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El martes a la noche, mientras la prensa burguesa y los jerarcas occidentales -incluyendo sus aliados árabes y las tristes comparsas estilo Milei- se desgañitaban por la respuesta “del Estado terrorista de Irán” al sangriento ataque de Israel contra el Consulado en Damasco, el ejército sionista continuaba sin pausa la limpieza étnica contra los palestinos.
Los ataques se centraron en el norte y centro de la Franja de Gaza, en Beit Hanoun y el este de Jabalia. "El ejército de ocupación estableció un centro de interrogatorios detrás de la escuela que alberga a cientos de desplazados", denunció Hamás en un comunicado: "Las mujeres fueron obligadas a quitarse el hijab y los hombres desnudados. Todas las familias de Beit Hanoun fueron obligadas a marcharse y varios jóvenes fueron arrestados".
El mismo martes, un dron israelí mató decenas de personas, la mayoría niños, del campamento de refugiados de Al Maghazi. Otros fueron asesinados en la ciudad de Gaza y en el campamento de refugiados de Nuseirat, invadido por tropas terrestres, que sigue siendo bombardeado mientras se escribe esta nota.
El ejército sionista atacó también las inermes caravanas que pretendían huir de Rafah y volver a su hogar.
Israel ya asesinó más de 33.843 gazatíes desde octubre a la fecha. Unas 10.000 son mujeres y 15.000 son niños. El número de heridos llega a 76.575 y se calcula que por lo menos 8.000 personas permanecen bajo los escombros. La invasión ha forzado el desplazamiento de más del 82 % de la población y la ha dejado al borde de la hambruna. Las ONG internacionales alertan sobre que alrededor de 20.000 niños cuyos padres y madres han sido asesinados deambulan famélicos.
Los Estados árabes que se aliaron con Israel y Estados Unidos para bloquear la respuesta de Irán “se enfrentan ahora a las consecuencias a la luz de la ofensiva de Gaza, para explicar a su opinión pública su coalición sin precedentes” (Haaretz 17/4). Jordania está sacudida por movilizaciones y también por las declaraciones de Abu Ali al Askari, un alto mando de Kataeb Hezbolá, la poderosa milicia proiraní en Irak, que dijo que podrían proporcionar a sus aliados en Jordania “armas ligeras y medianas, misiles tácticos, proyectiles antitanque y toneladas de explosivos” para “12.000 combatientes” en defensa de los “hermanos palestinos” (16/4).
En represalia por el asesinato de un colono cuyo autor se ignora, pero fue adjudicado a los palestinos, “miles de colonos armados, escoltados por el ejército israelí, invadieron aldeas palestinas de Cisjordania, incluidas Al-Maghayer, Khirbet Abu Falah, As-Sawiya, Deir Dibwan y otras en la zona al norte de Ramallah y al sureste de Naplusa”.
Las fuerzas israelíes “protegieron a los colonos, bloquearon las entradas a las aldeas e impidieron que las ambulancias de la Media Luna Roja Palestina atendiera a los heridos”. El informe es de Médicos del Mundo.
La violencia sionista se extendió a toda la Cisjordania y dejó cuatro muertos y un tendal de heridos -incluido un periodista judío del diario Yediot Ahronoth, al que los colonos apalearon y desnudaron-.
Netanhayu ha reforzado el armamento de los colonos y los incorporó como reservistas al ejército regular que actúa en Cisjordania. “El velo de la guerra en Gaza ha permitido a Israel profundizar sus crímenes a gran escala, no solo en toda Cisjordania, sino también en el territorio ocupado de Jerusalén Este”, apunta la periodista palestina Dalia Hatuqa.
El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas denunció que entre el 1 de noviembre de 2022 y el 31 de octubre de 2023 se añadieron 24.300 viviendas familiares a los asentamientos israelíes en Cisjordania. Israel da amparo legal a los colonos desconociendo el carácter de territorio ocupado de la Cisjordania y calificándola como “tierra estatal”. La ONU documentó más de 700 ataques de colonos desde el 7 de octubre de 2023 y el promedio diario se duplicó de dos a cuatro en 2024. Más de 2.000 palestinos debieron huir de sus aldeas y ya no pudieron regresar.
La política de expropiación de Cisjordania coincide con la negativa tajante de Netanyahu a rediscutir la creación de un Estado palestino, ni siquiera con las limitaciones “municipales” que fijaron los acuerdos de Oslo. Y se enfrenta a la estrategia de Joe Biden, que propone remozar a la Autoridad Palestina y entregarle el control administrativo de la “reconstrucción” de Gaza.
Los pogromos avanzaron también contra los judíos antisionistas. La policía allanó Mea Shearim, un barrio de judíos religiosos de Jerusalén, para retirar banderas palestinas. El lunes a la noche, la policía y el ejército israelí tomaron por asalto la Sinagoga y desalojaron a los ultraortodoxos que rezaban allí. Hay ancianos y niños hospitalizados.
La represión no solo se descarga contra las movilizaciones de religiosos que se niegan a servir en el ejército, como pretende el Gobierno, sino que el martes fueron apaleadas las esposas de los rehenes en poder de la resistencia palestina que se manifestaban frente a la casa de Netanhayu exigiendo que retome las negociaciones para su liberación.
A pesar de que la mayoría absoluta de la población israelí avala el objetivo sionista de arrasar Gaza, numerosas voces advierten que Israel está perdiendo su guerra de exterminio y debería replegarse para preparar una guerra regional a gran escala como ya consignó Política Obrera.
“Decir lo que no se puede decir: Israel ha sido derrotado -una derrota total. No se alcanzarán los objetivos de la guerra, no se devolverá a los rehenes mediante presión militar, no se restablecerá la seguridad y no se pondrá fin al ostracismo internacional de Israel.” El balance pertenece a uno de los columnistas estrella del diario Haaretz, de Tel Aviv.
En la misma línea, el experto Yagil Levy afirma que “la guerra de Gaza deja al descubierto un ejército israelí desintegrado. El desmoronamiento del ejército se intensifica cuando los comandantes sobre el terreno tienen claro que el sacrificio de sus soldados no se traduce en ningún logro, que sólo pueden ser logros políticos", explica. (Haaretz 18/3).
Levy se refiere a los incidentes protagonizados por el comandante de la 98ª División, el general de brigada Dan Goldfuss, y por el comandante de la 99ª División, el general de brigada Barak Hiram, como “un síntoma más de la desintegración de la cadena de mando de las FDI”. Goldfuss abandonó la habitual neutralidad de los militares israelíes en el frente y pidió a los líderes políticos que "cada uno tome su parte" del esfuerzo militar, en alusión a los judíos ultraortodoxos, que pueden abstenerse de hacer el servicio militar. Hiram fue sancionado porque demolió una universidad en la Ciudad de Gaza sin consultar con su comandante.
The Economist corrobora los temores sobre la suerte del Estado sionista: “En un momento de poderío militar, Israel parece profundamente vulnerable” se titula un editorial donde reclama que Estados Unidos lo ayude a “salir del infierno de Gaza”. Un alto el fuego temporal y la liberación de rehenes podrían provocar un cambio de gobierno de Israel; el resto de los combatientes de Hamás en el sur de Gaza podrían ser contenidos o desaparecer; y desde los escombros podrían comenzar conversaciones sobre una solución de dos Estados, respaldadas por Estados Unidos y sus aliados del Golfo”.
Si esto no sucede, pronostica el semanario británico, Israel podría quedar atrapado “en la trayectoria más sombría de sus 75 años de existencia, caracterizada por una ocupación interminable, políticas de extrema derecha y aislamiento… en un conflicto que es la principal amenaza a su seguridad". (23/3)
Haciendo oídos sordos a cualquier advertencia, el gobierno sionista persiste en su fuga hacia adelante que parece tener como próximo destino Rafah, al sur, en la frontera con Egipto. Es justo adonde el ejército israelí dio orden de dirigirse al más de un millón de habitantes del norte, al principio de la guerra.
El ejército acaba de llamar a filas a miles de reservistas para “actividades operativas en el frente de Gaza” y el ministro de Defensa, Yoav Gallant, se reunió este lunes para “debatir una serie de medidas en preparación de las operaciones en Rafah, con énfasis en la evacuación de civiles y la expansión de las actividades relacionadas con la entrega de comida y equipamiento médico”.
Según El País de Madrid (17/4), la invasión de Rafah “podría convertirse en parte de la prometida respuesta a Teherán”. El sionismo prepara una verdadera carnicería. Un sondeo difundido este lunes por la Universidad Hebrea de Jerusalén afirma que un 44 % de israelíes apoya invadir Rafah, aunque supusiese una crisis en las relaciones con Estados Unidos, frente a un 25 % que se opone y a un 31 % de indecisos.
Aunque, como dice alguno en la Biblia, dios ciega a quienes quiere perder.