Escribe Olga Cristóbal
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A los siete países enemigos que Benjamín Netanyahu nombró como el ´eje del mal´ y calificó de objetivos militares del sionismo antes de que su ejército ingresara a El Líbano, hay que agregar las Naciones Unidas. Israel este viernes atacó por tercer día consecutivo a los cascos azules de Naciones Unidas (Unifil) en el sur del Líbano.
La ONU dijo que tanques israelíes irrumpieron en su base el domingo, las últimas acusaciones de violaciones israelíes contra las fuerzas de mantenimiento de la paz, que han sido condenadas por Hezbollah y por los aliados de Israel.
El ataque fue al comando de la fuerza internacional, que se halla en la zona ocupada por 4 divisiones del ejército sionista (unos 60.000 soldados). Israel ha ampliado las órdenes de evacuación a aproximadamente una cuarta parte del territorio libanés y hay unos 1.200 muertos y más de un millón de desplazados. Los sionistas han arrasado aldeas y convertido las carreteras en polvo. Este lunes ordenó a los residentes de 25 aldeas que evacuen a zonas al norte del río Awali, mientras intensifica sus ataques en la región.
Netanyahu pretende que la fuerza de paz de la ONU se retire hacia el norte, dejándoles un tercio del territorio libre para arrasarlo todo estilo Gaza. Los responsables de Unifil no aceptaron el apriete y la respuesta fueron los bombardeos. Los portavoces militares israelíes dijeron que ellos antes les habían ordenado replegarse y que los atacaron de forma involuntaria. Una “involuntariedad” que se repite.
También el miércoles y el jueves pasados, las tropas israelíes atacaron al contingente de la ONU, que está formado por más de 10.000 efectivos de medio centenar de países y abrieron fuego “deliberadamente” contra la sede y las cámaras de vigilancia del perímetro de la posición hasta inutilizarlas
Mientras, el ejército israelí ha seguido bombardeando de manera intensa zonas densamente pobladas por civiles en la capital libanesa, Beirut.
No parece suficiente. “Los encarnizados combates fronterizos, cuerpo a cuerpo, sugieren que no será fácil ganar”, advierte la CNN. Cuando lsrael lanzó la invasión dijo que cualquier acción sería «limitada» tanto en su alcance geográfico como en su duración. “Pero la realidad sobre el terreno indica que podría estar preparándose para la posibilidad de una guerra mucho mayor”, dice CNN.
Aunque Israel ha asesinado a la plana mayor de Hezbollah e infligió un grave daño a la organización y a la población en general con la masiva explosión de los beepers y walkie-talkies, y los implacables bombardeos, sigue enfrentándose a una feroz resistencia en el sur del Líbano.
El nivel de resistencia de Hezbollah “ha sorprendido a muchos”. “Sobre el papel, el ejército israelí es muy superior a las milicias”. Dispone de armas más sofisticadas, un número significativamente mayor de tropas, mejor inteligencia y aliados más fuertes. Pero fuentes militares sionistas admiten que “estas ventajas no cuentan mucho en el tipo de combate que se libra en las colinas del sur del Líbano, en un terreno abierto y montañoso”.
La organización chiita sigue lanzando cohetes contra Israel con regularidad y algunos proyectiles atravesaron limpiamente los sistemas de defensa antiaérea. El miércoles, dos israelíes murieron por el impacto de un cohete en Kiryat Shmona, a pocos kilómetros de la frontera.
El domingo, un avión no tripulado lanzado desde el sur del Libano, fue capaz de penetrar las defensas aéreas israelíes sin ser detectado y alcanzó la base de la Brigada Golani, una unidad de infantería de elite, a unos 65 kilómetros de la frontera. Golpeó el domingo poco después de las 19 horas, a la hora de la cena, y aunque el ejército no ha revelado ningún detalle, las fotos del lugar dejan claro que el dron alcanzó el comedor de la base. Habría causado por lo menos 4 muertos y 60 heridos, alguno de gravedad. El dron consiguió colarse sin activar los sistemas de alerta. Y no era la primera vez que ocurría.
La represalia israelí el lunes, con bombardeos que llegaron hasta el Norte de El Líbano, causaron una treintena de muertos. Gallant habló con Austin de madrugada y “destacó la seriedad del ataque y la fuerte respuesta que se le dará a Hezbollah” (LN 14/10).
En tanto, el Pentágono dijo el domingo que enviaría tropas estadounidenses a Israel junto con un avanzado sistema antimisiles denominado Defensa Terminal de Área a Gran Altitud.
Daniel Sobelman, experto en seguridad internacional de la Universidad Hebrea de Jerusalén, opina que Hezbollah sigue siendo capaz de atacar: “Es un claro indicio de que está recuperando su equilibrio estratégico y su capacidad operativa.
Si bien el aval a Netanyahu de los israelíes creció con el atentado terrorista con beepers y el asesinato de Nasrallah, un sector importante “no están tan seguros de que entrar en Líbano sea una buena idea”, sobre todo entre los que vivían en el norte de Israel y hace un año están desplazados. Temen que la guerra terrestre dilate el regreso y sea muy mortífera.
Un puñado de jóvenes, como Itamar Greenberg, están dispuestos a ir a la cárcel en protesta contra la guerra. El joven de 18 años es objetor de conciencia, o «refusenik». Greenberg declaró a CNN que se niega a incorporarse al ejército en protesta por la ocupación israelí de Cisjordania, su guerra en Gaza y, más recientemente, su operación en el Líbano.
Desde hace dos semanas, mientras mantiene los bombardeos en el sur de Gaza, Israel lleva a cabo una ofensiva implacable en el norte, donde una decena de personas han muerto en las últimas horas en el ataque a un centro de distribución de comida, en una escuela de la ONU en Nuseirat. Y otros tantos en un centro de desplazados en Deir el Balah. Beit Hanun y Jabalia también fueron bombardeados.
“No queda nada de dos hileras de tiendas de Deir el Balah”, describe la reportera gazatí Ghada Oudah. Las llamas, calcula, tardaron alrededor de dos horas en ser extinguidas: “Ha sido horrible: se han quemado vivos sin que pudieran hacer nada por ellos”.
La ofensiva de este octubre es la tercera tentativa de las tropas israelíes por hacerse con el control del norte de Gaza, donde la resistencia armada encabezada por Hamás no ha logrado ser descabezada.
Las tropas de ocupación sionistas tratan nuevamente de acabar con la indomable resistencia armada palestina mediante una incursión terrestre y aérea en la que, según la ONU, se han producido ya “cientos de muertos”. La zona sigue vedada para la prensa internacional y solo hay “un puñado de reporteros locales que, según aseguran, se han convertido en objetivos para los sionistas también”.
“Parte de la estrategia para someter a los cerca de 400.000 gazatíes que quedan en el norte de la Franja es impedir la llegada de alimentos y otros suministros básicos, por ejemplo, para los hospitales, lo que obliga así a la población a desplazarse hacia el sur. El secretario general de la ONU, António Guterres, ha condenado el “gran número de víctimas civiles en la intensificación de la campaña israelí en el norte de Gaza”.
“Desde el 30 de septiembre, no se ha permitido a Naciones Unidas proporcionar ningún tipo de asistencia, ni siquiera alimentos”, denuncia Lazzarini.
En otro bombardeo este lunes, al menos 18 personas han muerto en una escuela que gestiona la UNRWA en Nuseirat, en el centro de la Franja. “Gaza es un infierno sin fin”, describe Lazzarini en un mensaje en la red social X en el que informa de que la campaña de vacunación de la polio, que iba a llevarse a cabo en las instalaciones desde este lunes, ha tenido que ser suspendida por los daños.