CCK, arte y política: la avanzada oficial

Escribe Sergio Escalas

Tiempo de lectura: 3 minutos

A partir de una entrevista realizada por Clarín (2/7) a Valeria Ambrosio, directora nacional del Centro Cultural Kirchner (CCK), se verifican diversas definiciones que marcan una continuidad en el ataque del gobierno de Milei sobre las actividades culturales.

Por empezar, se destaca el ajuste que se hace caer sobre el CCK, ya que el instituto cuenta con el mismo presupuesto que el espacio tuvo en 2023 y con los recursos disponibles, incluidos los trabajadores que se desempeñan en el lugar en montaje, iluminación, sonido, curaduría y otros rubros. “Este año es así, nos tenemos que arreglar con el mismo presupuesto y de hecho lo estamos haciendo, afilando el lápiz claro está, pero como tenemos mucho ejercicio en sacar agua de las piedras, lo sacamos adelante”, señaló Ambrosio. A confesión de parte, relevo de prueba.

Un dato por destacar es que en los días que no abre el Centro alquila sus instalaciones. “Tenemos muchos pedidos, pero actualmente sólo es por los días en que no abrimos las puertas (de miércoles a domingos)”, señala la directora. El Centro Cultural ha recaudado hasta comienzos de junio 450 millones de pesos, aunque los ingresos no quedan en una cuenta propia, sino que ingresan a Rentas Generales, otra instancia en la que se decide el destino de los recursos. En ese mismo sentido, el Secretario de Cultura, Leonardo Cifelli, de quien depende el Centro Cultural, confirmó que se alquilan las instalaciones de Tecnópolis. Esto, que se presenta como una fuente más de ingresos, se demuestra en la práctica con un objetivo privatizador, situación que cuenta con el antecedente de la avanzada oficial contra los museos.

Al inicio de su gestión, Valeria Ambrosio decidió buscar un lema unificador. Así nació “Hacia la vanguardia” con propuestas temáticas cada mes. Arrancó con “el amor” y por eso le pidió al escultor Alejandro Marmo un corazón que se iluminara, hecho con los materiales descartables y desechos que el artista, cercano al papa Francisco, usualmente trabaja. El corazón quedó emplazado en la Planta Baja del Centro Cultural, sobre el lado derecho del edificio que da hacia calle Bouchard. Es una escultura que invita al público a dejar mensajes (en un principio fueron cintitas), de modo que se fue transformando en otra cosa. Lejos de las expresiones que estas propuestas estéticas representan, no se recoge una sola palabra de Ambrosio en la entrevista (ni en otras) sobre los despidos que se desplegaron a mansalva encima de los organismos públicos, dejando a miles y miles de estatales en la calle. En ese sentido, en abril ATE Cultura realizó un festival en la explanada del CCK que reunió a unas 20.000 personas, siendo que días antes, frente a la lucha de los trabajadores despedidos con las iniciativas de ingresos colectivos, las autoridades cerraron el acceso al público, a la vez que se realizaba una asamblea en la explanada.

En relación al perfil del CCK durante los años del kirchnerismo, Ambrosio resaltó que “un espacio cultural no debe tener un sesgo de militancia. Hacer arte es de por sí hacer cultura y la cultura es hacer política, en el sentido de la polis, y tiene que ver con el pueblo que somos nosotros. La diferencia es el sesgo hacia un partido. Pero eso no va a existir acá. Se sale adelante trabajando todos juntos y en esta gestión creemos que hay que estar unidos”. Un discurso que presenta al arte y la cultura desde un punto de vista pretendidamente aséptico y neutro, al servicio de la alienación capitalista que margina a las masas del acceso al entretenimiento y el derecho al ocio.

Como dijo André Breton en el Manifiesto por un Arte Independiente: “¡Toda libertad en el arte!”, pero a esa libertad y a nuestros derechos únicamente los podemos conquistar y defender autoconvocándonos y organizándonos, impulsando la lucha por un salario para escritores, artistas y trabajadores de la cultura que cubra la canasta familiar, junto a una jubilación nacional para los escritores y artistas de todas las ramas y disciplinas.

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