CABA: del colapso de las comisarías al sistema carcelario propio

Escribe Sergio Escalas

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En paralelo al funcionamiento del Sistema Penitenciario Federal, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se puso el objetivo de avanzar con un sistema penitenciario propio para ´solucionar´ el problema de la superpoblación en las comisarías porteñas.

En este sentido, Jorge Macri había anunciado la creación de 19 contenedores, denominados "módulos de detención" que podrán alojar hasta 300 detenidos. Vale mencionar como antecedentes que Horacio Rodríguez Larreta comenzó su segundo mandato con 60 presos en las comisarías porteñas y terminó su gestión con dos mil, proceso que fue atravesado por la pandemia de COVID-19 y la disputa con el gobierno nacional de Alberto Fernández por la coparticipación.

Los sucesivos episodios de fugas de presos de las comisarías porteñas pusieron en alerta al Gobierno, que alberga en sus comisarías a detenidos que deberían estar alojados en cárceles federales. Legalmente, los detenidos no pueden permanecer más de 48 horas en comisarías, tanto por cuestiones estructurales como de competencia, misión y capacitación de los funcionarios. Asimismo, Macri aseveró que el 94 % de los detenidos son de la Justicia nacional o federal y que, por lo tanto, "no son competencia de la Ciudad de Buenos Aires".

El sistema de encierro en CABA supone tres aspectos: personas detenidas en comisarias por la policía de la Ciudad, las detenidas en alcaidías y aquellas detenidas por el Servicio Penitenciario Federal por un delito común cometido o sospechado de ser cometido en la Ciudad. Actualmente, dijimos, la población carcelaria supera las dos mil personas. Las alcaidías tienen una "capacidad ideal" de 789 personas y las comisarías de 243 personas. Al mismo tiempo y según datos de la Procuración Penitenciaria Nacional, hay en las comisarías de CABA más de 200 personas en espera de alojamiento.

La superpoblación fuerza a la convivencia entre presos con condena firme y detenidos, pero también a tener en disponibilidad a un gran número de policías para realizar esa tarea. Y en el gobierno pretenden que esos 1.500 agentes estén en las calles. Vigilar a los presos es visto y concebido como un castigo para los policías, quienes además no están formados para esa tarea. Tomando eso en cuenta, es que la Ciudad va a comenzar a instruir a sus propios agentes penitenciarios y realizó el anuncio de la construcción de la Alcaidía Central en el sur de la Ciudad, a la vera del Riachuelo, sobre la calle 27 de Febrero, que le permitiría a la Ciudad sumar 300 plazas más. Esto, que en un principio es concebido por el Gobierno como una cuestión transitoria, marcaría la tendencia hacia la creación de un sistema penitenciario porteño tras la erradicación de la cárcel de Devoto, aún en funcionamiento.

El estado de hacinamiento y superpoblación de las cárceles da cuenta de otro estado de cosas, totalmente diferente al que intentan retratar el gobierno porteño y el gobierno nacional. El ladrón es el último eslabón de una cadena delictiva que incluye a mafias capitalistas, al aparato de justicia y a la policía. La descomposición de la justicia y del Estado y su entrelazamiento con el delito sólo tiene remedio encarando una lucha contra ese propio Estado, nunca con su reforzamiento represivo.

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CABA: del colapso de las comisarías a las cárceles modulares Por Sergio Escalas, 15/05/2024.

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