Norman Briski en los “Martín Fierro”: una convocatoria a la rebeldía y la lucha

Escribe Eugenia Cabral

Tiempo de lectura: 3 minutos

La primera entrega de los premios “Martín Fierro Cine y Series - 2024” ha resultado un escenario (valga el juego de palabras) muy politizado, que muestra el temblor subterráneo de las masas reflejado en la actividad artística. Además del discurso del decano de la Facultad de Filosofía y Letras invitado por Benjamín Naishtat al recibir su premio por la película “Puan”, quien expuso sobre la lucha universitaria, se pudo ver una inolvidable intervención de Norman Briski.

Briski recibió anoche un reconocimiento a su trayectoria como actor, dramaturgo y director. Con el inteligente humor que le ha dado fama y ganado simpatías, comenzó hablando en inglés en una parodia de los discursos de recepción del Oscar, para después denunciar que antes de ir a la celebración se había puesto “mucha colonia encima". ¡Mucha colonia! Neocolonia”. Así comenzó su alocución estética y política, en varios tonos de ironía, para prepararles los oídos al público antes del final heroico, demostrando su destreza en la escena teatral y cinematográfica. Según Briski, los temas del discurso le habían sido recomendados por la IA, o sea, la Inteligencia Artificial, que “tradujo” también como “industria argentina”: “Agradece este homenaje, no seas así (…) Primero a los compas que también merecieron este galardón”. Seguidamente, sin mencionar un solo nombre, tal como haría un cómico bajo cualquier régimen dictatorial previniendo la censura, se las arregló para apuntar contra el gobierno nacional encabezado por Javier Milei: “La ficción es una radiografía de la realidad. Nos están afanando la ficción… ¡Nos están afanando la ficción! ¡Está en la Rosada la ficción!”. Tanto puede entenderse con esa frase una crítica al ajuste y desfinanciamiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), como una acusación sobre las mentiras y falsedades del Gobierno acerca de la situación económica en la Argentina.

Prosiguiendo con las supuestas “recomendaciones” de la IA, esta le habría dicho “que hable sobre los entornos, lo que está pasando en el mundo”. Briski, entonces, hizo gala de su pericia combinando sonidos y silencios para sostener la atención del público: “Gaza… Gaza… Gaza… Gaza jamás será vencido. ¡Jamás será vencido Gaza! … ¡No me importa que me aplaudan mucho o poco, pero siento aquí en mi sangre, en mis ancestros, la defensa de un pueblo que está siendo asesinado!”. La habilidad técnica de Briski con el sonido del lenguaje (parte primordial del teatro y del cine) utilizó el adverbio de tiempo ‘jamás’ en un contexto que remite, necesariamente, a la lucha de los combatientes del Hamás palestino. Sin decir, dijo. Eludió la censura, pero habló claramente.

En otro párrafo, rindió homenaje a los creadores, poniendo distancia con la visión capitalista de la industria cinematográfica: “Y ahora sí, saludos a los héroes del cine, porque siempre se piensa que somos una industria y no lo somos. Somos héroes de este trabajo tan hermoso”. Enumeró casi disparatadamente a esos héroes: “Pino Solanas… Cantinflas… Hugo del Carril”, pero deslizó un título muy comprometido: “La batalla de Argelia”. Es casi seguro que haya dicho Argelia en vez de Argel, para referirse como si fuera ingenuamente al título de la película dirigida por Gillo Pontecorvo (1966) que trata sobre la guerra anticolonial de los argelinos, liderados por el Frente de Liberación Nacional, entre 1954 y 1962, contra la ocupación colonial francesa, introductora de métodos de tortura. Otra insinuación aparentemente candorosa, pero llena de sentido político. Entonces emprendió una jugada maestra para desconcertar y al mismo tiempo expresar una posición, diciendo “¡Eva Perón! ¡Sí, Eva Perón!”, aludiendo a sus comienzos como actriz y como figura histórica reivindicada por la clase obrera. Podría haber sido un gesto acomodaticio con la audiencia prokirchnerista que lo escuchaba, pero no, porque completó el homenaje exclamando “Saludo a todas las luchas, tendríamos que estar junto a todas las luchas”, y evocó figuras arquetípicas: Norma Plá (jubilados), Nora Cortiñas (derechos humanos). A seguido, volvió a jugar con las palabras diciendo “y yo saludo, saludo, saludo a la comida que falta”, para referirse al hambre que está asediando los hogares del pueblo.

El cierre fue un prodigio de significados concentrados, como en cápsulas, mediante ironías que llevan a la proclama revolucionaria: “Inversiones, se necesitan inversiones, sin inversiones no se puede hacer absolutamente nada…

Las inversiones vendrán de la rebeldía, o seremos nada. ¡A filmar, a filmar, a filmar, hasta enterrarlos en el mar!”. Había parafraseando el poema de Rafael Alberti que dice “A galopar, a galopar, a galopar, / hasta enterrarlos en el mar!, que se escribió bajo la dictadura franquista en España, para decir que el cine debe buscar la forma de hacer películas de contenido político a fin de luchar contra todos los ataques económicos y políticos que este gobierno y este régimen descargan sobre las espaldas populares.

Norman Briski ha dado ejemplo con su original, imaginativo discurso, de que ninguna previsión de censura por parte del gobierno Milei-Villarroel-Bullrich y sus socios puede frenar la voluntad de lucha, si realmente se quiere luchar contra la guerra, la miseria y la ignorancia. A Briski no lo frenó ni el cuidado de la propia imagen de ganador de un premio, ni los mohines estupefactos de Brandoni, Francella, Goity, Susana Giménez y varios más, ni fue complaciente con Duplaá o con Sbaraglia. Briski decidió no adaptarse a ninguna versión del capitalismo, por el contrario, convocó a la rebeldía y a la lucha. Es una referencia muy importante sobre cómo actuar en esta época.

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