Dengue, cambio climático y situación de la clase obrera en Argentina

Escribe Patricia Urones

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El ministro de salud Mario Russo presentó hace unos días un “Plan de trabajo para el abordaje integral del dengue 2024-2025”. El mismo tiene como objetivo abordar la situación epidemiológica del Dengue de cara a la próxima temporada que, según los profesionales ligados a la materia, podría ser más nociva cuantitativa y cualitativamente que la anterior. La gravedad de la situación ameritaría el diseño de una estrategia de intervención y no simplemente un plan de acción. Una estrategia supone una caracterización integral de la situación en donde se advierten los factores determinantes que intervienen y podrían intervenir en la agudización de la epidemia: la situación sanitaria, social, ambiental y, por supuesto, epidemiológica. En realidad, el Gobierno solo presenta un plan de cuatro pasos: control del vector y vigilancia del virus, mejoramiento del diagnóstico clínico y reorganización del servicio de salud en caso de brote, comunicación y vacuna. Es de notar que todas las bases materiales sobre las cuales se apoya este plan son hoy objeto del ataque criminal del gobierno de Milei con la lógica del “No hay Plata”, con la cual pisa los salarios de los trabajadores y asfixia presupuestos en obras públicas, salud y ciencia.

Mirado de esta manera, el Gobierno no puede hacer más que improvisar y por eso presenta como medida para atacar una epidemia en curso, que puede volverse una tragedia, un Power Point de 40 páginas. De esas 40, 10 están rellenadas con planes de comunicación en redes sociales, como si la causa fundamental del brote epidémico fuese la “falta de comunicación”.

Capital y enfermedades infecciosas

El Dengue es un virus, es decir un microorganismo. Los microorganismos se desarrollan y reproducen en condiciones ambientales que les son propicias. Cada ecosistema, con sus características propias de clima -recursos hídricos, flora y fauna- posee en su seno una multiplicidad de microorganismos característicos. Una parte de estos microorganismos son patógenos: se desarrollan y reproducen a expensas de la vitalidad de otros tejidos vivos. Si bien han existido y enfermado a la especie humana en todas las épocas, su nocividad se ha incrementado durante la época del capitalismo (desde la modernidad). La depredación del medio ambiente y la concentración de la población mundial en ciudades ha sacado a los patógenos de sus “hábitats naturales” y los ha dispersado entre la población provocando epidemias. El nuevo fenómeno de la concentración humana en grandes urbes, alrededor de monstruos fabriles, fue descripto por Federico Engels hace más de 150 años. Jornadas laborales de 14, 16 o 18 horas, para hombres, mujeres y niños, sin distinción, en galpones insalubres; familias hacinadas en viviendas sin pisos ni baños; atención sanitaria y educación inexistentes fueron en aquel entonces denunciadas como la reducción de la clase obrera a la condición de barbarie y la causa de epidemias persistentes de cólera, tifus y otras enfermedades infecciosas. En la era del capitalismo, la mundialización de las relaciones ha dispersado estas enfermedades por todo el planeta, generando por primera vez pandemias. Ahora, en la etapa de la decadencia capitalista estas epidemias y pandemias han venido a encontrarse con un cuerpo social golpeado psíquica y físicamente por la pobreza, el hambre, las guerras, la agudización de la explotación laboral y el cambio climático. Cualquier historia de la salud humana no puede aislarse de los regímenes de producción en general y, en especial, del desarrollo de la sociedad capitalista, con sus etapas de desarrollo y decadencia.

La transmisión de estos patógenos hacia los seres humanos se produce en muchos casos por medio de vectores. Los vectores son organismos que actúan como portadores del patógeno, que se incuba dentro de ellos por un determinado tiempo hasta que el vector se transforma en infeccioso y lo transmite al ser humano. Estos organismos portadores de enfermedades infecciosas suelen ser mosquitos, pulgas, garrapatas y roedores. En la picadura o mordedura, el vector transmite la enfermedad al ser humano. También, como todo organismo, se desarrollan y reproducen en determinadas condiciones ambientales. Mientras los mosquitos suelen estar asociados a ecosistemas tropicales, los roedores proliferan al ritmo de la urbanización caótica. Otros vectores pueden transformarse en peligrosos como producto de la depredación de los ecosistemas naturales, lo que produce la migración de especies animales y su puesta en contacto con la población humana. En Asia, la deforestación y la utilización de tierras para el cultivo a gran escala está produciendo la migración del Mono y los Murciélagos, vectores de enfermedades infecciosas como la Tuberculosis, el Ébola o la Rabia. En el caso específico de los mosquitos, el cambio climático, caracterizado por un aumento sostenido de la temperatura y la tropicalización del clima en latitudes cada vez más altas, ha redundado en una expansión del vector en una franja geográfica más amplia que, en combinación con determinados patógenos, generan las condiciones propicias para una expansión de este último.

Tropicalización y Dengue

Es un acuerdo generalizado en el mundo académico que el cambio climático y la tropicalización del clima, en latitudes otrora templadas, han incidido fuertemente en la salud. Recientemente el Panel de Expertos sobre el Cambio Climático afirmó que abril ha sido el “undécimo mes consecutivo con temperaturas globales récord” (WMO, 15/05). El Niño, un fenómeno climático caracterizado por el calentamiento de la superficie del océano Pacífico, ha venido a reforzar las tendencias al ascenso de las mismas. Los aumentos persistentes de la temperatura han influido en la proliferación del vector Aedes Aegipty y en su expansión hacia el Cono Sur. En este mismo proceso ha aumentado la cantidad de población expuesta al virus. El aumento de la temperatura también colabora en la generación de condiciones propicias para el desencadenamiento de epidemias. Esto sucede porque en climas calurosos se reduce el tiempo de incubación del virus en el vector, es decir, son menos la cantidad de días en las que el mosquito que pica un organismo enfermo se vuelve infeccioso y por lo tanto se acelera el proceso de contagio. En Argentina esta relación temperatura-período de incubación se confirma en la medida en que ha crecido en la Zona Centro y Cuyo la cantidad de días con temperaturas propicias para la transmisión del virus. Hace más de 10 años, los expertos en epidemiología ya advertían acerca de la expansión del virus hacia la zona centro del país, basándose en modelos que proyectaban los aumentos de temperatura pronosticados por los informes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático.

En América y Argentina, a partir de la década del 60, según estudios de la OPS, los estados “fracasaron en sus planes” de erradicación del Dengue. Esto habría redundado en una dispersión del virus desde su zona original, Antillas y Caribe, hacia el Cono Sur. También según el mismo organismo, en las últimas tres décadas se ha producido un aumento de la incidencia del Dengue y del Dengue Grave. En realidad, corresponde hablar de un abandono de la política de erradicación de la enfermedad en la región. El último cuarto de siglo coincidió con el crecimiento acelerado de los capitales especulativos y el endeudamiento de los países, en especial del Tercer Mundo y, consecuentemente, con el ataque privatizador del patrimonio público a escala mundial y de las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera. Las epidemias y pandemias no se producen en un laboratorio, sino en una población que, también, nace, se reproduce y muere en el marco de determinadas relaciones de producción. La prioridad que los Estados dan a la salud de los trabajadores a la hora de decidir el destino de los recursos y riquezas está determinada por su carácter de clase. En Argentina, al igual que sucedió con Trump en Estados Unidos o Bolsonaro en Brasil con el Covid, se dibuja la política sanitaria de un gobierno criminal. Para un liberticida como Milei, para quien el trabajo es capital humano y para quien el mercado selecciona los capitales “más fuertes” y manda a la quiebra a quienes no pueden sobrevivir a la competencia, las muertes provocadas por las epidemias no serían más que el efecto de una “selección natural” a la cual sobrevive el cuerpo más fuerte. Es en este punto que, en el aumento de la virulencia de la enfermedad del Dengue, no se puede omitir el estado de situación en el que se encuentran las condiciones de vida de la clase obrera.

Dengue y situación social

El mapa de incidencia del Dengue en Argentina muestra que las zonas más afectadas dentro de la región abarcada por la epidemia son las zonas más castigadas por la pobreza. Hasta la semana epidemiológica 19 había registrados 492.792 casos de Dengue corroborados. Como el 75 % de los casos de Dengue son asintomáticos, se estima que los contagiados multiplican por 3 esta cifra, superando holgadamente los dos millones de casos. Hubo 1.134 casos de gravedad y 335 fallecidos. La incidencia de la infección se encuentra por encima de la media en la región: 1047 casos por cada 100.000 hab. en Argentina contra 833 por cada 100.000 en América. La cantidad de fallecidos da cuenta de una tasa de letalidad que ronda el 0.068 %, un número que se encuentra por encima de la media en la región, que para la semana 18 era de 0,045 %. Los mayores niveles de incidencia de la enfermedad se produjeron en Chaco y Formosa, las dos provincias con ingresos per cápita familiares más bajos del país (a pesar de ser, contrariamente, dos de las provincias cuyo producto bruto más creció en la última década). Dentro del AMBA, en la provincia de Buenos Aires, la región donde más concentración de población hay, el distrito con mayor incidencia de Dengue ha sido Jocé C. Paz, con 1043 casos por cada 100.000 habitantes (Infobae, 28/3). Según el último Censo nacional, Jocé C. Paz es el partido con mayor porcentaje de casas sin agua corriente (80 %) y mayor porcentaje de casas sin cloacas (90 %). En CABA, las comunas más castigadas por la infección fueron, en general, las ubicadas en la zona sur. La comuna con mayor cantidad de casos fue la comuna 1, con 771 casos. La comuna 1 -que abarca Retiro y la Villa 31- es la de mayor proporción de casas sin agua corriente y sin cloacas de todo CABA. En pleno siglo XXI, en Argentina, 9 millones de personas no tienen acceso a la red pública de agua corriente y 20 millones no tienen cloacas. En la provincia más populosa del país, Buenos Aires, donde viven 17.408.906 personas, 4 millones no tienen agua potable (25 %) y 8 millones no tienen cloacas.

Argentina está siendo abarcada por el vector del Dengue en forma progresiva debido a la tropicalización del clima. Pero la incidencia y la nocividad de la infección están directamente relacionadas con la desidia del Estado y con la dramática situación que atraviesa la población trabajadora. La caída histórica del poder adquisitivo de los salarios ha empujado a la pobreza a la casi totalidad de los trabajadores (informales y formales) y ha arrastrado a la indigencia a casi 5 millones de trabajadores. Como hemos dicho más arriba, una epidemia no solo depende de las condiciones climáticas propicias para la aceleración de la reproducción del patógeno y del vector, sino también de las condiciones del huésped, es decir, de las condiciones de salud del cuerpo social expuesto al mismo.

Perspectivas

Uno de los problemas abordados en la COP 28 ha sido la interacción del clima y la salud. Bajo el lema “Un solo planeta, una sola salud”, se ha discutido acerca de la necesidad de adaptar los sistemas sanitarios a las problemáticas emergentes del cambio climático. El ángulo desde el cual el establishment internacional agarra el problema es embellecedor de las relaciones entre los Estados en la sociedad capitalista. La COP y todos los escritos referidos al tema señalan la pandemia de COVID como una enseñanza de cooperación mundial que debe ser rescatada para el aprendizaje. Específicamente se refieren al programa COVAX, donde los Estados imperialistas donaron cantidades (irrisorias) de vacunas para los países pobres. En realidad, lo que predominó no fue la cooperación entre Estados, como idealiza el IPCC, sino la competencia con el finn de ganar mercados para las vacunas de sus respectivos laboratorios. Estados Unidos emprendió una campaña furiosa contra las vacunas producidas por China y Rusia. Hoy la FDA (el ANMAT de Estados Unidos) no ha aprobado aún la vacuna contra el Dengue del laboratorio japonés TAKEDA, porque prioriza el monopolio de su propia vacuna, Dengvaxia, del laboratorio Sanofi Pasteur. Lo mismo sucede en el campo de la ciencia médica: los laboratorios intervienen en universidades públicas y se apropian de conocimiento estratégico para la producción de medicamentos por medio de la estrategia de confidencialidad y patentamiento. Las vacunas contra las infecciones, como ha pasado con el Covid y ahora contra el Dengue, no son desarrolladas hasta que la enfermedad no cobra la suficiente importancia como para generar un mercado rentable para los laboratorios. Esto es así porque para las empresas capitalistas lo que importa es que la escala del negocio sea lo suficientemente grande como para generar rentabilidad, una lógica que choca con la prevención de epidemias y pandemias.

De otro lado, las enfermedades infecciosas, al estar altamente relacionadas con la infraestructura sanitaria (agua, cloacas y hospitales) golpean con mayor fuerza a los países subdesarrollados. En la etapa de decadencia del capital, donde el capital ficticio presiona sobre los trabajadores con la carga monumental de la deuda externa, la salud es un elemento subordinado a los cumplimientos con los grandes fondos especulativos y el FMI. La deuda mundial ya supera en tres veces la riqueza producida en un año, se ha vuelto insostenible. En Argentina, el “no hay plata” es una lógica selectiva: no hay plata para un plan de obras de agua, cloacas, hospitales ni para el aumento de salarios de los trabajadores ligados a esta problemática, pero sí hay plata para el pago de intereses de deuda a bancos locales y grandes fondos financieros internacionales. Mientras el Gobierno todavía no ha confirmado la compra de vacunas y la población inicial a vacunar supera los dos millones de personas, sí ha desembolsado ya 2.000 millones de dólares sólo al pago de los intereses de deuda del FMI. La asfixia de la deuda y la política criminal del gobierno liberticida de Milei podría llevar a la clase obrera en Argentina a la epidemia de dengue más trágica de su historia.

¿Qué hacemos los trabajadores?

Las políticas sanitarias implementadas en Inglaterra y en los países de Europa en el siglo XIX fueron el resultado de cien años de lucha inquebrantable de los trabajadores en el Viejo Continente por la mejora de sus condiciones de trabajo, vivienda y sus derechos a participar de la vida política. El resultado de esa lucha sin cuartel fue, por ejemplo, lo que obligó a la burguesía inglesa a ordenar un diagnóstico de la situación sanitaria de la clase obrera. En Argentina, las primeras luchas de fines del mismo siglo también antecedieron a las primeras obras para mejorar las condiciones de salubridad en la capital del país. Los trabajadores ligados a la obra pública y la sanidad, en unidad con los trabajadores de las grandes barriadas populares, deben deliberar acerca de la necesidad de estas obras y de la inversión en salud. El primer objetivo para desbloquear el camino a la resolución de estas necesidades existenciales está en el derribamiento del mismo gobierno antiobrero de Milei. La Huelga General es el método que se impone. Lo demuestra la rebelión del pueblo misionero que, al igual que en todo el país, soporta el desfinanciamiento educativo, la caída de los salarios y viene soportando año tras año el flagelo del Dengue.

Fuentes:

https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/69771

https://ehp.niehs.nih.gov/doi/10.1289/EHP11616

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/23042846/

https://www.argentina.gob.ar/noticias/salud-presento-el-plan-de-trabajo-para-el-abordaje-integral-del-dengue-2024-2025

Ministerio de Salud de la República Argentina. (2024). Boletín Epidemiológico Nacional N°704.

https://www.paho.org/es/documentos/informe-situacion-no-18-situacion-epidemiologica-dengue-americas-semana-epidemiologica

Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2022: https://censo.gob.ar/wp-content/uploads/2023/11/censo2022_condiciones_habitacionales.pdf

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