“Así comenzó la cosa”

Escribe Juan Ferro

Sólo para hinchas - Nota 18.

Tiempo de lectura: 4 minutos

Por estas cosas de la vida trabajé varios años en el gremio de la carne y en el ferrocarril. Con el correr del tiempo pude estudiar algo que tienen en común, respecto al deporte, los frigoríficos y los trenes. Dos actividades que llevaron impresos desde sus inicios en Argentina deportes típicos de los ingleses, el golf y el fútbol.

En los grandes frigoríficos y en diversos predios ferroviarios los ingleses instalaron importantes canchas de golf, muchas de ellas aun hoy en perfecto estado. Las mismas estaban destinadas al esparcimiento del sector directivo de las empresas. Ni los trabajadores de la carne ni los ferroviarios tenían acceso a las mismas. En ambos casos, algunos obreros fueron destinados a trabajar de ayudantes de los ingleses que eran responsables directos del parquizado de esas canchas. Después algunos trabajadores comenzaron a hacer de caddies (el que lleva los palos del golf) de los directivos de esas empresas.

El concepto de ese juego de golf de los directivos era de un carácter absolutamente selectivo, era claramente un “esparcimiento de clase”, una impronta que en el golf se mantiene hasta nuestros días. En el frigorífico Swift, de Rosario, estaba terminantemente prohibido para los obreros acercarse a la cancha de golf. En plena dictadura militar fueron despedidos una docena de trabajadores por armar un picado en aquel césped.

En el caso del fútbol, tuvo otro derrotero. A cualquier hincha que se le pregunte cual es el origen del fútbol responderá rápidamente “al fútbol lo inventaron los ingleses”, pero pocos saben que para los ingleses que lo inventaron el origen del fútbol tenía también un rasgo profundamente clasista, pues estaba dedicado a la organización de un esparcimiento de las clases altas de la pujante burguesía inglesa, en pleno desarrollo de sus industrias.

Lo que en principio era un juego de los hijos de los burgueses, empresarios textiles, banqueros y latifundistas, fue derivando, incentivado por algunos grandes patrones, en el armado de equipos de fábricas promocionados y ayudados económicamente por estos patrones que instalaban canchas en las mismas instalaciones de las plantas, compraban las camisetas y competían informalmente, primero en campeonatos organizados internamente por secciones y luego contra otros equipos, incluidos algunos de las propias clases altas. La posibilidad de un juego de participación muy colectiva atrajo a los trabajadores enormemente y, como no podía ser de otra manera, comenzaron a destacarse las habilidades de muchos de ellos.

El profesionalismo en el fútbol no tuvo su origen en la iniciativa de la clase obrera. Lo originó la propia competencia capitalista. Patrones que observaban a obreros de gran destreza futbolística comenzaron a contratarlos para que formaran parte del equipo de fútbol de su fábrica El contrato era una formalidad. La mayoría de ellos ni siquiera realizaba las durísimas jornadas de explotación de los demás obreros y tenían sueldos diferenciados que, con el correr del tiempo, se alejaron completamente del salario mensual de los obreros. "No teníamos un salario establecido, pero hablábamos con el tesorero cuando lo necesitábamos. Puede que pasáramos tres semanas sin cobrar nada... y luego pedíamos 10 libras. Nunca tuvimos ninguna dificultad", explicó Fergus Suter en el Lancashire Daily Post, en 1902. Fergus Suter es considerado el primer futbolista “semi profesional y el origen del comienzo del profesionalismo del fútbol y fue “contratado” por distintas fábricas por su gran destreza.

La actual serie “Juego de caballeros”, que se puede ver en Netflix, desarrolla algo de esta mutación del fútbol: de dejar de ser estrictamente de las clases altas a una apertura impulsada por las propias patronales para defender de una forma poli clasista la “camiseta de la fábrica”. En las grandes textiles de Glasgow surgieron estos equipos que darían origen al profesionalismo en el fútbol con protagonistas salidos de la clase obrera.

Las batallas futbolísticas de ese período tenían un carácter desigual. La mayoría, hijos de empresarios textiles o latifundistas, enfrentaban a equipos de trabajadores, los cuales -con la excepción de dos o tres semi profesionales contratados especialmente- entablaban una competencia físicamente desigual frente a trabajadores con todo tipo de enfermedades profesionales por el trabajo insalubre en las fábricas. Las victorias contra los equipos de los “aristócratas” de los equipos de fábrica eran consideradas pequeñas victorias de clase.

Para la misma época, la histórica frase de Marx, aquella de que la religión es el opio de los pueblos, comenzó a adjudicarse al fútbol - como el “opio de los pueblos”.

Los activistas obreros ingleses querían el club de su fábrica, pero se diferenciaban de los patrones con quienes tenían enormes batallas y frente a los que libraban grandes huelgas para defender sus salarios y sus condiciones de trabajo que se desarrollaban en el marco de una súper explotación donde se trabajaba doce horas diarias de promedio.

Es también entre los trabajadores ingleses que nació otra frase histórica que se aplica hasta hoy: “defender la camiseta de la empresa”, usada con distintos sentidos por las patronales, de un lado, y con un sentido despectivo por el activismo obrero que pelea contra las patronales, del otro.

Recién en 1885, y producto de los grandes “robos” de jugadores de una fábrica a otra, la Federación Inglesa (FA) aceptó legalizar el empleo de futbolistas, aunque con algunas restricciones: tenían que haber nacido o vivido en un radio de 10 kilómetros de la sede del equipo los últimos dos años y no podían jugar en dos conjuntos en una misma temporada, dando el primer paso al profesionalismo en el futbol.

El nacimiento del fútbol profesional se replicó casi de la misma forma en la Argentina. Aunque con un retraso de casi 50 años respecto al inglés, recorrió un camino similar en la fundación de todos los clubes. No es casualidad que el nombre del 50% de los clubes de las Ligas superiores de la AFA sea de origen ferroviario, los que, a su modo, realizaron un proceso de semi -profesionalismo primero y profesionalismo después. El fenómeno además produjo el nacimiento de lo que el inmortal Roberto Fontanarrosa describió como “el semiprofesionalismo del fútbol chacarero”, aunque esto será parte de la siguiente nota.

Hasta la próxima.

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