Escribe Aldana González
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En la entrega de los Martín Fierro, al recibir el premio a la trayectoria, Norman Briski dio un encendido discurso que abordó varios temas de la actualidad, pero la cuestión que le valió el repudio de la comunidad sionista argentina fue su defensa de la resistencia palestina.
En todo el mundo hay una operación impulsada por la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA), intensificada desde los ataques del 7 de octubre, para igualar cualquier defensa del pueblo palestino y de crítica al Estado de Israel con “antisemitismo”. Esta es una maniobra pérfida que consiste en utilizar la condena histórica a un genocidio -el holocausto- para justificar y ocultar el cometido actualmente por Israel contra los palestinos.
Producto de esto, muchas de las pocas voces que se atreven a levantarse en contra de esta masacre en marcha son judíos que suponen tener un aval extra para no ser acusados absurdamente como antisemitas. Los judíos antisionistas encabezan las movilizaciones contra el gobierno de Netanyahu en todo el mundo.
Sin embargo, nadie escapa al ataque sionista. Además del repudio cerrado de la comunidad proisraelí, fue efectuada una denuncia penal por parte del abogado de la DAIA, Alejandro Broitman, por presunta “incitación a la violencia colectiva”, algo que había amenazado con hacer Jorge Knoblovits, actual Presidente de la DAIA hace dos días.
Este es el mismo abogado que defiende a cuatro jóvenes que fueron detenidos por jugar al blanco disparando contra gente en situación de calle en abril de este año, como en los tiempos de la Liga Patriótica Argentina. La denuncia, silenciada en los medios masivos, fue contra Michanie Cuan, Cohen Sabban, Samra y Antebi Secc, todos liberticidas vinculados a la DAIA (Cohen Sabban es sobrino del expresidente del organismo quien, además, tuvo numerosas denuncias por acoso sexual).
Este abogado accionó, también, para intentar evitar un recital de Roger Waters, por lo que el intento de censura es un modus operandi.
El asedio Israelí a Gaza -que ya ha violado todas las normas del derecho internacional y ha demostrado no encontrar límites- requiere de la censura y las maniobras sobre la opinión pública mundial para evitar una movilización popular que frene la masacre en curso.