Ozzy Osbourne (1948-2025)

Escribe Jacyn

Ozzy Osbourne (1948-2025)

Tiempo de lectura: 4 minutos

“Será por eso que aunque yo rezo no creo en el perdón, / sí en el destino que nos arrimó / Fueron las plateadas cruces de Black Sabbath y su resplandor” (Ricardo Iorio)

En el origen de la música pesada, entre las tres bandas que, a fines de la década de los años 60 impusieron una renovación sonora de vasto alcance, se podría decir que Led Zeppelin atrajo a los cultores del blues ´reventado´ y el folk celta; Deep Purple, a los iniciados en la música clásica y amantes de la velocidad; y Black Sabbath... bueno, Black Sabbath inventó el heavy metal.

El icónico cuarteto de Birmingham acaba de perder a su cantante, John “Ozzy” Osbourne. Su característica voz y su poderoso carisma se apagaron definitivamente ayer, a sus 76 años. Sus compañeros de banda -el guitarrista Tony Iommi, el bajista Geezer Butler y el baterista Bill Ward- compartieron un último concierto de la formación original hace apenas tres semanas, en el estadio del Aston Villa, en su ciudad natal. Era la primera vez en veinte años que los cuatro se reunían para celebrar su música. Fue un velorio anticipado y festivo para Osbourne, cuya salud ya era muy frágil. El último concierto fue un evento extraordinario. Además de agotar los tickets, dos millones de personas pagaron el abono por ver la transmisión en vivo. Buena parte de los popes del rock -y no sólo del heavy metal- se dieron cita sobre el escenario para rendir homenaje durante la previa a los cuatro de Birmingham. Esa noche, Osbourne, apoltronado en una silla forrada de cuero negro y formas de murciélago, cantó media docena de temas de su carrera solista y, finalmente, se despidió de su legendaria banda con un breve de set de cuatro canciones. Nadie se quejó. La salud de Osbourne no daba para más. El agradecimiento fue mutuo: los cuatro chicos de Birmingham agradecieron a la multitud haberles permitido vivir una vida soñada; los fans, por esa música áspera y oscura que sirvió a tantos de inspiración y consuelo. Por la talla de los músicos que animaron y organizaron el evento -miembros de Rage Against the Machine, Metallica, Tool, Slayer, Guns & Roses, The Smashing Pumpkins, entre otros- es apenas una muestra simbólica de la influencia enorme de Sabbath y su música hasta el día de hoy.

La familia Osbourne -con sus seis hijos- se hacinaban en dos ambientes de una pequeña casa del distrito de Aston. Birmingham era por entonces una ciudad industrial humeante. Madre y padre trabajaban como operarios. Las expectativas de alcanzar otro destino eran remotas. Sin embargo, el padre guardaba grandes esperanzas para el pequeño John, a pesar de su dislexia y de su intensa vocación de atorrante. “Mi padre siempre pensó que yo haría algo grande: "Tengo una corazonada, John Osbourne", me decía después de unas cuantas cervezas. "O acabas haciendo algo muy especial o acabas en la cárcel". Y tenía razón: antes de cumplir los dieciocho ya estaba en la cárcel”, contó Ozzy en alguna oportunidad. Cuando lo atraparon, el padre se negó a pagar la fianza para darle una lección. Pero no se resignó: en un acto de amor -y algo de timba- sumó su esfuerzo a los ahorros de su hijo y juntos gastaron una pequeña fortuna en comprar un equipo de voces. El bicho de la música le había picado a los 14 años, después de haber escuchado en la radio “She loves you”, de los Beatles. Con ese bagaje, Ozzy comenzó a ofrecerse como cantante a través de un volante que llegó a manos de Iommi, quien lo conocía de la escuela. Desconfiaba de sus aptitudes, pero le dieron una oportunidad. Con la banda formada, publicaron su primer álbum, homónimo, que se convirtió en un clásico indiscutido de la historia del rock. Su ominoso tema de apertura, titulado también “Black Sabbath”, es el himno que definió la estética, el sonido y la lírica de la música metálica. El sonido oscuro y valvular era el eco del entorno fabril de la banda; el misticismo terrorífico que habitaban sus letras eran el punto de fuga de la dura vida del proletariado inglés en la posguerra. Al debut le siguieron ocho discos más. Varios de ellos -Paranoid, Vol. 4, Sabbath Bloody Sabbath, Sabotage, por ejemplo- fueron tremendamente exitosos tanto en materia de ventas como de críticas.

Osbourne salió de Sabbath en 1979, en un estado lamentable por su adicción a la cocaína y al alcohol. Regresaría mucho tiempo después, con buenos resultados artísticos y grandes giras y conciertos. Su renacimiento como solista fue tan inesperado como exitoso. Su segunda esposa, Sharon, se reveló como una manager astuta y cómplice. Colaboraron, además, grandes guitarristas -como Randy Roadhs y Zakk Wylde- para darle forma y dirección musical al proyecto. Sharon y Ozzy lanzaron el Ozzfest, un festival itinerante que reunía anualmente a los grupos más destacados del metal y sus derivados. Una nueva generación conoció además a Ozzy, "el príncipe de las tinieblas", no por su música, sino como el excéntrico padre de familia, un poco tontorrón, que deambulaba en el reality The Osbournes, basado en su vida familiar.

El personaje que acaba de morir, que tantas veces le cantó a la muerte y el Apocalipsis, se despidió de la vida con gratitud y música, siempre música.

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