Nuestra intervención en el acto del 1 de Mayo

Escribe Partido Obrero Revolucionario (Chile)

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Este 1 de mayo se desarrolló el acto internacional organizado por la Tendencia del Partido Obrero argentino, con participación del Partido de los Trabajadores de Uruguay, Prospettiva Operaia de Italia y el nuestro, el Partido Obrero Revolucionario, desde Chile. La actividad forma parte de un debate político y de proyectar una acción común con las organizaciones presentes como también con compañeros y compañeras del grupo Independencia Obrera (España) y Boletim Classista (Brasil), todos con los cuales, a fines de marzo, firmamos una declaración y un programa de acción internacional frente a la crisis capitalista y sanitaria.

El acto se tituló “La lucha contra el capital es de vida y muerte”, cuya conmemoración internacional dista de ser “una jornada más”, sino que estuvo enmarcada en la excepcional crisis del régimen capitalista y en medio de una pandemia que amenaza la vida de millones. El antagonismo entre el capital - que busca una reestructuración económica y social - y la vida de las masas, ha gestado por su parte, y profundizado en otras, una situación revolucionaria. Detrás de la pandemia se ha ocultado un fenomenal proceso de salvataje de los Estados a capitalistas, que ha ido de la mano con la eliminación de millones de puestos de trabajo en el mundo, suspensiones, y rebajas salariales.

Desde Chile, expusimos la enorme pelea desarrollada las últimas semanas por las y los trabajadores de distintas áreas a lo largo y ancho del país para exigir la cuarentena y el cierre de sus lugares de trabajo. También, destacamos la enorme lucha de Chiloé desarrollada por las y los pobladores que, mediante asambleas populares y cortes de ruta, cerraron la isla para exigir cordones sanitarios y el cese inmediato de labores industriales por los riesgos que implica la industria salmonera en la Zona.

El estado de sitio y catástrofe declarados el 18 de marzo por Piñera en ningún caso buscaron una acción estatal coactiva para asegurar cuarentena total y el distanciamiento, sino que fue un masivo operativo de desmantelamiento de la rebelión popular de octubre que, mediante militarización y represión, buscó devolver al gobierno criminal de Piñera el control de las calles. Las medidas represivas del Gobierno estuvieron precedidas por el retorno masivo de las masas en lucha a la plaza Dignidad con un 8 de marzo histórico y un marzo que en general desarrolló movilizaciones y protestas en la línea revolucionaria de octubre.

Sanitariamente, denunciamos la contradicción que enfrenta la salud pública del continente que, pese a los enormes avances médicos y tecnológicos, ha sido profundamente desfinanciada y privatizada. Todas estas han sido orientaciones que han tenido tanto los gobiernos nacionalpopulares como los derechistas. La crisis de la salud pública en medio de la pandemia ha develado, de manera trágica, la enorme crisis humanitaria que enfrentamos. En Chile, la crisis sanitaria, lejos de comenzar con el Covid-19, encuentra en medio del virus su mayor extensión y profundidad. La gigantesca deuda hospitalaria -la escasez de camas clínicas y ventiladores mecánicos, la falta de insumos médicos y la nula seguridad para las y los trabajadores de la salud- han detonado los reclamos y las manifestaciones en hospitales y centros asistenciales se han regado por todo el país.

Piñera, tal como expusieron los compañeros de Uruguay, junto a La Calle Pou, ha venido operando bajo las mismas recetas de los Trump, Bolsonaro y Boris Jhonson, que se negaron a establecer cuarentenas totales y aplicar test masivos para resguardar a la población de los contagios. Las cuarentenas flexibles han sido el resultado tanto de la presión de las masas, por un lado, y de alcaldes, gobernadores e intendentes que han agrietado aún más la crisis política, contradiciendo el discurso de “unidad nacional” para enfrentar la crisis, por otro. Pero, además, resaltamos la enorme operación de rescate capitalista que se camufla detrás de la pandemia. Piñera ha puesto millones de dólares a disposición para créditos con intereses cero, y de la mano con legislaciones que barren con conquistas laborales, manteniendo a medio millón de trabajadores suspendidos y viviendo a costa de sus ahorros de cesantía.

La burocracia sindical se ha limitado a su intervención parlamentaria, donde el PC y FA, tras aprobar las leyes de suspensiones laborales han llamado a los sindicatos a confiar en las mejoras que se puedan abrir legislativamente, pero en ningún caso han buscado una salida política protagonizada por los trabajadores de cara a la crisis. La CUT y Unidad Social se adaptan a las políticas del Gobierno y rechazan la movilización popular creciente que se desarrolla al margen de ellos en nombre del distanciamiento social.

Concluimos con la perspectiva de que la rebelión popular chilena sigue vigente, y augura un nuevo estallido social y la vigencia por la asamblea constituyente. La operación represiva del gobierno no logro desactivar la rebelión, y ha ido sumando enormes luchas populares en Santiago, Antofagasta, Mejillones y distintos lugares del país, para exigir la cuarentena y en rechazo a las políticas laborales de miseria.

Las asambleas populares no han cesado actividades en medio de la pandemia, y las mismas necesidades plantean la construcción de comités de resistencia obreros y populares, ollas comunes, juntas de abastecimiento de alimentos ante la inflación y control de precios ante la especulación y la negativa de fijar precios. La carestía de la vida ha aumentado en un 4%, el desempleo llega al 10% y los bonos de emergencia no superan siquiera la mísera línea de la pobreza.

La respuesta de la clase obrera por la cuarentena total financiada por el gran capital bajo control obrero, no puede esperar. El reclamo por el Fuera Piñera y su régimen, y una asamblea constituyente libre, soberana y con poder, cobran más sentido que nunca ya que la normalidad a la que Piñera y los capitalistas nos empujan, hacen incompatible la permanencia del gobierno con la salud y vida de la población, lo que exige una reorganización social bajo control de las y los trabajadores.

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