Escribe Norberto Malaj
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Cuando la guerra se inició las tropas sionistas forzaron, mediante bombardeos masivos (tonelaje de bombas mayor a Hiroshima), el desplazamiento en masa de la población gazatí al Sur de la Franja; alegaron que su interés era ´protegerla’. Ahora, descaradamente, tras un fin abrupto de la tregua establecida para canjear rehenes por prisioneros, está bombardeando el Sur sin ninguna clase de restricciones. Una nueva ola de masacres, en especial a costa de los niños. ¿Adónde quiere llevarla ahora?
El gabinete de Guerra insiste en el propósito de desplazar a la población gazatí al desierto del Sinaí, en territorio egipcio. Es la lógica que preside esta guerra de genocidio y el objetivo de terminar con la milicia de Hamas, uno por uno. La variante que se adjudica a Estados Unidos, sin el menor fundamento ni la menor evidencia, de entregar la Franja a la Autoridad Palestina, obligaría al estado sionista a renunciar a los territorios que ocupa en Cisjordania. El alto mando de las FFAA de Israel interpreta lo ocurrido con el asalto de Hamas el 7 de octubre pasado como un “cambio de paradigma”. Desde el río Jordán hasta el Mediterráneo debe prevalecer la soberanía israelí. Esta postura sin retorno ha abierto, sí, una crisis en el Departamento de Estado de Biden, donde se multiplican las renuncias y las advertencias acerca de que esta ‘solución final’ a la cuestión palestina haría estallar al Medio Oriente –de inmediato o a medio término-.
En Israel corre una declaración “para que el desplazamiento de los residentes de Gaza no sea temporal, sino permanente, acompañado de peticiones de un nuevo asentamiento israelí en el enclave de ´Katif´ que existía antes de la retirada de los asentamientos y soldados de Gaza por parte de Israel en 2005 o de un asentamiento israelí. en otras zonas de la Franja de Gaza” (Haaretz, 30/11). El cinismo de la petición es obvio: meter en un 10% del territorio a la población que no entraba en su dimensión geográfica actual.
La ruptura de la tregua que estaba vigente para canjear rehenes por prisioneros en las cárceles sionistas, obliga al gobierno de Netanyahu a rescatar vivos a los rehenes que restan, unos 150, en su mayor parte personal militar. Circula una evaluación de que Hamas ha sido desalojada de sus túneles y escondrijos en el Norte, pero aún queda por hacerlo en el Sur. La guerrilla palestina se las sigue arreglando para lanzar sus cohetes rudimentarios sobre territorio israelí. Las matanzas de palestinos en Cisjordania comprometerán seguramente a la guerrilla de Hizbolá en la guerra. Arabia Saudita intenta comprar la neutralidad de Irán, mediante la oferta de un gigantesco préstamo internacional. Pero dentro de Irak no cesan los ataques a las bases norteamericanas, por parte de agrupaciones guerrilleras que reclaman el retiro de Estados Unidos del país. La crisis de la tregua puso de manifiesto la responsabilidad de los bombardeos de Israel por la muerte de rehenes israelíes. Netanyahu se niega a negociar la entrega de los cadáveres por parte de Hamas, para que reciban una sepultura de la familia.
Mientras tanto la Knesset, el parlamento israelí, aprobó el 8 de noviembre una enmienda a la ley terrorista que criminaliza la “identificación” de cualquier contenido en redes sociales con Hamas. El diario Haaretz denuncia la implantación de una severa censura previa, lo que indica el temor, infundado o no, de que una parte de la población israelí no tolere semejante derramamiento de sangre y el sacrifico de sus compatriotas retenidos.
El asesinato de periodistas en la guerra supera de lejos el medio centenar. Hace mucho tiempo ya que el aparato de Seguridad de Israel ha puesto entre ojos a los trabajadores de prensa. La enmienda estará vigente por dos años, con la opción de extenderla y agregar otros grupos a la lista. La ley aborda el “terrorismo del lobo solitario” y la identificación de personas no afiliadas a ningún grupo mediante la ‘supervisión’ de contenidos en línea. La medida ha producido “docenas de acusaciones escandalosas”. La inteligencia sionista usa “herramientas intrusivas de vigilancia contra individuos", afirmó Zoabi Nareman Shehade Zoabi, abogado de Adalah, una organización de derechos humanos y centro legal con sede en Israel (Al Jazeera, 2/12). "Tememos que esta medida tenga como objetivo ampliar aún más la capacidad del Estado para encerrar a los palestinos como medio de silenciarlos" (ídem). De la liberación por intercambio con rehenes, a la cárcel de nuevo o a la muerte.
También la Asociación por los Derechos Civiles en Israel (ACRI), con sede en Tel Aviv, denunció que la medida es un grave ataque a la libertad de expresión. Adalah, con sede en Haifa, la calificó como “una de las medidas legislativas más intrusivas y draconianas jamás aprobadas por la Knesset israelí, ya que somete los pensamientos a castigo penal” (ídem, 2/12).
Israel amenaza con extender el régimen de cárcel a cielo abierto a toda la Palestina histórica: “Israel ha arrestado a aproximadamente un millón de palestinos desde que ocupó Jerusalén Este, la Franja de Gaza y Cisjordania en 1967, según un informe de las Naciones Unidas publicado el año pasado” (Maziar Motamedi, Al Jazeera, 29/11). Es decir, uno de cada cinco palestinos o al menos un miembro de cada familia palestina fue encarcelado en su vida. Ni EE.UU., el país con la mayor población carcelaria del planeta, ni ningún otro país del mundo, tiene una proporción de encarcelamientos equivalente a la de Israel. La ´democracia´ sionista supera a cualquier otro país en posesión de cárceles por habitante (incluyendo los ´territorios´ palestinos).
Al mismo tiempo se acaba de revelar un fenómeno sustancial: “Trescientos mil israelíes se han ido al exterior desde el 7/10”, por un lado, para desertar de sus obligaciones con el ejército (Gilbert Doctorow), por el otro, para salir de un territorio asediado por la guerra permanente de su propio Estado. Según Vladimir Splovyov, del Sunday Evening, “si se proyecta este número de deserciones sobre la población general de Israel y se lo compara con quienes abandonaron Rusia para no ir a la guerra de Ucrania desde el 22 de febrero de 2022 (cuando se decretó un enrolamiento masivo) en proporción deberían haberse marchado 4.5 millones de rusos -entre 10 y 15 veces más de los que emigraron por ese motivo-. La conclusión ineludible es que los rusos son mucho más patriotas que los israelíes” (ídem).
La ‘conclusión’ de Splovyov es torpe: ni Putin ni Netanyahu están librando guerras patrióticas progresivas. El mundo enfrenta un escenario de guerras imperialistas que debe ser abolido mediante la revolución socialista.