El segundo default de Caputo-Milei desata otra devaluación del peso

Escribe Jorge Altamira

La cesantía de Caputo, en el candelero.

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El intento del Gobierno de acelerar aun más su política de ajuste contra trabajadores y jubilados ha chocado contra un muro inesperado. Las asociaciones de bancos han rechazado la pretensión del Gobierno para que canjeen sus créditos al Banco Central -las Lebaq- por bonos del Tesoro nacional. Los banqueros ven en la propuesta de Caputo y Bausili varios perjuicios para sus negocios. El primero es que perderían un seguro que les garantiza la compra inmediata de los bonos a su precio de emisión, por parte del Banco Central. Este es precisamente el propósito del Gobierno para no seguir emitiendo pesos a cambio de esos bonos, que vencen en 2025. Adicionalmente, expresan su desconfianza en los bonos del Tesoro, que han crecido en el equivalente a 70.000 millones de dólares, desde que Milei juró ante el Congreso. El crecimiento descomunal de la deuda pública, cuya mayor parte se encuentra en los bancos, siembra la preocupación por un default. Como el canje que quiere el Gobierno es compulsivo, los banqueros temen que lo mismo ocurra con los bonos del Tesoro cuando quede en evidencia que el Gobierno no puede pagarlos.

Orlando Ferreres, quien fue viceministro de Menem y titular de una consultora importante, calificó enseguida al canje como “un Plan Bonex”. La denominación refiere a otro canje en los 90, cuando el Estado dilató el plazo del pago de la deuda pública en forma compulsiva. Se trata, sin duda, de un default, porque es un repudio a las condiciones establecidas en la emisión del bono. Sería el segundo default del nada menos que el "libertario" Milei, que ha jurado por los evangelios y la torah el respeto a la seguridad jurídica del capital. Siembra la desconfianza en los inversores que han sido llamados a participar del RIGI, el Régimen de Grandes Inversiones. Caputo recae además en una reincidencia, porque hace dos meses hizo lo mismo con las empresas energéticas, a las cuales les pagó no con dinero, sino con un bono, a la mitad del valor. Los pulpos de la energía denunciaron la operación como un default. Este segundo default de Caputo ha disparado la cotización del dólar y derrumbado la cotización de la deuda del Tesoro. A nivel internacional, asistimos al segundo nocaut de los bancos a un Gobierno: la exprimera ministra de Gran Bretaña fue volteada por la Bolsa de Londres en 45 días, cuando los banqueros advirtieron que una reducción de impuestos del Gobierno iba a ser compensada con un incremento espectacular de la deuda pública. El personaje en cuestión, Liz Truss, fue una de las primeras en declararse fan de Milei cuando este ganó el ballotage. Quienes dicen que “la rebeldía ha pasado de la izquierda a la derecha”, deberán agregar esta otra novedad: que el sujeto rebelde ahora son los banqueros.

La cosa se complica políticamente porque una cesantía de Caputo dejaría en cueros al presidente y al vicepresidente del Banco Central, que integran la camarilla íntima de Milei. Un despido de este dúo podría ser un jaque mate autoinflingido para Milei. Como lo señaló un financista Caputo agotó sus cartuchos, después de vaciar la recámara.

Caputo y los paladares negros del Banco Central han informado que luego de este canje-default, pretenden que la emisión monetaria del Banco Central -por ejemplo, si compra dólares- sea absorbida por una cuenta regulatoria del Tesoro, ya no del Banco Central, aunque el dinero sería depositado en el Central. Este gambito responde al propósito de que el Estado que acaba de violentar las garantías sea garante de una deuda que debería pagar el Estado. El manoseo financiero es impresionante. La deuda pública impagable seguirá, mientras tanto, su curva ascendente, aumentando el gasto y el déficit público. Milei ya ha advertido este problema, por lo que anunció un ajuste fiscal todavía mayor, algo inútil debido a la caída de la recaudación impositiva. En definitiva, ante la muerte clínica del plan oficial, Argentina enfrenta una nueva devaluación. El equilibrio macroeconómico de Milei se ha convertido en un castillo de naipes.

Este default parcial desarrollará una crisis política que afectará al escenario en su conjunto.

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