Escribe Mario Coutouné
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El día 25 de marzo, el comandante de la Brigada XII coronel Sanmillán ordenó tapar con escarapelas los pañuelos de las Madres que habían pintado en la vereda, frente a la sede del comando de la brigada, organizaciones de derechos humanos con motivo del aniversario del golpe del 76. El hecho fue fotografiado y difundido por la misma fuerza. “Nos pareció inapropiado que pintaran un símbolo que representa a una minoría”, dijo Sanmillán, “y lo reemplazamos por uno que nos representa a todos”. El intendente y el Concejo Deliberante de Posadas no emitieron palabra a pesar de que repercutió en todo el país.
Es la segunda provocación en menos de un mes: a principios de marzo, el genocida Héctor Losito -condenado a prisión perpetua, benficiado con la “prisión domiciliaria”, actualmente en libertad por haber cumplido dos tercios de la pena- fue recibido con honores militares en la sede del Regimiento de Infantería Monte 30, ubicado en la ciudad de Apóstoles, en el sur de la provincia de Misiones. La ceremonia incluyó banda de música y formación de soldados. El video y fotografía fue difundido por la propia fuerza.
Sobre estos hechos no se han pronunciado el gobierno provincial ni su Ministerio de Derechos Humanos, ni tampoco, sobre todo, la CGT, una recién llegada, con cuarenta años de demora, a las movilizaciones de repudio al golpe.
El ascenso de Milei-Villarruel ha entusiasmado a los represores y a sus admiradores castrenses, civiles y eclesiásticos; incluso denodados “demócratas” -Carrió, Fernández Meijide- se han sumado al coro de quienes piden el traslado de los genocidas a sus domicilios por “razones humanitarias”. La pretensión de involucrar a las fuerzas armada en la represión interna -apoyado por todo el arco político patronal- en nombre de un difuso “combate al terrorismo”, se entrelaza con la reivindicación videliana que cultiva la secta libertaria que gobierna el país.
El silencio no es salud: estos atropellos deben ser denunciados, la movilización en defensa de las libertades democráticas es inaplazable.