Villa Itatí y Barrio Azul, víctimas de la negligencia del Estado patronal

Escribe Cheni

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La crisis sanitaria desatada en las villas Azul e Itatí, es el resultado de la política de Kicillof y Berni frente a la crisis sanitaria.

El pico de contagio en estos asentamientos ha sido precedido en el Frigorífico Federal, en los barrios La Paz y la Matera y en la fábrica Cattorini, lo cual convierte a a Quilmes en el municipio más afectado. La catástrofe estaba anunciada.

El gobierno venía desarrollando el Plan Detectar, que pregunta a los vecinos si presentan síntomas de COVID-19, para seleccionar casos sospechosos y eventualmente, en un tercer paso, testearlos. Los vecinos habían organizado piquetes para reclamar testeos y cuidados necesarios.

Cuarenta y ocho horas antes de que la crisis hiciera eclosión, se habían encontrado sólo 13 casos sospechosos. El viernes 22, habían sido desestimados 11 posibles contagios por el test de hisopado, pero los 54 casos ya estaban presentes sin el menor recaudo, y el municipio aseguraba que el barrio ya había sido “testeado”. En definitiva, se desconoce la cantidad de contagiados, y ha quedado en evidencia la inutilidad de limitar el testeo a personas con síntomas establecidos por Kicillof.

El "ghetto" de Berni

La respuesta de la provincia de Buenos Aires es lisa y llanamente criminal. El cercamiento policial del barrio no tiene ningún objetivo sanitario, porque no se trata de un aislamiento preventivo para proceder a testear a la población. El gobierno, en boca de Berni, anticipó que no hará los testeos, sino que se limitará a aislar la zona o los barrios dónde el brote ya haya hecho irrupción. Es decir, que se bloquea la salida e ingreso a la barriada por un tiempo fijado en 15 días pero que en realidad es indeterminado, mientras sus vecinos se siguen contagiando, con la sola intención de que el virus no se difunda.

El virus se desplaza en las villas peligrosamente por los rieles del déficit de infraestructura, el hambre y la salud deteriorada de la población, producto de años y años de vaciamiento. Hay falta de agua, luz y vivienda. Los trabajadores de la salud que participan de las recorridas encuentran tuberculosis, bronquiolitis, alergias y enfermedades de todo tipo.

El ejército promete levantar hospitales precarios (sin el equipamiento completo necesario) o distribuir comida, en un ghetto colocado bajo supervisión policial y de gendarmería.

Testeos masivos ya

Quilmes se ha convertido, aunque sólo por el momento, en uno de los focos de contagios más peligrosos de la provincia, donde ya se anotan muchisímos otros. En el hospital Iriarte, el mayor hospital de la zona, se encuentran infectados los dos directores, tres enfermeras y un médico – una expresión de la precariedad con la que el personal de salud a enfrenta la pandemia. Los trabajadores también reclaman testeos para toda la población hospitalaria.

La posta sanitaria instalada en la Universidad de Quilmes, para casos leves y moderados, corre riesgo de ver sobrepasada su capacidad de atención. Es necesario poner a toda la salud privada bajo el control del estado; en los privados, el testeo cuesta entre ocho mil y quince mil pesos. En el distrito existe una enorme cantidad de clínicas privadas que deben servir a los vecinos – gratuitamente. Los trabajadores de la salud que recorren el barrio necesitan insumos para continuar.

La respuesta de los intendentes de Quilmes y Avellaneda fue crear un comité de crisis, siguiendo los consejos de Perón para cuando no se quiere hacer nada.

Para poner un alto a los contagios, la primera medida debe ser el testeo masivo de todos los vecinos de Villa Itatí y Villa Azul y toda la población quilmeña.

La garantía de una cuarentena no puede quedar en manos de quienes atentan todos los días contra ella, o sea la policía provincial, sino que debe contar con el control activo de los vecinos afectados.

Que el Estado destine todos los elementos necesarios bajo el estricto control de un comité barrial que monitoree el cumplimiento de los reclamos de los vecinos mientras dure la cuarentena. El debate de un programa integral que haga frente a esta catástrofe, repetimos, no vendrá de sus responsables políticos sino de la organización y deliberación de trabajadores y vecinos.

Rechazamos la presencia de Berni y su política en los barrios populares.

Rechazamos que intenten disfrazar de medida sanitaria, lo que nada tiene que ver con ella.

El acordonamiento colectivo de poblaciones pobres es fascismo.

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