Represión a enfermería frente a la Legislatura recogió el repudio de trabajadores y vecinos

Escriben Silvia Allocati y Leandro Granado

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El día 28 de noviembre, se debatieron en la Legislatura porteña de manera exprés (la sesión duró sólo 2 horas) dos proyectos de ley sobre enfermería. El proyecto oficial, que finalmente fue aprobado por diferencia de un voto, no equipara al personal de enfermería con el resto de los/as profesionales de la carrera hospitalaria (inclusión a la ley 6035), sino que solamente crea un régimen particular que constituiría alguna recomposición salarial. Esto pretende dar por concluido el reclamo histórico de enfermería de contar con los mismos derechos laborales que el resto del equipo de salud. Derechos que les han sido negados históricamente. Con la ley aprobada, el gobierno procura dar por concluido el conflicto cristalizando a perpetuidad la discriminación que ejerce sobre estos/as trabajadores profesionales de la salud.

La jornada se caracterizó por una escasa concurrencia de las bases. El lugar fue copado por aparatos sindicales, que no prepararon la concurrencia con asambleas en los lugares de trabajo, y dirigentes políticos, quienes se encontraban detrás de las vallas de Diagonal Sur. Se escucharon algunas voces que exigían una respuesta urgente a esta situación denunciando la política de ajuste que afecta a los trabajadores de la salud. Por otro lado, detrás de las vallas colocadas sobre Av. De Mayo, se hizo presente el colectivo de autoconvocados. La convocatoria estuvo dividida en esas dos fracciones.

Pasadas las 14 hs., tras conocerse el resultado de las votaciones dentro del recinto, se produjo una expresión de algarabía hasta que, luego de varios minutos, los concurrentes tomaron conocimiento de que la ley aprobada no era la que establecía el pase a la 6035, sino que era la de Macri, Quiros, y sus obsecuentes. De la algarabía, rápidamente se pasó a la decepción y al descontento. El rechazo no se hizo esperar, la represión tampoco. Aparecieron vehículos de asalto y carros hidrantes. Los trabajadores de las oficinas lindantes se asomaron por las ventanas para repudiar la represión.

Esta avanzada contra los trabajadores de enfermería es una señal de complacencia hacía los grandes monopolios de la salud privada que se benefician de la superexplotación laboral (un enfermero/a de planta de un hospital público percibe alrededor de 800 mil pesos) disciplinando a los trabajadores de la salud.

El reconocimiento de enfermería como parte de los equipos de salud será tarea de las y los enfermeros en coordinación con el resto de los trabajadores de la salud, que salen a luchar por sus reivindicaciones, de manera independiente de la burocracia sindical y de los partidos del régimen.

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