Escribe Olga Cristóbal
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El gobierno de Benjamin Netanyahu en una misma semana concluyó el aniquilamiento de Al Shifa, el mayor complejo hospitalario de la Franja de Gaza con un saldo de cientos -tal vez más- de pacientes, refugiados y personal de la salud muertos; asesinó deliberadamente a siete trabajadores -cuatro extranjeros- de una ONG que llevaba alimentos y trabajaba coordinadamente con el alto mando israelí, y bombardeó el consulado iraní en Damasco (Siria), matando a varias personas, entre ellas a un comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), el general de Brigada Mohammad Reza Zahedi y a otros dos altos mandos.
El ataque en Damasco deja planteada la extensión de la guerra a todo Medio Oriente. Aunque el gobierno de Biden trató de desmarcarse del ataque con una rápida llamada al régimen de los Ayatolás, Irán acusa a Estados Unidos de ser responsable del ataque. Con esta agresión, Israel pone al rojo vivo la posibilidad de una confrontación regional, capaz de involucrar directamente a Estados Unidos. La provocación a Irán podría esconder “una huida hacia delante de Netanyahu destinada, en último extremo, a sostenerle en el poder aún a costa de una nueva guerra de consecuencias impredecibles” (publico 4/4). Netanyahu enfrentó esta semana masivas movilizaciones que se extenderán hasta el 6 de abril. Exigen su renuncia, la inmediata convocatoria a elecciones y un pacto para que regresen los rehenes. Fue una de las mayores movilizaciones desde que empezó la invasión a Gaza.
Los sionistas han desplegado desde octubre una política de asesinatos selectivos que costó la vida de 196 empleados palestinos de Naciones Unidas y ONG internacionales, y mató a 103 periodistas. Los siete trabajadores de la World Central Kitchen (WCK) asesinados viajaban en vehículos con ayuda humanitaria claramente identificados, en una zona donde no había operaciones militares y seguían un trayecto informado previamente al Ejército israelí. De las 8 víctimas, cuatro son los primeros extranjeros muertos por la ocupación. WCK decidió retirarse de Gaza, lo que es un duro golpe a la asistencia humanitaria. WCK se llevó las 400 toneladas de ayuda humanitaria que debía repartir en Rafah, en la frontera con Egipto, el anunciado próximo objetivo de la limpieza étnica sionista.
La semana fue un condensado de crímenes de guerra. El Ejército israelí se retiró de Al Shifa tras 18 días de ataques masivos. Durante el asedio, impidió el ingreso de agua y alimentos, matando literalmente a los pacientes de hambre. Familiares de pacientes fueron ejecutados o arrestados, y algunos enfermos también, incluido niños, denuncian los sobrevivientes. Los sionistas admiten haber asesinado a unos 200 supuestos milicianos y detenido a otros 500. No dijeron, en cambio, qué pasó con los 3.000 refugiados gazatíes que se encontraban en el centro médico cuando comenzó el asalto. Videos filmados por los propios sionistas muestran a algunos médicos, desnudos, ejecutados por negarse a abandonar los pacientes. “Aunque no podemos confirmar el número exacto de víctimas, cientos de personas han muerto, incluido médicos. Hay cadáveres tirados en la calle. También hubo detenciones masivas de personal y otras personas dentro y alrededor del Hospital”, dice un comunicado de Médicos Sin Fronteras, que informó que su clínica dentro del complejo fue totalmente arrasada.
La destrucción en la Franja carece de precedentes desde la II Guerra Mundial y los crímenes de guerra de Israel son difundidos orgullosa cuando no jocosamente en las redes sociales a través de vídeos grabados por los propios soldados israelíes. “Muestran asesinatos de civiles, incendios de casas por diversión, robos, torturas y humillaciones a detenidos, bromas con ropa interior femenina” (EP 31/3). Desde octubre, el Ejército israelí asesinó unas 32.500 personas -70% mujeres y niños- y la prohibición del ingreso de ayuda alimentaria hundió a más de 1,2 millones en el grado más alto de la hambruna.
Gaza, que supo ser “el mayor campo de concentración a cielo abierto del mundo”, en palabras del jefe de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, es hoy el “mayor cementerio a cielo abierto del mundo”.
Israel ejecuta y celebra el genocidio palestino a cara descubierta porque, como señala El País, su “aislamiento internacional” es “más retórico que real”. Pese a las masivas movilizaciones en el mundo árabe y las capitales occidentales, y a los rezongos diplomáticos, “los cinco países árabes que mantienen relaciones diplomáticas con Israel (Jordania, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Baréin) no las han cortado”. La Unión Europea reforzó la ayuda militar y Estados Unidos, que entrega anualmente a Israel 3.800 millones de dólares, mantiene las entregas de armamento y financiación.
Zaki Shalom, experto en relaciones entre los dos países en el Instituto Misgav de Seguridad Nacional y Estrategia Sionista, lo explica clarito: “Hay diferencias con Estados Unidos pero la verdad es que en estos seis meses nos han dado lo más importante que necesita Israel. Lo primero, libertad de acción. En Gaza hacemos casi todo lo que queremos hacer, incluidas cosas que eran tabú en anteriores enfrentamientos, como estar dos semanas en el Hospital Al Shifa, o destruir mezquitas o universidades que creemos que podían suponer una amenaza”, añade (EP Ídem).
Este jueves, Biden instó a Benjamin Netanyahu, a lograr un "alto el fuego inmediato" en la Franja de Gaza, informó la Casa Blanca. Y advirtió a Netanyahu que el futuro apoyo de Estados Unidos a la guerra en Gaza dependerá de las acciones "concretas" que tome para minimizar el daño a civiles en la Franja de Gaza y garantizar la seguridad de los trabajadores humanitarios (DW 4/4).
Pavadas. El portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Mike Matthews, dijo que respaldaría un asalto israelí contra Rafah, donde se refugian 1,5 millones de palestinos porque un escenario en el que “Israel no haga nada respecto a los combatientes de Hamás que siguen en Rafah” es “inaceptable”.
El gobierno de Biden “ha venido autorizando en silencio en los últimos días ―en los que subía el tono contra la invasión de Rafah― la entrega a Israel de 1.800 bombas MK84 de 900 kilos, 500 bombas MK82 de 227 kilos y 25 cazas F-35 y motores”, según develó el viernes pasado The Washington Post.
Los envíos se concretaron mientras Netanhayu repite que “nada detendrá la operación militar contra Hamás en Rafah”.