Escribe Gabriela López Matos
Un debate ante la adaptación y cooptación del movimiento de mujeres
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El lunes 4, en la ciudad de La Plata, se realizó una jornada bajo la consigna “la violencia de género no está en cuarentena” para denunciar los femicidios y la violencia creciente contra las mujeres y comunidad LGTBI+. Hasta la fecha, se han registrado 41 muertes y un aumento de los llamados a la línea 144 (el primer día de cuarentena se atendieron más de cinco mil llamados).
La jornada se desarrolló en frente de la Municipalidad con carteles de los nombres de cada una de las mujeres asesinadas y diferentes consignas, respetando las medidas de distanciamiento y el uso de barbijos.
Al finalizar la concentración se dio lectura a un documento acordado por todas las organizaciones presentes, excepto la nuestra. Impulsamos y participamos de la iniciativa, pero sin suscribir el documento de la Multisectorial de mujeres, lesbianas, trans, travestis y bisexuales de La Plata.
Así como sucedió en el Plenario sindical convocado por SUTEBA Ensenada, los debates y posiciones manifestados por las organizaciones de izquierda son aleccionadores.
De la mano de los despidos, el hacinamiento y el hambre han aumentado también las denuncias por violencia de género. Es indudable que frente a la creciente tensión social la violencia en los hogares se ha agudizado. Sin embargo, afirmar que “desde la implementación del aislamiento social obligatorio, el mayor peligro para las mujeres en situación de violencia está en los hogares”, y que “los casos de femicidios, travesticidios y violencia machista aumentaron de manera dramática con la cuarentena”, significaría que la cuarentena es la responsable de esta violencia y concluir debería levantarse.
Estamos ante un escenario excepcional, pero que tiene como común denominador al mismo régimen social y al mismo Estado capitalista (clerical), y al mismo cuadro de sometimiento de la mujer y a las mismas instituciones, como la sujeción familiar de mujeres y niños. Esto la declaración simplemente lo ignora, y traza un cuadro interesado de la situación. Hasta la fecha, no se han construido casas refugios ni centros de atención para las víctimas de violencia de género y, peor aún, han dado piedra libera a los despidos y las suspensiones laborales, sometiendo al hambre a gran parte de las familias trabajadoras.
La pandemia es de por sí el mayor agravante de la crisis social de los trabajadores, que amenaza sus vidas en los lugares de trabajo, el transporte o el tránsito corriente. La cuarentena es la herramienta de protección que tiene a mano el estado y el capital para evitar una masacre de su fuerza laboral. Agrava la violencia social y de género en su condición de instrumento de aislamiento social.
A las trabajadoras que ven crecer el ritmo del trabajo doméstico, organizar las ollas en sus barrios, despedidas de sus empleos u obligadas a trabajar en condiciones de riesgo, tenemos que señalarles al verdadero responsable, este sistema social. Es el Estado capitalista, y no el aislamiento, el responsable de la violencia estructural que padecemos las mujeres. Por eso debemos organizarnos defendiendo la cuarentena bajo un programa que garantice la vida y la salud de la familia obrera.
Defender la cuarentena significa luchar por una de las pocas herramientas que tenemos las mujeres trabajadoras para resguardarnos del contagio del covid-19, es decir de la muerte ¿No es que la vida es más importante que sus beneficios? Enseguida viene el testeo masivo, que permite trazar un combate más eficaz contra la pandemia, pero que de ningún modo la resuelve, incluso puede revelar la necesidad de reforzar la cuarentena. Necesitamos un programa que enfrente la violencia hacia las mujeres, como parte de un programa contra la violencia que ejerce el capital y estado en el marco de la pandemia – ahora reclamando ‘la reapertura’, sin que se hubiese registrado ningún avance en el testeo ni en la capacidad de atención médica. Este ‘aflojamiento’ de la cuarentena, ¿es el que va a mejorar la situación de la mujer? Necesitamos que se confisquen espacios para ser utilizados como casas refugios, que se otorgue un subsidio a la víctima de violencia equivalente a un salario igual a la canasta familiar, por ejemplo. Y no, por el contrario, flexibilizar el aislamiento para confinar al contagio a los trabajadores como exigen los grandes monopolios.
Por su parte, el MST-FIT U planteó que las organizaciones de mujeres y el Ministerio de la Mujer, se integren al Comité de Crisis. Desde el Plenario de Trabajadoras (Tendencia) impulsamos la organización independiente de las y los trabajadores en comités que discutan y defiendan sus condiciones en el marco de la pandemia. Ni el Comité de Crisis ni el mismo Ministerio de la Mujer se hacen carne del reclamo de miles de compañeras que atraviesan una situación de violencia en sus hogares. Rechazamos la cooptación del movimiento de la mujer por parte del Estado. Exigimos controlar al estado y sus comités de crisis, no asociarnos a ellos; sería como integrar el gabinete del gobierno ¿Por qué pediríamos nosotras integrarnos e integrar a un Ministerio, que no ha tomado ni un sólo reclamo del movimiento de mujeres, a un Comité que discute cómo rescatar a los grandes capitalistas de esta crisis económica?
Desde la Tendencia, participamos de la convocatoria de la Multisectorial con un programa: casas refugios, ningún despido, suspensión o reducción del salario, salario igual a la canasta familiar, pase a planta permanente.
Ese programa es un aporte para deliberar en las asambleas en los lugares de trabajos o virtuales, en los comités barriales, en los plenarios obreros, es decir para discutir cómo luchamos contra la violencia y los femicidios entre las trabajadoras, activistas y también con nuestros compañeros de clase. El debate excede a un conglomerado de organizaciones feministas. La lucha contra los femicidios y la violencia de género no puede separarse de la lucha contra la enorme violencia capitalista que están descargando sobre nuestras espaldas en la actualidad.
Como dice un graffiti, el virus es el capitalismo, el femicida también es el capitalismo