Por testeos masivos y un protocolo para las villas de la Capital

Escribe El Be

Se disparó la curva de contagios.

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Mientras el gobierno nacional y el porteño avanzan en conjunto con un programa de “flexibilización” de la cuarentena, en las villas de la Capital la curva de contagios se ha disparado y han llegado los primeros muertos por coronavirus en las villas 1-11-14 y 31. Según el portal del Cronista “la escalada de casos positivos obligó al gobierno porteño a confeccionar en las últimas horas un parte diario solo dedicado a la situación de las villas. Según datos de esta tarde (4/5), la Ciudad confirmó 322 casos de COVID-19 en los barrios vulnerables de la Ciudad. Los más afectados son el Barrio 31 con 219 casos y el asentamiento 1-11-14 con 79. Además de la 1-11-14 y la 31, el virus ya llegó a las villas Oculta (6 casos), Villa 21-24 (6 casos también), Villa 20 y varias más.

Las villas de la Ciudad son una constante bomba de tiempo en materia sanitaria, incluso en tiempos sin pandemia. La brutal escalada de contagios por coronavirus en pocas semanas superó la epidemia de dengue que viene afectando a los barrios desde mucho antes, en primer lugar, a la 21-24. La velocidad de propagación del virus sólo se explica por las precarias condiciones de vida en las villas, que los gobiernos nacional y municipal se encargaron de mantener durante décadas, posponiendo indefinidamente los planes de urbanización, o sometiéndolos a las necesidades de los negocios inmobiliarios.

¿Por qué la Villa 31 es el barrio más afectado?

Durante las primeras semanas de la cuarentena, las villas de la ciudad se mantuvieron sin casos de contagios. El primer caso en la 1-11-14 se conoció tres semanas después de declarada la cuarentena. La villa 31 llegó a cumplir un mes sin verse afectada por casos de COVID-19. Una vez que el virus entró a los barrios, en pocos días se multiplicaron los casos. Los 133 casos confirmados en la Villa 31, a sólo dos semanas de confirmarse el primero de ellos, se explica por las condiciones extremas que atraviesa el barrio, como la falta de agua corriente afecta a grandes sectores del barrio desde hace más de una semana. La crisis del agua reveló que bajo la apariencia de la “unidad nacional” contra la pandemia, de los gobiernos nacional y de la ciudad, quienes salieron a culparse mutuamente en todos los medios, sólo actúan como bandos que rivalizan para ver quién paga el mayor costo político de esta crisis.

Pero la falta de agua no es la única explicación de la propagación del virus en la Villa 31. Los vecinos del barrio han denunciado desde el comienzo de la pandemia que no existe ningún protocolo para abordar los contagios. Las familias de los contagiados por coronavirus deben “auto-aislarse” en sus hogares por su propia voluntad, ya que ninguna autoridad interviene para garantizar el aislamiento de posibles contagiados, ni van al barrio a realizar testeos a quienes estuvieron en contacto con ellos. La primera fallecida por coronavirus en la 31 es un caso testigo de esto: su hija había sido diagnosticada con COVID-19 y no se aplicó un protocolo de aislamiento ni un testeo inmediato a su familia.

Ante la escasez de camas en los hospitales, el gobierno prometió habilitar habitaciones de hoteles para albergar contagiados. Las medidas concretas tomadas al respecto fueron poco menos que nada. Las ambulancias no entran al barrio y aquellos que tienen los síntomas deben salir por su cuenta, a veces recorriendo a pie varias cuadras dentro del barrio, a la salita de salud que se encuentra dentro de la Villa 31. Pero esta salita no cuenta con los recursos para hacer hisopados, por lo que trasladan a las personas que llegan en micros escolares hacia afuera del barrio para poder realizar un diagnóstico de COVID-19.

A este cóctel explosivo se agrega que el gobierno porteño se niega a aumentar las raciones para los comedores populares y a asistir nuevos comedores, a la vez que el gobierno nacional suspendió la entrega de mercadería desde el escándalo de los sobreprecios. Ante la saturación de los comedores existentes, los vecinos del barrio se empezaron a organizar para poner ollas populares a través de las donaciones que van consiguiente. Para las familias que se han “auto-aislado” los vecinos se organizaron para llevarles comida y productos de limpieza a domicilio, ante el abandono total del Estado. Los punteros del barrio, militantes del gobierno, insultan y amenazan a los vecinos que se dedican a esta tarea porque los ven, con razón, como una amenaza a su control territorial.

Ante los más de 150 casos positivos de coronavirus en la 31, los gobiernos nacional y porteños acordaron realizar 300 testeos a personas que hayan estado en contacto con contagiados en el barrio. La medida, evidentemente, está muy por debajo de lo que se requiere para frenar los contagios. Teniendo en cuenta que la propagación del virus se ha disparado, las medidas deben ser de fondo: testeos masivos en todo el barrio y aislamientos preventivos en hoteles para los adultos mayores y personas en riesgo; garantizar en forma urgente el agua potable a todo el barrio; asistencia a los comedores y ollas populares; desinfección, limpieza y descacharreo del barrio.

Estas medidas están en las antípodas de la línea del gobierno. La única forma de garantizar la cuarentena en los barrios es con la propia organización de los vecinos en comités barriales que puedan arrancar al Estado todos los recursos que se necesitan. Las ollas populares que se han puesto en pie funcionan como centros de organización y lucha de los vecinos. Desarrollemos un debate en todos los comedores y ollas para definir un programa en defensa de la salud y la vida de los vecinos.

Por testeos masivos y un protocolo para los barrios Por comités barriales que organicen la vida cotidiana de los barrios

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