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América Latina es el continente más golpeado por el desarrollo de la epidemia del dengue. Es donde ha alcanzado mayor extensión y volumen de casos de contagios y muertes.
Hasta el momento Brasil, Paraguay y Argentina concentran el 89 % de los casos, que ya superan los 1.800.000, con más de 600 enfermos fallecidos. No son los únicos países de nuestro continente que se ven afectados. Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, han reportado 122.000 casos hasta el momento y también se ha sumado ahora Uruguay.
También hay países de Centroamérica, en particular México, con creciente expansión de los contagios. Últimamente se han reportado casos de contagios en los EE. UU., concentrados en California, Arizona y Texas.
Los pronósticos señalan que la epidemia, debido a los cambios climáticos, se va a expandir a todos los continentes. Es importante el caso argentino, pues hasta la década del 80 la enfermedad se localizaba en Salta, Jujuy y el Chaco.
En la actualidad ya abarca a 20 provincias, en la mayoría de ellas con casos en todos los departamentos. Por primera vez se han producido 148 casos en Santa Cruz y 115 en Tierra del Fuego, aunque no se aclara si se trata de casos importados o autóctonos.
En cualquier caso, se trata de una enfermedad que se desenvolvió a lo largo de la historia en zonas tropicales. Su extensión a importantes zonas de la Argentina indican una “tropicalización” debida al cambio climático, así como la capacidad de adaptación del mosquito Aedes Aegypti para zonas templadas e incluso frías y de sequías.
En la actualidad, el desarrollo de la epidemia en la Argentina está por batir todos los récords históricos. Siendo 2023 el año de mayor cantidad de contagios (alcanzó los 130.000) y de muertes, que en junio del año pasado llegaron a 65, en el curso de este año ya se llevan contabilizados 120.000 casos, cifra alcanzada 4 meses antes de que la curva de la enfermedad decline. La cantidad de fallecidos ya superó los 80 y los casos graves, los 250.
Todos los especialistas sostienen que se van a superar la cantidad de contagios pues estiman que la curva ascendente de casos se va a sostener hasta mediado de mayo y, con ellos, también la cantidad de muertes.
Significativamente, la provincia con mayor cantidad de contagios es la de Buenos Aires.
El dengue, que hasta el momento tenía carácter endémico en Jujuy, Salta, Chaco y Misiones, va a adquirir este carácter en casi todo el país, lo que indica que mientras que en el pasado los brotes se producían cada 3 o 4 años ahora se va a producir todos los años y durante todo el año.
La gravedad de la situación es mayor si se considera que el mosquito que es vector para la transmisión del dengue, lo es también para otras enfermedades virales como el zika, la fiebre amarilla y la chikungunya.
El alcance de la epidemia en las últimas semana se ha acelerado. En todos los centros hospitalarios del país se destaca la tensión en las guardias abarrotadas y la falta de reactivos. La atención de pacientes con síntomas de dengue ha desplazado a otras patologías. Debido a los casos que obligan a internación, han obligado a reprogramar numerosas cirugías para darles prioridad en la internación a los enfermos de dengue.
Leda Guzzi, integrante de la Sociedad de Infectología, afirma que en los centros de salud solo se registra el 20 o 30 % de los casos de dengue y que el 70 u 80 % de los casos no tienen síntomas, pero sí capacidad de transmitir si son picados por el mosquito y contaminarlo.
Frente a todo este panorama, el Gobierno nacional no ha adoptado ninguna medida en ningún sentido. En materia de salud, el gobierno de Milei sostiene una política criminal.
El ministro de salud, Mario Russo, un desconocido del gabinete de Milei, no ha efectuado declaraciones frente a la situación. Quien sí habló fue el vocero presidencial, Adorni, quien afirmó que no hay una situación de emergencia y que respecto a la vacuna no está autorizada por la OMS, cuando precisamente la OMS recomendó su utilización para las zonas más complicadas. Además, desde principios de 2023 ya fue autorizada por la Anmat.
El gobierno ni siquiera ha convocado al COSEFA (Consejo Federal de Salud) que reúne a los ministros de todas las provincias y, por lo tanto, la posibilidad de articular alguna acción entre las diferentes jurisdicciones, mucho menos entre los países de la región.
La política de ajuste criminal al sistema de salud del Gobierno nacional y todos los gobiernos provinciales significa personal escaso, salarios a la baja, falta de insumos y ausencia de testeos, entre una población que sumaría millones con los que están infectados asintomáticos o no registrados.
No se quiere incorporar la vacuna al calendario (Brasil ya lo ha hecho para las regiones más comprometidas) frente al altar del déficit cero que le demandan los capitalistas y el FMI; no se aumenta el presupuesto de salud para ampliar las salas y las camas de internación, ni se incorpora mayor canntidad de personal elevando los salarios al nivel del costo de la canasta familiar, para que se puedan atender todas las patologías y tener personal en condiciones de atender todas las demandas de salud de la población. Es imprescindible la incorporación de miles de agentes sanitarios que actúen en los barrios para instruir a la población en la limpieza y el descacharreo.
En las condiciones del capitalismo decadente, que Milei encarna crudamente, la vida de los trabajadores y de todos los pobres están en peligro. Por eso, la denuncia de la política oficial frente a esta epidemia es una cuestión central, como lo es el salario, el trabajo o las jubilaciones, y forma parte de la lucha para terminar con este gobierno y régimen social.