Ecuador: un presidente en caída y un correísmo “revitalizado” se enfrentarán en balotaje

Escribe Joaquín Antúnez

Tiempo de lectura: 4 minutos

La primera vuelta en las elecciones generales ecuatorianas ha confirmado las especulaciones que se hacían saber en las encuestas y las calles. La elección presidencial sólo llevaba dos contendientes: Luisa González, del correísta Revolución Ciudadana (RC), y el actual presidente Daniel Noboa, con su sello Movimiento Acción Democrática Nacional (ADN). Este panorama de polarización se trasladó a las otras categorías, aunque con resultados dispares en algunas prefecturas (provincias) para las asambleas regionales. Noboa (44,3 %) y González (43,8 %), que resultaron en un empate técnico al no sacarse más que medio punto de distancia, se verán nuevamente en un balotaje el próximo 13 de abril. La novedad es que, a diferencia de 2023, Noboa se encuentra en caída y González ha dado la sorpresa al superar ampliamente el 33 % que alcanzó en aquella ocasión.

Diferentes encuestas habían ofrecido una resolución en primera vuelta a favor de Noboa, quien hizo su campaña electoral con un eje en la militarización del país y un enfrentamiento con el correísmo. “Ecuador ha elegido cambiar” fue su frase de campaña, que buscaba combinar su carácter de “outsider” y mano dura. Tras ser la sorpresa en las elecciones anticipadas de 2023, en las cuales ganó el derecho a completar el mandato de su antecesor Guillermo Lasso, ahora enfrenta, según varios analistas, un techo en su votación. Noboa ha recibido un duro golpe, acusado de violar la Constitución -que obliga al presidente en funciones a dejar el cargo a su vicepresidente mientras sea candidato- se había jugado a ganar en primera vuelta. Según el analista Leonardo Laso, la votación de Noboa es un techo y no un piso, puesto que hizo del “anticorreísmo” un eje central. Fiel a su perfil, 100.000 policías y militares fueron movilizados para “asegurar el proceso electoral”, más de 10.000 fueron colocados en la frontera con Colombia.

González, por su parte, se ha distanciado de Rafael Correa -exiliado en Bélgica-; ya en 2023 aseguró que un gobierno de RC no sería una reedición del pasado. Con posiciones cercanas a la iglesia y con un perfil de madre soltera de origen campesino, buscó distanciarse de la imagen de magnate de su principal contrincante. Mientras Noboa hizo un esfuerzo por reforzar su “perfil de cambio”, Luisa González ha realizado un guiño al candidato indigenista Leónidas Iza, que obtuvo un 5 % de los votos y se ubicó en 3° lugar. En este marco, el balotaje favorece a la candidata del correísmo.

El eje del proceso electoral ha sido ganado por la crisis de inseguridad. Ecuador ha tenido 731 asesinatos solo en el mes de enero. La jornada electoral dejó como saldo un policía muerto y otro herido en Guayaquil, asociado a un ataque narco. González, que hizo campaña centrada en las barriadas pobres golpeadas por los operativos militares, no propuso otra alternativa, simplemente agregó que lo haría con “justicia social” y respeto a los derechos humanos. En Guayaquil, donde cuaatro adolescentes fueron masacrados por 16 gendarmes de la Fuerza Aérea, González se impuso con el 48 % (vs. 43 % de Noboa) de los votos mientras que en Quito, capital del país, Noboa obtuvo un resultado favorable (48 a 37). Las zonas fronterizas con Perú y las zonas costeras, donde los narcos se disputan el control de los puertos, fueron divididos casi a partes iguales.

Diversos medios, entre los que se enrolan La Nación y Clarín, han señalado que la elección de asambleístas nacionales permitirá un Poder Legislativo menos caótico, puesto que las minorías fueron reducidas al mínimo. Tampoco habrá mayorías, puesto que ADN obtuvo un 43 % de los votos y RC un 40 %. Lo que no comentan los diarios es que ADN es un rejunte de oportunistas y carreristas que se han sumado para darle “músculo político” a un presidente sin militantes ni cuadros que lo precedan. Una derrota en el balotaje abriría un choque en el interior de este movimiento que lo fragmentaría en diversos bloques. El bloque de RC no enfrenta mejores pronósticos, aunque se encuentre contenido por un aparato que responde a un grupo importante de prefectos y alcaldes a lo largo y ancho del país.

La crisis política que enfrenta Ecuador se encuentra instalada en los fundamentos mismos de la organización estatal por la proliferación del narco y las amplias redes de complicidad estatal; así lo han demostrado múltiples investigaciones judiciales. A esto debe sumarse una crisis energética, como consecuencia de las sequías y un aumento de temperaturas desmedido, y la quiebra del Estado. La deuda pública de Ecuador se ubica en el 57 % del PBI según el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) y acarrea una serie de compromisos impagos que lo alejan del acceso al crédito internacional. El FMI accedió a otorgar un rescate financiero de 4.000 millones de dólares que el gobierno de Noboa precisaba para llegar con la naríz fuera del agua a las elecciones; el déficit fiscal alcanza los 5.000 millones de dólares y ha sido reducido a 3.000 millones de dólares por un aumento del IVA y de la gasolina. La pobreza, que el INDEC ecuatoriano sitúa en el 28 %, es un completo dibujo cuando más del 60 % de la población no accede siquiera al salario mínimo de 450 dólares. Las previsiones más optimistas plantean una reducción del PBI cercana al medio punto porcentual.

Un punto central, ausente en el debate electoral, son las deportaciones masivas anunciadas por Donald Trump. Dado que en 2024 más de 6.000 millones de dólares ingresaron como remesas provenientes en su mayoría desde los Estados Unidos, esto representaría un golpe duro a las cuentas estatales. Noboa ha aceptado los envíos de deportados sin chistar, González ha preferido no opinar al respecto.

La segunda vuelta, que tendrá lugar en más de 60 días, promete un proceso explosivo. Las masas ecuatorianas no encontrarán, como en el pasado, una salida a su situación desesperante. Las barriadas más precarias representan los medios, expresan un agotamiento de una población empobrecida y golpeada por los tiroteos cotidianos, así como hastiada por las redadas militares y policiales, donde el caso de los 4 de Guayaquil fue la gota que rebalsó el vaso.

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