Todos a la marcha del 2 de octubre contra los salarios de pobreza y en defensa de la Universidad pública

Escribe Patricia Lambruschini

Tiempo de lectura: 2 minutos

En las vísperas de la segunda marcha nacional educativa del miércoles 2, el gobierno ha lanzado un nuevo ataque a los trabajadores de la universidad al sostener que “no existe pobreza entre estos sectores”. Para justificar esa afirmación falsa ha puesto como ejemplo el salario de los Profesores Titulares con dedicación exclusiva, la máxima categoría del escalafón docente, que apenas alcanza el costo de la canasta familiar. El gobierno sin embargo afirma que todos los docentes ganan salarios que superan el costo de una “canasta básica total” que calcula en $300.000 por adulto, una cifra absurda.

Pero lo cierto es que, la mayoría de los docentes universitarios tiene cargos de Ayudante y Jefe de Trabajos Prácticos, que son los de menor jerarquía. A su vez, las dedicaciones exclusivas (40 hs. semanales) están en vías de extinción en las universidades nacionales, donde priman las dedicaciones simples (10 hs). Durante las últimas décadas, se ha producido un achatamiento del escalafón y las dedicaciones horarias que, sumado al derrumbe salarial inédito, ha llevado a que más de la mitad de los docentes universitarios se encuentra hoy bajo de la línea de pobreza. Lo mismo sucede con la mayoría de los trabajadores no docentes. La situación de los docentes preuniversitarios es todavía más grave. En los colegios de la UBA, por ejemplo, cobran casi un 30% menos que el resto de los docentes de nivel medio en CABA.

La miseria salarial creciente está llevando a que algunos docentes abandonen sus cargos para buscar otros trabajos que les permitan sobrevivir. En varias facultades de la UBA, este fenómeno se ha acentuado en los últimos meses.

A esto hay que agregar la reducción del presupuesto para becas e investigación. Mientras la pobreza se agrava entre los estudiantes universitarios (muchos de los cuales tienen empleos precarios o lo han perdido recientemente), las becas de estudio se recortan. Tampoco hay plata para becas y proyectos de investigación. Se han paralizado trabajos de varios años por falta de recursos y no hay financiamiento para impulsar nuevos proyectos.

La situación es tan grave, que hasta los propios rectores del CIN, que pactaron con el gobierno luego de la marcha del 23 de abril, se han visto forzados a convocar a una segunda movilización. El Rector y el Vicerrector de la UBA han dejado en claro en entrevistas recientes cuál es la orientación de las autoridades: presionar para que los diputados “voten bien” en caso de que Milei vete la ley de financiamiento universitario.

Pero, incluso si la ley se mantuviera o llegara aplicarse (algo poco probable), sólo tendría vigencia hasta fin de año. El proyecto de Presupuesto 2025 promete profundizar todavía más la asfixia presupuestaria y salarial de las universidades públicas. El gobierno también ha amenazado en estos días con provincializar la educación superior. Es decir, avanzar a fondo en la destrucción del sistema universitario y científico, mediante un vaciamiento creciente, que abone el terreno de la privatización educativa.

Pero esta senda de liquidación no puede enfrentarse depositando expectativas en los mismos legisladores que han acompañado la Ley Bases, la reforma laboral e incluso el veto del aumento jubilatorio. La defensa de la universidad y la ciencia depende enteramente de la organización de docentes, estudiantes y no-docentes, en unidad con el resto de los trabajadores.

El 2 de octubre llenemos las calles de todo el país para que se hagan sentir nuestros reclamos.

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