Escribe Emiliano Fabris
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Las CTA han convocado finalmente a una “jornada federal de lucha” para el 5 de diciembre en Plaza de Mayo. La consigna que preside la marcha es “La patria no se vende” y “por una Argentina sin hambre, con paz, justicia social y soberanía”, de cuño nacionalista, carece de las más elementales reivindicaciones de la clase. La convocatoria no ha sido preparada ni resuelta por alguna deliberación de las bases.
Según Página 12, “participarán de la marcha movimientos sociales, sindicatos, pymes y diversas agrupaciones políticas”, pero omite, interesadamente, a los intendentes. La participación de sectores patronales pone de manifiesto su carácter de colaboración de clases, no una agenda precisa de reclamos obreros, que brillan por su ausencia. La marcha ha sido difundida a partir de encuentros con el gobernador Kicillof y los “barones del conurbano”, junto con La Cámpora y funcionarios provinciales como Andrés Larroque. Así ha sido también las reuniones que se hicieron en otros puntos del país, con funcionarios estatales, y los trabajadores y sus luchas completamente ausentes. Otros que serían de la partida es la UTEP de Juan Grabois. La CGT no será convocante; participarían algunos sindicatos como la Unión Obrera Metalúrgica, la Asociación Bancaria, y la Federación de Aceiteros. Sin paro, será una presencia reducida al aparato sindical. El SUTNA ha difundido un encuentro con Cachorro Godoy por esta marcha, pero no difundió una convocatoria por el momento.
El medio Letra P, anuncia que esta jornada ha quedado desdibujada con respecto a la intención original de un paro para el 4 de diciembre, seguida de una movilización federal.
Las CTA vienen anunciado que la marcha será “contra las políticas de Milei” algo que no reflejan en absoluto sus consignas. Tampoco tiene consignas contra la guerra, cuando Milei ha reafirmado su apoyo a las masacres del estado sionista. La cobardía política de la burocracia no tiene límites.
Por sus consignas y método de convocatoria esta marcha es un acto testimonial de tintes electorales, y un cierre miserable de fin de año.