El golpe de Estado económico está en marcha. Nota de tapa de Política Obrera N°83 edición impresa.
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Las medidas anunciadas por Javier Milei son de cuño menemista: privatizaciones a rolete y dolarización de las tarifas de los servicios y de los combustibles.
Con sus asesores y funcionarios pasa lo mismo: los más viejos fueron ministros de Menem y cabezas del Banco Central menemista; los de menos edad, lo hicieron en la escala de abajo, como ocurre con los ‘pibes’ de la Ucedé y Álvaro Alsogaray.
Lo que escasea, sólo por ahora, son los funcionarios de Macri, que antes lo fueron de De la Rúa-Cavallo, otro menemista. El ganador del puesto de Economía será aquél que se muestre más apto para conseguir una mayor deuda con el exterior.
Sergio Massa, que antes de hacerse kirchnerista había sido, como el mismo Kirchner, un apasionado menemista, ha perdido el gobierno a manos de sus excolegas.
En más de una ocasión, Milei ha dicho que su faro político es la década menemista, sin añadir que ella terminó con el Argentinazo de 2001.
El “giro histórico” que habría protagonizado el electorado de Argentina el domingo pasado, ha sido “un retorno al futuro”.
Milei es consciente de que este viaje es explosivo.
Los supermercados han recibido listas de precios superiores al 40 % a los de antes de la elección, hace apenas 72 horas.
Los bancos han comenzado a vender o, mejor dicho, a ‘liquidar’ las Leliqs en su poder, para protegerse de un golpe de mano del mandatario electo.
Milei ha dicho que las Leliq son un cóctel hiperinflacionario.
Son activos por casi 30 billones de pesos, que rinden un 150 % anual, o sea que el interés supera al capital. Son pesos listos para convertirse en dólares, si Milei anunciara la eliminación del ‘cepo’ y la unificación del mercado de cambios, como ha prometido. El mismo Massa acaba de devaluar el peso a $660 por dólar, casi un ciento por ciento, en lo que se estima que será el nuevo dólar ‘libertario’ por breve tiempo.
Hay otra bomba, incluso más explosiva, y son los alrededor de 40 billones de pesos de la deuda del Tesoro, que se ajusta por dólar y/o inflación. Milei juró, en este caso, que preservará “los contratos” y defenderá “la propiedad privada”. Si devalúa el peso oficial, sin embargo, la deuda ‘ajustable’ del Tesoro se irá a las nubes.
El ‘remedio’ que el ‘libertario’ elucubra para este cuadro de default es anular, o sea, confiscar, la parte de la deuda que el Tesoro tiene con el resto de las instituciones del Estado, estimada en un 60 % del total. Nos referimos a la deuda con el Banco Central, con Anses, con Pami, con el Banco Nación, con empresas estatales y ¿hasta con YPF?
Es la llamada “ingeniería financiera” de la que hablan los diarios y sitios en estos días, pero una de ellas implica el default de la previsión social, y la otra significa la bancarrota de las empresas públicas, en especial del sistema de salud.
Lo que el resultado electoral ha puesto en la agenda de los trabajadores es el golpe de Estado económico de Milei, en lugar del que preparaba Massa.
No existe la ‘alternativa nacional y popular’ a este golpe. Es el agotamiento del esquema de ‘cepos’, 25 tipos de cambio y un sistema de paritarias que excluye al 60 % de los trabajadores y desvaloriza los salarios del 40 % restante. Este agotamiento es total y absoluto. La alternativa ‘nacional y popular’ aumentó la deuda pública en 100.000 millones de dólares.
Cualquier ilusión en una salida ‘patriótica’ es fatal para una lucha contra este golpe de Estado. Esta es la conclusión clarísima que se desprende del miserable final de los Fernández.
La bancarrota capitalista ha destruido a todos los partidos patronales. Milei busca gobernar con sus deshechos o arribistas de nuevo cuño. La burocracia sindical de Massa y de CFK está en oferta para apoyar al nuevo gobierno y su ‘reforma laboral’. Antes que enfrentar a Milei, Axel Kicillof está empeñado en un nuevo golpe al salario docente, en SUTEBA, en compañía de Baradel.
Es hora de reunirse y debatir una estrategia obrera para esta nueva etapa.
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