Tiempo de lectura: 2 minutos
A una semana del paro convocado por la CGT, llovieron telegramas de despidos a compañeros con varios años de antigüedad. En estos días, cerró una sucursal de Diarco en Quilmes, hubo 30 despidos en Diarco Berazategui, 19 en Chango Más Bahía Blanca, 17 en Avellaneda, 27 en Changomas San Justo. 10 en Híper Chango + Santa Fe y 10 en Chango + Paraná, Entre Ríos, y personal de recursos humanos y salud en Carrefour, en el sector electro de Mar del Plata; más de 150 despidos en el sector comercio de Tierra del Fuego en lo que va del año y siguen sumándose hasta la fecha de la publicación de este texto. En algunos casos, la empresa ofreció su reubicación en establecimientos de más de tres horas de distancia.
El líder del sindicato de comercio y sus burócratas prepararon el camino hacia un pacto de la CGT con el Gobierno a dos bandas: por un lado, el congelamiento salarial bajo el pretexto de combatir la inflación y, por el otro, el apoyo a la reforma laboral que flexibiliza y abarata los despidos.
El boicot al paro del 9 de mayo por parte de Cavalieri fue evidente. Sus sedes sindicales permanecieron cerradas, no lo comercios: el SEC se limitó a postear en sus redes sociales que adhería, pero en todo el país los grandes supermercados, donde está la estructura más fuerte del sindicato, estuvieron abiertos. Pusieron remises, taxis, Uber, organizaron recorridos junto a recursos humanos para abaratar costos, hicieron todo a su alcance. Allí donde hubo intenciones de parar por parte de las y los obreros, los representantes de la burocracia se ocuparon de las amenazas y de informar a la patronal para la elaboración de listas negras que luego difundieron por mails. Es un método usual de la patronal, con complicidad del sindicato, ante cualquier intento de reclamo u organización.
En el día de hoy, los compañeros de los locales con despidos se encuentran en asamblea. Llamamos a hacer asambleas en todos los establecimientos, sin esperar que las convoque la burocracia del sindicato que nos está entregando en bandeja. Tenemos que votar medidas de fuerza para frenar este atropello patronal. Ninguna confianza en Cavalieri ni la CGT, títeres de la patronal que nos empuja a la miseria.