El funcionamiento del transporte es un sabotaje al paro del 24

Escribe Comité Editorial

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La semana pasada se conoció la adhesión de la Confederación del transporte (CATT) al paro de 12 horas del próximo 24 de enero, convocado por la CGT.

La CATT incluye a la UTA y a los sindicatos ferroviarios. En las declaraciones posteriores a la resolución, sin embargo, los dirigentes “abrieron la posibilidad” de asegurar el 30% de los servicios, para “facilitar, dijeron, la concurrencia a la movilización”. Es injurioso que se aplica a la huelga contra el proyecto criminal de ley ómnibus, la disposición de este mismo proyecto de que se debe garantizar el 30% de asistencia en la eventualidad de la declaración de una huelga. Sólo por este motivo, los sindicatos del trasporte – ferroviario, aeronáutico, de larga distancia, colectivos y subte – deberían declarar un paro total.

La huelga está convocada para millones de trabajadores; no es el transporte lo que movilizará a grandes mayorías a la calle sino la disponibilidad de lucha y la organización. Los sindicatos deben encargarse de organizar la movilización, y tienen los recursos para ello. La presencia del transporte da la impresión a los diferentes sectores de la sociedad de que “el paro fracasó ‘. Ningún paro activo se hizo en Argentina con el funcionamiento del transporte; sino con los compañeros del transporte parando. Convertir una cuestión política, como es asegurar la huelga de millones y la movilización de decenas de miles, en una cuestión técnica, es una maniobra para quitarle fuerza a la huelga. El transporte podría servir para que la salida al mediodía sirva para que muchos vuelvan a sus casas, y para que otros concurran a trabajar a los turnos tarde y noche.

Los dirigentes sindicales saben mejor que nadie que el 40% de la fuerza laboral argentina se encuentra precarizada. Mucho mayor es el número de trabajadores desorganizados y sin representación gremial de base. En esas condiciones, un paro del transporte actúa como un gran “paraguas” -o un gran piquete- que ampara al trabajador precario o desorganizado -muchas veces librado a la más completa arbitrariedad patronal- para parar con el conjunto de la clase obrera.

En diciembre del año pasado, millones de personas salieron a la calle para celebrar la Copa del Mundo, a pie. Llenaron los espacios que hoy la Bullrich quiere vedar. Es necesario alentar las aglomeraciones, las marchas y la auto-organización porque son parte de los métodos de una huelga activa. No debemos ir al Congreso como corifeos de los diputados ‘opositores’ sino como huelguistas dispuestos a derrotar al DNU (que el Congreso no ha anulado) y la ley ómnibus, y al gobierno que se propone gobernar a fuerza de decretazos

La medida incluida en el DNU que convierte en “esencial” al transporte público, junto con otras actividades, es por sobre todas las cosas un arma contra la huelga general. Precisamente, pretende obligar a los choferes a cumplir con un “mínimo” de servicios en un paro. Apunta a crear las condiciones para vulnerar una huelga o un paro de mayor alcance. El derecho de huelga es un derecho colectivo, que ejercen, no individuos o grupos de ellos, sino una clase social en su conjunto. Para la mayoría trabajadora, lo único “esencial” en una huelga es su cumplimiento y la victoria de sus propósitos. Naturalmente, esta última cuestión excede al paro ´puntual´ convocado por la burocracia sindical, y exigirá una huelga general hasta derrotar al paquete legislativo de Milei y a su gobierno golpista. Pero el primer paso, naturalmente, es un paro masivo el día 24.

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