Dengue: “La mayor epidemia de la historia", y nada…

Escribe Carlos Suárez

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El ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak, recientemente declaró que estamos atravesando “la epidemia de dengue más grande de su historia y aseguró que el brote podría durar un mes más hasta iniciado el otoño” (Página/12, 23/2). Según el propio Ministerio de Salud, “durante la temporada 2022-2023 se notificó un récord de 130.000 casos. En esta temporada, que empezó a fines de octubre de 2023, ya se registraron 95.705 pacientes con dengue, 82% de los cuales fueron diagnosticados durante 2024” como lo afirma en el mismo diario. “Probablemente en 2024 se superen los casos (de contagio) de la temporada anterior”, anticipó Susana Lloveras, médica infectóloga del Hospital Muñiz (Página/12, 11/3).

La impotencia de los gobiernos capitalistas vuelve a emerger ante cada circunstancia que se presenta.

En este caso se trata de la propagación del dengue que se ha sumado a la actual catástrofe sanitaria, ya que ingresamos a una epidemia con una absoluta falta de preparación y prevención oportuna a pesar de los informes epidemiológicos que así lo afirmaban.

“Todas las provincias confirmaron casos en las primeras siete semanas del año; las notificaciones al sistema nacional de vigilancia sanitaria superan las 100.000” (La Nación, 1/3).

Cada vez son más los municipios que superan los 100 casos por día y frente a esto la provincia se ha limitado a señalar que “la situación es muy complicada” e instó públicamente al Gobierno nacional “a tomar cartas en el asunto”, como si ya no lo hubiera hecho con la reducción presupuestaria que provocó el actual recorte a la salud. Además le reclama que “se encargue de conducir el manejo de la epidemia que es a nivel nacional”, cuando de igual manera ha abandonado a las provincias y a sus trabajadores a la nada.

Las campañas desde los municipios se han limitado a dar consejos sobre cacharros y demás, cuando el causante principal es la pobreza creciente. Esta razón ha hecho que cada barrio se transforme en un potencial centro productor de larvas mucho mayor que una tapita o cacharro que acumula agua en una casa, como lo son gomerías, cementerios de vehículos, instalaciones abandonadas, terrenos baldíos o basurales de todo tipo que muchas veces son promovidos por las intendencias.

Han llegado al extremo de plantear que las vacunas no corresponden porque debe darse la segunda dosis recién a los tres meses de la primera. Y lo dicen a sabiendas de que estamos ante una endemia, es decir, algo que vino para quedarse, excepto que nos demos las herramientas para expulsarla.

Supuestamente, el gobierno provincial estaría distribuyendo repelentes gratuitamente en los lugares afectados; pero estos ni siquiera son suministrados en los hospitales, donde las personas infectadas deberían ser las primeras en protegerse para evitar la proliferación de contagios.

De igual modo ocurre en numerosas escuelas, que no están siendo protegidas ante la epidemia en curso.

No sólo se debe declarar de inmediato la emergencia sanitaria, sino que es necesario incorporar al programa de la clase obrera la gratuidad de vacunas contra el dengue, la fumigación de escuelas y barriadas, los test correspondientes y repelentes gratuitos.

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