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La supuesta célula terrorista que la ministra Bullrich se jactaba hace apenas unos días de haber neutralizado, resultó un patraña. En las afirmaciones vertidas en una conferencia de prensa insinuó que esta célula se disponía a concretar un atentado contra la comunidad judía. Pero no es lo que ha sido presentado en la causa judicial. Según La Nación, hay sospechas en la justicia de que la acusación a estas tres personas de “integrar una asociación criminal transnacional de existencia ininterrumpida en el tiempo que se dedica a la organización y perpetración de atentados terroristas”, no sería más que una `fábula´. Bullrich se ha convertido en una embaucadora profesional con facultades represivas. Pero los acusados siguen detenidos.
Con el correr de los días, se verificó -contra lo que había afirmado Bullrich- que solo uno de los tres detenidos, que se dedica a la venta de perfumes en Bogotá y es instructor de ping-pong, es nacido en Siria, pero reside desde hace mucho tiempo en Colombia, luego de haberlo hecho en Venezuela. Sólo con esto en la mano, Bullrich cargó con provocaciones internacionales contra los gobiernos de estos dos países por involucrarlos en una supuesta demora en oficializar pasaportes. Esta persona se iba a hospedar en un hotel del microcentro porteño cercano a la Embajada de Israel. El dueño del hotel le comentó la llegada de este huésped a un argentino apodado El rubio, que se presenta como “agente inorgánico de la CIA”, que ya ha presentado denuncias sobre supuestos atentados antisemitas en el pasado. El tercer detenido resultó ser otro argentino, un peluquero, a quien El rubio denunció por estar esperando la llegada de un paquete proveniente de Yemen, que no se ha podido comprobar. En cualquier caso, su peluquería fue destrozada en la pesquisa de la Policía Federal. Un fiscal ordenó la liberación del temerario peluquero, al comprobarse la falta de pruebas en su contra.
Bullrich mintió descaradamente al afirmar que las sospechas fueron confirmadas por la CIA y el Mossad, lo cual no figura en el expediente abierto por Servini ni ahora por la jueza María Eugenia Capuchetti. Además de lo declarado por El rubio, la otra “pista” de esta extraña pesquisa proviene de un gendarme, que nunca ratificó en sede judicial. Además, este gendarme afirma que fue contactado por la Embajada de Israel cuando la versión oficial afirma que habría sido al revés. Otra llamada anónima, recibida en la Embajada de Israel, se utilizó para proceder a las detenciones.
Más allá de estas novedades, todo el operativo resultaba burdo: ¿por qué los sospechosos ingresarían al país por su principal aeropuerto y recibirían elementos explosivos por encomienda internacional?
Luego de conocerse lo insustancial del caso, Bullrich se desentendió y derivó el seguimiento del caso a la justicia. Con el peritaje de los teléfonos de los detenidos podría terminar de comprobarse el monumental fraude montado, un show para congraciarse con el sionismo que desde ya no cumplirá con este cometido. Bajo el amparo de las “leyes antiterroristas”, tres personas siguen privadas de su libertad. El despilfarro de recursos en todo este operativo debiera ser respondido por el patrimonio personal de la Ministra, aplicando su propio método, seguido de su destitución e investigación por difusión falsa de calamidades públicas. Bullrich está buscando ´terroristas a medida´ de una provocación de mayor alcance.