Docentes de Tucumán: el verdadero homenaje a la fundación de ATEP es recuperarlo para los docentes

Escribe Raquel Grassino

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El homenaje del 75° aniversario de la Agremiación Tucumana de Educadores Provinciales (ATEP), reunió al secretario general y demás miembros de la comisión directiva con el gobernador y otros funcionarios.

Los discursos y las fotos muestran cuán lejos ha ido la burocracia de ATEP en la integración al Estado y, por consecuencia, el sometimiento de una organización sindical que se constituyó para unir a los docentes para luchar por sus reivindicaciones vitales y tiene una larga historia de lucha.

ATEP (Agremiación Tucumana de Educadores Provinciales), se fundó en noviembre de 1949, por ex integrantes del Sindicato del Magisterio de Tucumán. Era una época en que la mayoría de la docencia no se agrupaba en sindicatos, sino que se colegiaban, de la misma manera que lo hacían los profesionales de la medicina, el derecho y otras disciplinas.

En aquella época se definía la labor docente como un apostolado, dejando de lado la condición de trabajador del docente y en consecuencia sus reclamos y contradicciones con el Estado/patronal o directamente con las patronales en los ámbitos educativos privados.

La fundación de ATEP -auspiciada por el Ministerio de Trabajo y Previsión Social del primer gobierno peronista- fue aprovechado por la docencia, para organizarse en función de reclamos pendientes, como quedó demostrado en ese mismo año, con la elección de delegados en las escuelas y la realización en diciembre del 49 de la primera asamblea plenaria de delegados con el objetivo de lograr la equiparación de los sueldos de los maestros tucumanos con los de la Nación, que cobraban más.

A lo largo de los años subsiguientes ATEP siguió enrolado en el sindicalismo combativo, solo interrumpido por las intervenciones decretadas por la Libertadora en el 55 y la dictadura en el 76, en este caso, asesinando en la propia sede, el mismo 24 de marzo, a quien era su secretario general, Francisco Isauro Arancibia.

Arancibia ocupaba la presidencia de ATEP desde el año 58. Enrolado en el peronismo combativo, le imprimió ese sesgo. Unos de los reclamos centrales fue la lucha por el Estatuto Docente provincial, finalmente logrado en el año 1962 al mismo tiempo que la personería gremial. Fue precisamente ATEP unos de los primeros sindicatos docentes en conquistar su reconocimiento por parte del Estado.

ATEP lideró una de las corrientes del sindicalismo docentes del peronismo combativo nacional y confluyó con la que lideraba Alfredo Bravo, vinculado al Partido Socialista, en la conformación en 1973 de la CTERA, siendo Arancibia el secretario Adjunto de la misma.

ATEP tuvo un rol activo en las luchas que emergieron luego del Cordobazo, que en la provincia se tradujeron en los “tucumanazos”.

Frente a este historial, toda la dirigencia que pasó a dirigir el sindicato luego de la última dictadura se cubrió con la figura de Arancibia y la tradición de lucha de ATEP, pero unos tras otros fueron vaciando al sindicato llevándolo a un terreno de colaboración e integración al Estado provincial.

Hoy, 75 años después, las comisiones directivas burocráticas han violentando todas las conquistas. Los salarios han sido llevado a niveles de pobreza; han vaciado las mejores condiciones pedagógicas con escuelas destruidas y sin presupuesto; la precarización docente es dominante; la participación de los docentes en el gobierno escolar, juntas de clasificación y disciplina ha sido reemplazado por largos años de intervención o con elecciones manipuladas por el gobierno como ocurre ahora; el vaciamiento del organismo de asistencia social con una obra social intervenida y vaciada con cada vez menos prestaciones a sus afiliados; con un sistema de perfeccionamiento transformado en un negociado de cursos que involucran a los gremios y al gobierno.

El acto de homenaje de la burocracia dirigente de ATEP con el gobierno debe ser repudiado. El verdadero homenaje a la fundación de ATEP se tiene que expresar en el reagrupamiento del activismo, retomar las banderas por la cuales se conformó, de unir a la docencia por medio de asambleas, encarar una lucha a fondo para recuperar el salario, las condiciones de trabajo y todos nuestros derechos.

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