Escribe Norberto Malaj
Un niño asesinado cada 10 minutos.
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Las grandes ´estrellas´ de las campañas de bombardeos israelíes sobre Gaza son los F-16. Este avión militar de la compañía Lockheed sólo lo poseen, en Medio Oriente, el estado sionista, Egipto y dos emiratos del golfo pérsico (Bahrein y E.A.U.). Turquía, Arabia Saudita y otros países pugnan desde hace años por tenerlos.
Las toneladas de bombas ´superinteligentes´ que descargan esos aviones, destruyen Gaza y segan la vida de los gazatíes -y en forma muy especial de sus niños- son también producto de la industria armamentística norteamericana.
“Armas y armamentos han estado llegando a Israel mediante aviones C-17 y aviones comerciales estadounidenses prácticamente desde el 8 de octubre. El Washington Post informó que 15.000 bombas y 57.000 proyectiles de artillería (155 mm) llegaron por vía aérea, una cifra consistente con la cantidad estimada de municiones gastadas en la campaña de ocho semanas y la capacidad de carga del avión. Los suministros menos urgentes llegan en barcos menos glamurosos y de mayor capacidad”, informa Zoran Kusovac (Al Jazeera, 3/12).
“A medida que ahora se reanudó la campaña de bombardeos, los medios revelaron los tipos de bombas enviadas a Israel, centrándose principalmente en las pesadas especializadas ´destructoras de búnkeres´. El informe afirma que se enviaron 100 bombas BLU-109. Algunos medios especularon que esta entrega podría significar un cambio de táctica contra Hamas, pero no hay nada de qué entusiasmarse. La BLU-109 de 900 kg (2000 lb) no es más que una ´bomba tonta´ con paredes exteriores más gruesas que las bombas de uso general, que le ayudan a penetrar más profundamente en la tierra o a través de capas más gruesas de hormigón de refuerzo antes de explotar. La bomba MK84 de uso general de la clase de peso correspondiente transporta 430 kg (950 lb) de explosivos, mientras que los ´destructores de búnkeres´ pesan 240 kg (530 lb)” (ídem).
“El BLU-109, que cuesta a los contribuyentes estadounidenses 65.000 dólares cada uno frente a los 16.000 dólares del MK84, es de poca utilidad para Israel como bomba tonta. Para que sea eficaz y capaz de alcanzar objetivos con precisión, es necesario actualizarlo con una unidad principal de guía láser mucho más costosa y una unidad de cola de control. Según los mismos informes, EE.UU. entregó 3.000 kits JDAM que convierten bombas tontas en armas inteligentes. Además de 100 destructores de búnkeres, las entregas estadounidenses supuestamente incluyeron dos tamaños de bombas tontas de uso general: 5.400 MK84 -900 kg (2.000 lb)- y 5.000 MK82 -450 kg (1.000 lb)- y 1.000 bombas GBU-39 de pequeño diámetro guiadas con precisión- 150 kg (300 libras)”.
La provisión de estas últimas bombas de ´precisión´ respondería a la ´preocupación´ de Antony Blinken, el secretario de estado yanqui, sobre “los niveles masivos de pérdida de vidas civiles y la escala de desplazamientos que vimos en el norte de Gaza que no deberían repetirse en el sur”. Con ironía dice Zoran Kusovac, “supuestamente Blinken recibió garantías israelíes de que intentarían matar a menos civiles, pero el número de víctimas en las primeras 24 horas de nuevos combates, con casi 200 muertos en el bombardeo, deja poco lugar para el optimismo” (ídem).
EE.UU. es también el proveedor de las bombas incendiarias de fósforo blanco que se han usado ahora en Gaza y antes en las guerras de 2006 y en 1982 en el Líbano. Israel y EE.UU. violan de este modo el Protocolo III de Naciones Unidas sobre ciertas armas convencionales que prohíben el uso de fósforo blanco cerca de poblaciones civiles (Stephen Semier (Information Clearing House Info, 29/11).
Por todo esto Human Rights Watch ha llamado a un embargo de armas a Israel; aun cuando el embargo se formula en forma igualitaria contra las organizaciones guerrilleras palestinas que ni remotamente tienen la capacidad de adquirir equipamiento equivalente.
“El apoyo incondicional de Biden a la ofensiva militar israelí y la cesión de todo tipo de armamento previsiblemente da lugar a los resultados conocidos. Se trata de un castigo colectivo sobre la población civil, con la intencionalidad de atacar escuelas, hospitales y viviendas, donde muere un niño cada 10 minutos, descripto como el ´infierno sobre la tierra´ por líderes de Naciones Unidas” (ídem).