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La epidemia de Dengue se ha multiplicado y extendido en todo el continente, abarcando zonas y regiones que estaban fuera del alcance de la misma en años anteriores.
Brasil, con 1.500.000 casos (se esperan que superen los 4 millones), es donde la situación se encuentra fuera de control, especialmente en la capital, Brasilia, o en Río de Janeiro, que concentran la mayoría de los casos.
Paraguay está llegando a los 700 mil infectados. Cifras elevadas también se han producido en Perú, pero han crecido los casos en el resto de los países del continente, superando lo ocurrido en el periodo 2022-2023.
Argentina no escapa a este panorama. En 18 de las 24 provincias se han producido casos de dengue de origen autóctono. Los contagiados suman hoy 100.000 casos, cuando en todo el periodo de octubre a octubre 2022-2023, llegaron a los 130.000. En Tucumán, por ejemplo, se acercan a los 7.000 los infectados, cuando el año anterior, para la misma fecha, los casos apenas sumaban 910. En toda la región norte del país la epidemia se ha transformado en endemia. En los países más afectados, los fallecidos se contabilizan por miles. En la Argentina, por ahora, son 47 los fallecidos.
Todos los especialistas coinciden en que los datos siempre se refieren a los casos registrados en los centros de salud pública o privada, pero que por cada caso registrado hay que sumarle otros 10 casos, ya sea porque se puede presentar como asintomático, o en forma leve y la persona afectada decida no concurrir al centro de salud.
Otro hecho que destacan los especialistas es que en los países con más afectados ya circulan los 4 serotipos del dengue, lo cual complica la inmunidad de quien sufrió la enfermedad y se sobrepuso. Aunque queda inmunizado para ese serotipo, puede contagiarse con los otros, con el agravante de que las segundas infecciones siempre se presentan de manera agravada. En la Argentina ya circulan tres de esos serotipos.
Desde los organismos oficiales se ha puesto el acento en la responsabilidad individual, en lo que se denomina el descacharreo, el uso de repelentes, mosquiteros y tules de protección.
Está claro que gran parte de la población hundida en la pobreza o la indigencia, no está en condiciones de asumir estos gastos e inclusive tareas. Los repelentes más comunes superan los 1.000 pesos, otros están por encima de los 1.500, y está plenamente comprobado que los repelentes o las tareas de fumigación han perdido efectividad pues los mosquitos han generado gran resistencia a todos estos insecticidas.
Estos mismos especialistas han señalado que el acento tiene que estar en las acciones de gobierno orientadas al saneamiento ambiental, la eliminación de charcos y aguas estancadas, de basurales y microbasurales (son centenares en todas las ciudades), y la fumigación en zonas muy especiales y realizadas por personal especializados y con uso de insumos autorizados y verificados.
El vaciamiento del sistema de salud ha producido entre otros factores la carencia de personal para la atención multiplicada de los casos y la vez la falta de agentes sanitarios que puedan recorrer los barrios y zonas afectadas para enseñar y verificar las tareas necesarias de las familias y las acciones de los gobiernos para contener y evitar la propagación de los contagios.
Otro hecho que se ha introducido este año es la llegada de la vacuna contra el dengue, que el gobierno no ha incluido dentro del calendario (sí se aplica en Brasil, incluso reclamada por los sectores bolsonaristas), con el argumento de que no está comprobado que surta efecto, cuando ha sido autorizada por la ANMAT. La vacuna importada de Japón está en el país, pero solo la aplican en vacunatorios privados en dos dosis separadas por tres meses, y cuyo valor actual de la primera dosis es de 70 mil pesos, y la segunda es actualizada de acuerdo al costo de vida.
El dengue es una epidemia muy seria, con poca letalidad por el momento, pero que muchos casos requieren internación, es muy dolorosa en sus síntomas, incluso se están estudiando secuelas de diversos tipos productos de haberla sufrido, con el riesgo de volverse a infectar.
Los movimientos de lucha piqueteros y sindicales deben incluir en sus plataformas de reclamos, la aplicación gratuita de la vacuna contra el dengue, en segundo lugar, la provisión de todos los insumos para uso cotidiano en el hogar, (repelentes, espirales, telas mosquiteras, tules, etc.); la incorporación de agentes sanitarios que en combinación con delegados electos por manzana efectúen el recorrido y se establezca la hoja de ruta de las tareas de saneamiento ambiental y acceso al agua. Finalmente, la incorporación de personal especializado para la atención y eventual internación de los casos de mayor gravedad, lo cual supone el aumento del presupuesto de salud en todas las jurisdicciones.
La política de Milei y de sus socios gobernantes en las provincias va a contramano de estas acciones. Con la organización y la lucha se debe imponer estas medidas de emergencia.
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