Escribe Sebastián Chirino
Musk acude a rompehuelgas con el apoyo de la UE.
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El 27 de octubre del 2023 se inició un conflicto en 10 talleres de Tesla de siete ciudades de Suecia que derivó en una huelga de la IF, sindicato que abarca todas las ramas industriales metalúrgicas. El motivo radicaba en la negativa del dueño de la empresa, Elon Musk, a firmar un convenio colectivo de trabajo para unos 130 mecánicos. La huelga de la IF recogió la solidaridad de un número importante de sindicatos locales y de otros países nórdicos como Dinamarca y Noruega.
A la fecha, el conflicto está cumpliendo once meses y parece no haber en el horizonte una resolución. La intransigencia de principios por parte de Musk a cualquier forma de organización sindical significa un cuestionamiento a un modelo de mercado laboral casi único. “Allí las condiciones laborales de los trabajadores, como el salario mínimo o las horas de jornada no están reguladas por ley, sino que son los sindicatos y las empresas o patronales las que las negocian en cada sector. Durante décadas fue un modelo muy efectivo, defienden los sindicatos, ya que flexibiliza el marco laboral y permite adaptarlo a la realidad de cada momento sin necesidad de negociar modificaciones legislativas en el parlamento” (eldiario.es 26/4). Es decir que los convenios, hasta el momento, garantizaban una “paz social” casi sin intervención del Estado.
La burocracia sindical sueca está en tensión porque Tesla ha puesto en crisis el estatus quo: “Esto es importante porque está en juego todo el modelo sueco”, afirmó el presidente del sindicato de transportistas, uno de los primeros en sumarse a la acción de IF Metall contra Tesla, en la que hay un total de nueve organizaciones de trabajadores involucradas.” (Idem). La burocracia de la IF no ha tenido inconvenientes en sumar la solidaridad de otros sindicatos, locales y foráneos, pero le ha sido difícil sumar a la totalidad de los 130 mecánicos por los que se desató el conflicto; la adhesión de los mecánicos a la huelga osciló entre un 50 y un 40 %. La IF Metal, no está a la cabeza de un conflicto sindical sino de la defensa del régimen político, social y económico sueco en particular y nórdico en general.
El conflicto ha recorrido varias etapas. La principal acción de la IF Metal fue la huelga relativa de los mecánicos, los boicot de los gremios que brindan servicios a Tesla, piquetes de agitación, inclusive durante el duro invierno nórdico, la solidaridad de sindicatos internacionales y una propaganda sistemática contra la politica antisindical de Musk.
Por parte de Tesla la estrategia se mantuvo en la intransigencia absoluta (ha rechazado la “sugerencia”, de importantes inversores nórdicos, de colaborar con los sindicatos) resistiendo el boicot, incluso a costa de pérdidas económicas, al aumento de la explotación de sus empleados en la filial sueca (para sortear el boicot de los recolectores de basura, los empleados son obligados a llevarse los residuos a sus casas) y a exaltar la propaganda “ambientalista y sostenible” de la empresa productora de vehículos eléctricos.
El empantamiento del conflicto, a casi un año del inicio de la huelga, significa por el momento un punto a favor de Tesla, principalmente porque sostiene sus posiciones en un importante mercado para sus productos recibiendo importantes beneficios del Estado sueco, que fomenta el recambio total del parque automotor hacia los vehículos eléctricos. En el marco de este empantanamiento, el magnate sudafricano ha dado un paso adelante con una herramienta antiobrera clásica: acudir a rompehuelgas internacionales. “Desde febrero, acogiéndose a las normas de la Unión Europea sobre trabajadores desplazados, Tesla ha contratado a trabajadores de Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal y Suiza. No se trata sólo de un nuevo mínimo para Suecia, sino también para la UE. El trabajo desplazado es frecuente en la construcción, no sin polémica. Suecia estuvo en el centro del caso Laval, que acabó ante el Tribunal de Justicia de la UE. La sentencia debilitó a los sindicatos, y el difunto Brian Bercusson señaló que «los fantasmas doctrinales del siglo XIX sobre el predominio de las libertades de mercado, revisados hace tiempo... han vuelto para acosar [a la] UE». El acuerdo de Saltsjöbaden de 1938 es la piedra angular de las relaciones laborales suecas. El «espíritu de Saltsjöbaden» redujo considerablemente la frecuencia de las huelgas y los cierres patronales, que habían sido precedidos por el recurso habitual a tácticas rompehuelgas por parte de los empresarios. Estos son los «fantasmas» de Bercusson, y Tesla los ha invocado de nuevo.” (sinpermiso.info 8/9)
La ofensiva antisindical de Tesla en Suecia se enmarca en un episodio clave de la guerra comercial que sostiene la UE con China. Desde julio “los vehículos eléctricos fabricados en China tendrán que pagar al entrar en la UE unos aranceles que van del 17,4 % hasta el 37,6 %, que se suman al que ya existe de un 10 %. Es la mayor medida de defensa comercial que ha adoptado la Unión hasta ahora y, por el momento, estará vigente durante cuatro meses.” (elpais.com 4/7). Esta medida se ejecuta porque la UE considera los subsidios estatales chinos “una competencia injusta que distorsiona un mercado clave para el futuro de la automoción.” (elpais.com 20/8). Sin embargo, Tesla, que usufructúa parte de esos subsidios del Estado chino, tiene un arancel diferencial a la baja por parte de la UE.
A casi un año del inicio de la huelga, por el momento Tesla rompe el “modelo” sueco con la UE como su base de apoyo.