El suicidio del jefe de residentes del hospital Güemes de Haedo

Escriben Lucas García y Silvia Allocati

Tiempo de lectura: 2 minutos

Axel Vazquez, médico intensivista y jefe de residentes del Hospital Güemes de la localidad de Haedo, se quitó la vida el pasado jueves 5 frente a su lugar de trabajo.

"Lamentablemente, la salud en general es vista como un negocio y no bajo la perspectiva de derechos. La salud mental está en quiebra. Le agradezco a todos los que se preocuparon e intentaron ayudarme y no lo supe aprovechar. Hasta siempre."

El mensaje que dejó a sus compañeros resuena al punto que no podemos separar su padecimiento de la situación que atraviesa como trabajador de la salud. No resulta tampoco un caso aislado. Los suicidios de trabajadores bajo el peso de las condiciones a las que estamos sometidos se agudizaron desde la asunción del gobierno liberticida de Milei. Por solo tomar el campo de la salud, este es el tercer caso que ha ganado conocimiento público.

Entendemos el suicidio como un hecho social. La sobreexplotación, los bajos salarios y la falta de expectativas a futuro, no son ajenas a este acto de quitarse la vida.

Como fenómeno, el suicidio ocurre ante procesos de ruptura de lazos sociales, y ante la percepción de no ocupar un lugar en la mirada y el deseo del otro. Este desamparo puede producirse por acciones concretas (como un despido), pero principalmente por omisión. Es un “salirse de escena” que no puede separarse del “burn out” laboral, un padecimiento ya explicado en otro artículo.

La feroz demanda de atención a la que estamos sometidos en los hospitales y las condiciones de vida de quienes asisten nos coloca en un rol más cercano a la beneficencia y la administración de la miseria que a la producción de cuidados en salud.

Volvemos en este punto sobre la mirada de Axel Vazquez cuando nombra que la salud es vista como un negocio, y no bajo la perspectiva de derechos. En estos espacios donde las posibilidades de negocios deberían ser nulas, tanto trabajadores como usuarios estamos colocados por el gobierno en el lugar de desecho. Resaltamos la responsabilidad de los gobiernos, en cómo invisibilizan a sus trabajadores. La mirada que tienen no es de un trabajador, sino de un engranaje que solo puede producir riqueza.

Nos negamos a ser ubicados en este lugar y llamamos a la comunidad hospitalaria a la organización y denuncia de nuestra situación. Ante un sistema que solo puede producir muerte, postulamos que se desarrollen acciones de lucha que nos posicionen en un lugar vital y en defensa de nuestra condición humana.

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