron dinero en efectivo y un coche. El menú completo de una horda fascista. (Haaretz 21/10).
Los soldados que intervinieron en ambas sesiones de tortura son de la unidad militar Frontera del Desierto (“Sfar Hamidbar”), que suele reclutar a sus miembros entre los “Jóvenes de las Colinas”, bandas de adolescentes religiosos ultraderechistas, hijos de las familias de los asentamientos ilegales y puestos agrícolas que se proponen recolonizar la Cisjordania. Los Jóvenes de las Colinas son expertos en atacar palestinos y quemar sembrados y viviendas, y ganar así terreno para nuevas colonias (France24). Explican su derecho a ocupar toda la Cisjordania porque así lo establecería la Biblia.
Un portavoz de las FDI dijo a Haaretz que se abrió una investigación y que el comandante de la fuerza fue despedido. A los palestinos los interrogaron miembros del servicio de inteligencia, el Shin Be, mientras abusaban gravemente de ellos. El Shin Bet lo negó.
“¿Has oído hablar de la prisión de Abu Ghraib en Irak? Es exactamente igual a lo que pasó allí”, dijo a Haaretz Mohammad Matar, todo su cuerpo todavía gravemente magullado: “Abu Ghraib con el ejército israelí”. La prisión iraquí de Abu Ghraib se hizo famosa por las torturas, muchas de índole sexual, a las que soldadas norteamericanas sometían a los iraquíes.
Haaretz explica que como la mayoría de las fuerzas militares permanentes fueron trasladadas al sur de Israel, las destinadas a Cisjordania son de reservistas e incluyen un gran número de colonos. Sin embargo, desde el inicio de 2023 hasta el 7 de octubre, soldados y colonos ya habían asesinado 340 palestinos en Cisjordania, incluidos 73 menores.
“La violencia contra las comunidades de pastores palestinos se ha convertido en un tsunami”, dice Haaretz. Los palestinos dicen que les resulta muy difícil distinguir entre un colono y un soldado porque actúan juntos, muchas veces enmascarados.
Los colonos israelíes armados de los puestos avanzados ya no apuntan bajo cuando disparan a los vecinos palestinos. "Ahora disparan a matar", afirman los palestinos.
Los colonos tienen el amparo del gobierno de Benjamin Netanhayu: el ministro de Seguridad Nacional de Israel, el fascista Itamar Ben-Gvir, uno de los dos ministros de alto rango que viven en los asentamientos y predica la limpieza étnica como programa de gobierno, admitió que había ordenado la compra de 10.000 fusiles para armar a los civiles israelíes, incluidos los colonos, tras el ataque de Hamás.
"Árabes y judíos solían tirarse piedras unos a otros. Ahora todos los colonos de mi edad parecen tener armas automáticas", confirma Wadi, de 29 años, en la aldea olivarera de Qusra. (LN, 2/11).
La expulsión y el exterminio de los palestinos, sean de Gaza o de la Cisjordania, no se explican por el ataque de las milicias palestinas a las comunidades que limitan con Gaza. Es una política explicitada por el Estado del Apartheid que es Israel y sus ministros que bregan por un Estado hebreo, “étnicamente puro”.
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