Misiones: la rebelión no cesa

Escribe Mario Coutouné

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El piquete policial que rodea a la sede del Comando Radioeléctrico de la ciudad de Posadas le ha dado visibilidad nacional a una crisis que lleva meses de desarrollo.

Primero fueron los docentes, que protagonizaron una verdadera rebelión autoconvocada contra la miseria salarial del gobierno provincial. Hasta ahora, un docente que recién se inicia cobraba apenas $208.000 por cargo. Los trabajadores estatales, cobran salarios básicos de 15 a 20 mil pesos. La depresión salarial es generalizada. El 80% de los trabajadores en relación de dependencia con algún grado de formalidad reviste en el empleo público y tiene ingresos de indigencia. El caso de la policía provincial es ilustrativo: luego del acuartelamiento policial de 2012, el salario de bolsillo de un agente de policía alcanzó unos USD 886 al tipo de cambio libre de aquellos días. Para alcanzar ese nivel, el básico líquido debería estar hoy en unos $970 mil: con el último ofrecimiento del gobierno, el salario promedio de la policía alcanzaría recién los $470 mil.

Misiones fue la provincia más beneficiada con transferencias discrecionales de fondos nacionales desde que comenzó el gobierno libertario –unos $3.000 millones. Fue la recompensa por el rápido pasaje del gobernador Hugo Passalaqua -que acompañó a la candidatura presidencial de Massa- al apoyo a Milei. Sus diputados nacionales se apartaron del bloque de UxP y se reagruparon con los del salteño Gustavo Sáenz, para apoyar la sanción de la “ley bases”. El conflicto social ha hecho eclosión en una provincia ´aliada´ al oficialismo. En estas horas, corre la preocupación de que el conflicto con la policía local se ´contagie´ a Corrientes, gobernada por los radicales.

Todas las tentativas de ´contención´ han sido desbaratadas hasta ahora. El comité de emergencia capitaneado por Patricia Bullrich murió políticamente a poco de haber visto la luz: las fuerzas federales que desembarcaron en Posadas quedaron desautorizadas apenas se pusieron en acción e intentaron acordonar el acampe en la sede del Comando Radioeléctrico. Bastaron unos empujones y alguna refriega para que se replegaran. Miles de personas -sobre todo, docentes y trabajadores de la salud- se acercaron al edificio. Esa misma tarde sumaban miles de personas. Las ambulancias del servicio de emergencias 107 eran estacionadas al lado de los patrulleros. Uno de los referentes de la policía provincial proclamó la unidad con los trabajadores en lucha. Esto ha marca una diferencia sustancial con anteriores ´pronunciamientos´ policiales. La crisis social ha alcanzado al aparato represivo, corazón del Estado capitalista. Es un síntoma potencialmente revolucionario.

Passalaqua apuró un acuerdo salarial con la burocracia sindical de los dos gremios docentes mayoritarios, de línea oficialista, la Unión de Docentes de la Provincia de Misiones (UDPM) y SIDEPP, alcanzando un incremento promedio del 24% en toda la escala, superando los dos incrementos dados hasta el momento. Ambos responden a CTERA-CTA. Los docentes no le dieron bolilla: un docente con 10 años de antigüedad pasaría a ganar $408.000 de bolsillo por cargo, a costa de la destrucción del salario básico y del escalafón –la pirámide salarial ha sido convertida prácticamente en una meseta.

Aparecieron cortes a la altura de los peajes de Santa Ana y Colonia Victoria en la Ruta 12, en Eldorado, marchas dentro de Apóstoles y Oberá (la segunda ciudad más habitada de Misiones) y fuera de San Ignacio y Aristóbulo del Valle y movilizaciones a la aduana de Puerto Iguazú, a un suspiro de distancia de interrumpir el paso fronterizo con Foz do Iguaçu. En las últimas semanas, las movilizaciones docentes impusieron a los concejos deliberantes de distintas localidades la declaración de la “emergencia educativa”.

La crisis involucra a los docentes, a la policía provincial, a los empleados estatales, a los trabajadores de la Salud y a los judiciales, fundamentalmente. Pero no es el único conflicto que asoma: los productores yerbateros reclaman la reposición del precio sostén, removido por el gobierno ´de la libertad´, en el marco de una crisis de sobreproducción que ha volteado los precios y un incremento de los costos. También protestan contra la disolución del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM). El descalabro alcanza a todas las clases sociales.

No sería preciso decir que la rebelión misionera sea la primera de la era Milei. Por el contrario, es lo que se vivió en las grandes movilizaciones del día internacional de la mujer trabajadora, el 24 de marzo y en la marcha universitaria del 23 de abril. Esta tendencia también estuvo presente -con claroscuros- en el paro parcial del 24 de enero y, más acentuadamente, en el paro nacional del 9 de mayo. Pero esta disposición popular a la lucha se encuentra en contradicción con las direcciones conciliadoras que encabezan estas manifestaciones. En el caso de Misiones, la burocracia sindical cumple un rol desorganizador, cuando la hora marca el momento de convocar a una gran asamblea popular para impulsar la huelga general en toda la provincia.

Estos episodios forjan el espíritu de lucha de una nueva generación de activistas y son preparatorios de próximos combates de mayor alcance.

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