Escribe Olga Cristóbal
La guerra permanente: el parlamento sionista ha votado la anexión de Cisjordania.
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El gabinete de guerra israelí se reunió el lunes pasado para decidir la siguiente fase de la invasión a Gaza. Netanyahu y la derecha clerical anunciaron la decisión de proceder a la anexión mediante una nueva ola de bombardeos y asesinatos en el norte de la Franja. Los mandos militares, en especial el comandante del ejército, Eyal Zamir, designado por el mismo Netanyahu hace varios meses, desafió el planteo, que juzgó inviable. De acuerdo a las informaciones recogidas, Zamir argumentó que las tropas regulares se encuentran agotadas por dos años de guerra, que es necesaria una rotación de efectivos y que la anexión exigiría recurrir a la reserva militar en una escala sin antecedentes. El subtexto de esta posición es que la anexión supone un enfrentamiento sin futuro contra una guerrilla permanente. La objeción de Zamir fue denunciada como un intento golpista por los ministros de la derecha clerical, mientras Netanyahu ha exigido la ‘obediencia debida’ o la renuncia al mando. Los ministros de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, y de Finanzas, Bezalel Smotrich, habían exigido hace un par de semanas, que el ejército destruyera totalmente la Ciudad de Gaza y bloqueara sus túneles, a pesar de que la operación significaba la muerte segura de los 50 rehenes reconocidos.
La oficina de Netanyahu filtró que “la decisión está tomada: Israel va a conquistar la Franja de Gaza”. De acuerdo a este plan, unos dos millones de personas serían acantonadas en un campo de concentración en el sur de la Franja. Netanyahu y Trump se han retirado de las negociaciones para un cese del fuego, juzgando que las posiciones de Hamas –el retiro del ejército sionista de Gaza– es completamente inaceptable. En la última reunión de gabinete, Eyal Zamir, había exigido «claridad» sobre el futuro de la guerra, desaconsejando la anexión de Gaza porque «agotaría» al ejército israelí. De acuerdo al diario Haaretz, Zamir no estaría dispuesto a cargar sobre sus hombros con la muerte de los rehenes. “Para conseguir la «guerra eterna» que desea en Gaza, Netanyahu podría estar dispuesto ahora a sacrificarlo”, dice el diario de Tel Aviv. De acuerdo a esta descripción, el ejército se habría metido en un callejón sin salida, cuando en realidad ha sido parte estratégica en la conducción de esta guerra-masacre.
La decisión del gobierno de anexar Gaza, algo completamente previsible, ahora crea incertidumbre en un sector del establishment sionista, que hasta ahora había saludado la masacre mediante una suba constante de la Bolsa de Tel Aviv. En realidad, los crímenes en Gaza han desatado una hostilidad internacional en las altas esferas del capitalismo, debido a la crisis de conjunto que ha provocado la guerra comercial y política, y la posibilidad de una ampliación de la guerra de la OTAN y Rusia, que ha ido más allá de Ucrania. “La presión para exigir el fin de la guerra en Gaza, apunta la BBC (4/8), se propaga en Israel y pasa de las calles a los estamentos de seguridad del país”.
La semana pasada, 30 personalidades israelíes exigieron a la comunidad internacional que aplique “sanciones drásticas” contra Israel hasta que el gobierno ponga fin a la “brutal” campaña militar y ponga en marcha “un alto el fuego permanente” en la franja de Gaza. Firman, entre otros, Avraham Burg, epresidente del Parlamento israelí, un ex fiscal general y Yuval Abraham, periodista que ganó un Oscar por No Other Land (“Ninguna Otra Tierra”), el documental sobre la resistencia de los palestinos en Cisjordania ante la política de expulsión y las agresiones del ejército y los colonos judíos (que este lunes asesinaron a un palestino que trabajó en la película). En las movilizaciones a favor del cese del fuego para liberar a los rehenes, los manifestantes, en su inmensa mayoría sionistas, se refieren a Israel como “genocida”. Avraham Burg, que también presidió durante muchos años la Organización Sionista Mundial, se preguntó en el diario El País “si Israel sigue mereciendo su existencia”.
Otro que de repente reaccionó es David Grossman, uno de los tres grandes escritores israelíes. El escritor anunció “con el corazón roto” que “después de las fotos que había visto y lo que había leído” no tenía dudas de que Israel estaba cometiendo un genocidio. Unos días antes, dos importantes organizaciones de derechos humanos israelíes -B’Tselem y Médicos por los Derechos Humanos- habían acusado frontalmente al gobierno de Netanyahu de genocidio y exigieron a la comunidad internacional que actúe para impedirlo. El domingo 27, 19 antiguos altos cargos de las agencias de inteligencia, del ejército y de la policía publicaron un vídeo dirigido al Gobierno donde advierten que Israel “está perdiendo la seguridad y la identidad”, y exigen a Netanyahu que cierre un acuerdo de alto el fuego que libere a los rehenes. Para concretar un cese del fuego, Hamas exige un retiro incondicional y definitivo del ejército israelí de Gaza. El cese de la anexión de Cisjordania no ocupa un lugar en la agenda. Esto supondría el levantamiento de las propiedades de los colonos sionistas en el territorio ocupado desde 1967.
600 funcionarios de seguridad e inteligencia, incluyendo ex jefes del Mossad, del Shin Bet y el Ejército, sorprendieron al gobierno con una petición pública a Donald Trump, “para que utilice su influencia con el objetivo de forzar a Netanyahu” a finalizar la invasión a la Franja de Gaza. Los antiguos altos mandos dirigen el grupo Comandantes por la Seguridad de Israel (CIS). «¡Detengan la guerra de Gaza! En nombre del CIS, el mayor grupo de antiguos generales del ejército israelí y equivalentes del Mossad, el Shin Bet, la policía y el cuerpo diplomático, les instamos a que pongan fin a la guerra de Gaza. Lo hicieron en el Líbano. Es hora de hacerlo también en Gaza», escribieron.
Firman la carta el ex jefe del Mossad, Tamir Pardo; Ami Ayalon, ex jefe del Shin Bet, el servicio secreto israelí; el ex primer ministro Ehud Barak y el ex ministro de Defensa Moshe Yaalon, entre otros. “Al principio, esta guerra era una guerra justa, una guerra defensiva (sic), pero cuando logramos todos los objetivos militares, dejó de serlo”, afirmó Ayalon. Esos anónimos ‘objetivos militares’ habrían sido el aniquilamiento de Hamas, lo cual no ha ocurrido. El Estado sionista se encuentra embarcado en una expansión que incluye parte del Líbano y el desguace de Siria, lo que podría llevar a una guerra con Turquía. Israel se encuentra implicado en la crisis del Cáucaso, donde apoya el enfrentamiento de Turquía y Azerbaiyán contra Irán y Rusia, con el apoyo de Estados Unidos.
«Desde el punto de vista militar, Hamás está totalmente destruido”, afirmó. “Pero como ideología, está ganando cada vez más poder entre el pueblo palestino, en las calles árabes que nos rodean y en el mundo islámico. La única forma de derrotarlo es presentar un futuro mejor”, aseguró Ayalón, en defensa de un pacifismo que está fuera de lugar en el Medio Oriente. La guerra de Israel contra Irán no ha concluido.
Ante la oposición de los jefes del estado mayor, la oficina de Netanyahu respondió tajante: «Si a Zamir no le parece bien, debe dimitir»: el ejército está listo para acatar las indicaciones del gabinete de guerra. Es lo mismo que ha declarado Mike Huckabee, el embajador de Trump en Jerusalén.