El Congreso encubre la visita a los genocidas

Escribe Marcelo Ramal

Tenemos que salir a la calle como cuando quebramos el 2x1.

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La caída de la sesión de Diputados de este miércoles estuvo signada por varios desplantes, peleas y faltazos. Pero su resultado fue claro: la ausencia de quórum fue un encubrimiento de la visita de diputados libertarios a los genocidas que están el penal de Ezeiza.

Esa visita no fue protocolar. Es parte de una operación judicial y parlamentaria con el propósito “de mínima” de lograr la prisión domiciliaria de los represores, y de “máxima”, reformar la legislación penal para que se consideren prescriptas las causas en su contra. En torno de estas cuestiones, han venido realizándose reuniones y contactos entre los diputados ligados a la vice Villarruel, los abogados de los genocidas y ex camaristas del Poder Judicial.

Para el caso en que tuviera lugar la sesión, el oficialismo manejaba un proyecto de declaración que reafirmara los “ideales” de “memoria, verdad y justicia” de un modo difuso y como cada cual los entienda, de modo de alcanzar una mayoría y enterrar los cuestionamientos a los diputados visitantes del penal de Ezeiza. El kirchnerismo y la izquierda propugnaban como alternativa la formación de una comisión investigadora. El macrismo, por su parte, guardaba la carta de mandar la cuestión a una comisión de la Cámara, una variante más indolora de archivar el punto.

Como quiera que fuere, la sesión se cayó por la ausencia del bloque de rejuntes que preside Pichetto, el cual, en un comunicado posterior, justificó el faltazo en nombre de su negativa a tratar “temas identitarios”. El kirchnerismo tampoco dio quórum. En su caso, el fracaso de la jornada parlamentaria le evitó un debate sobre el escándalo de Fabiola Yañez, el cual pensaba enfrentar con el mismo método del oficialismo libertario: los ex amigos de Alberto habían redactado una declaración de “preocupación” por las denuncias de Fabiola.

El periodismo interpretó la actitud de Pichetto como un desplante al oficialismo. Pero la caída de la sesión le ahorró al gobierno una deliberación y un desenlace en relación al tema de los genocidas “anfitriones”. Aunque el grupo de diputados que fueron a visitarlos son afines a Villarruel, la más sonora de los mileistas, Lilia Lemoine, reivindicó en las últimas horas a la incursión en la cárcel de Ezeiza, calificándola como una “visita humanitaria”.

El bloque parlamentario de Pichetto, Monzó, Massot, Stolbizer y otros viene protagonizando choques con el gobierno en torno de un eje definido: el aparato estatal de seguridad e inteligencia. Por lo pronto, la decisión de boicotear la sesión de este miércoles fue precipitada por la actitud del mileísmo de dejar a Emilio Monzó fuera de la bicameral de Inteligencia. En estas horas, “Hacemos” se apresta a hacer frente único con el kirchnerismo para promover la caída del DNU que dispone la entrega de 100.000 millones para los gastos reservados de la SIDE.

El gobierno, por su parte, está fogoneando la reforma de la Ley de Seguridad Interior, para habilitar la intervención de las Fuerzas Armadas en nombre del “terrorismo”, un mote que, en ocasión de las marchas contra la Ley Bases, fue empleado para justificar la detención de manifestantes y militantes. Pero incluso si esa injerencia interior no prosperara, la agenda de la “revalorización” de las Fuerzas Armadas está asociada al rearme de equipamiento que reclaman las camarillas castrenses, y que las conecta a las apetencias del Pentágono y la OTAN en relación a la región y al Atlántico sur.

En este cuadro, la cuestión de los genocidas condenados no se circunscribe al destino de los octogenarios alojada en el penal de Ezeiza. El montaje de un Estado policial y un “nuevo rol” para las Fuerzas Armadas exige un nuevo cuerpo de garantías jurídicas -una señal. Los partidos de la burguesía no rechazan la militarización, sólo desconfían que tenga lugar como coto cerrado de las camarillas libertarias.

La precaria “coalición del ajuste” que votó la Ley Bases y el paquete fiscal discute ahora su lugar en el régimen político. Milei-Caputo-Sturzenegger no tienen interés en cogobernar o someter a deliberación las monumentales contradicciones que enfrentan, ni siquiera con sus aliados.

Con la agenda de la militarización y de los servicios puesta por delante, la oposición dialoguista ha decidido no hacer olas con la cuestión del penal de Ezeiza. El kirchnerismo se ha servido de ella sólo para reivindicar a la “memoria”, sin ligarla a la construcción del presente Estado policial.

La denuncia y la lucha contra el régimen de servicios y sus cómplices se encuentra a la orden del día.

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