Escribe Olga Cristóbal
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Las universidades norteamericanas de la Ivy League, que se presentan como parangones de las virtudes liberales y la libre investigación, viven una rebelión estudiantil de proporciones que encabeza un extendido movimiento en defensa de la causa palestina. Los estudiantes enfrentan directamente al gobierno demócrata de Joe Biden, socio mayor del genocidio sionista en la Franja de Gaza. Las universidades norteamericanas han ido restringiendo rápidamente las libertades académicas, al igual que en Alemania, Francia, Canadá o Gran Bretaña, entre otras potencias imperialistas. Ahora se suma la represión, alumnos detenidos y pase de las clases al régimen virtual (en Columbia).
Muchos docentes acompañan al alumnado y nuevas camadas de jóvenes se suman al movimiento, indignados por la genuflexión de las autoridades universitarias que se dicen progresistas. También alumnos de escuelas secundarias han parado en solidaridad.
El miércoles 17 de abril, mientras la presidenta de Columbia, Minouche Shafik, testificaba en una audiencia del Congreso que examinaba “el antisemitismo en la institución”, una multitud de estudiantes erigieron docenas de carpas en un sector del campus y prometieron quedarse hasta que la universidad suspendiera sus inversiones en empresas con vínculos con Israel y se pronunciara a favor de un alto el fuego.
La requisitoria parlamentaria, impulsada por una republicana agente fanática del lobby sionista (AIPAC), ya les costó el cargo a las presidentas de Harvard y Pensilvania. En esta oportunidad, la representante Elise Stefanik y 10 legisladores exigieron que Shafik renuncie de inmediato porque "claramente ha perdido el control de su campus".
El campamento está sostenido por una coalición estudiantil de más de 100 organizaciones, Estudiantes por la Justicia en Palestina (SJP) y Voz Judía (JV) por la Paz. Protestan contra lo que describen como la "continua inversión financiera de la universidad en corporaciones que se benefician del apartheid israelí, el genocidio y la ocupación militar de Palestina".
Shafik ya había prohibido a SJP y a JVP, “convirtiendo a la Universidad de Columbia en el epicentro del macartismo intelectual”. El jueves dio un paso más. Como los estudiantes se negaron a levantar el campamento, llamó a la policía antidisturbios, que arrestó a un centenar de docentes y profesores.
Era la primera vez que la policía entraba con ese fin desde 1968, durante las protestas contra la guerra de Vietnam. Shafik suspendió a varios de los arrestados y canceló las clases presenciales sustituyéndolas por remotas, en línea con el rabino ortodoxo de Columbia, que les pidió a sus estudiantes judíos que preserven su seguridad y no asistan a clases.
El gobierno demócrata y el establishment se han lanzado con ferocidad contra el movimiento estudiantil, usando el argumento predilecto del sionismo: quien critica a Israel es antisemita. Joe Biden dijo haber visto “acoso y llamados a la violencia contra los judíos”. En la misma línea se expresaron la gobernadora de Nueva York y el alcalde de la ciudad, que llamó a “escupirlos” (sic). El presidente de Israel, Isaac Herzog, calificó la protesta en Columbia como "acciones antisemitas atroces", instando a tomar "acciones firmes y fuertes". (Haaretz 23/4)
Los estudiantes retrucan que no son antisemitas, que la protesta es pacífica y que ellos, “incluidos muchos estudiantes judíos, son víctimas de acoso, persecución en internet y ahora detenciones. Esas son las principales amenazas a la seguridad para los estudiantes judíos en Columbia”, denunciaron. “Decir que los manifestantes estudiantiles son una amenaza para los estudiantes judíos es una difamación peligrosa. Judíos y no judíos estamos asqueados por las imágenes de madres y padres palestinos llorando sobre los cadáveres de sus hijos”.
El mismo día que la policía irrumpió en Columbia, 28 trabajadores de Google fueron despedidos por ocupar oficinas de la empresa en Nueva York y California en protesta contra la ayuda que Google brinda al ejército de Israel. El lunes al mediodía, cientos de profesores abandonaron Columbia manifestándose contra las detenciones y exigiendo la readmisión de los suspendidos.
A la vez, estudiantes y profesores multiplicaron los campamentos en otros campus del país, como la Universidad de Michigan, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Yale, donde bloquearon el tráfico para exigir que la universidad se desprenda de sus inversiones en la industria militar y las empresas que lucran con la guerra en la Franja. La Policía trató de desmontar las barricadas y detuvo a decenas de estudiantes, profesores y activistas. En Berkeley, California, armaron un campamento con decenas de carpas.
La represión multiplicó las asambleas en el movimiento estudiantil: hay protestas en Brown, Princeton, la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, la Universidad de Miami, Ohio State, Northwestern, Temple, CUNY y la Universidad de Nevada-Las Vegas. El nuevo presidente interino de Harvard, Alan Garber, cerró el campus hasta el 26 de abril y suspendió al Comité de Solidaridad con Palestina. En la Universidad de Minnesota, exigieron que la institución abandonara cualquier asociación con Israel.
La solidaridad con los estudiantes de Columbia cruzó el océano y llegó esta semana a algunas universidades italianas.
Estudiantes de Yale y Columbia llaman a los alumnos de todas las universidades norteamericanas a levantar más campamentos. Es un movimiento que no para de crecer.
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