Escribe Luisina Montenegro - Secretaria gremial AGD Psicología, Naranja Docentes Universitarios (Tendencia)
Tiempo de lectura: 3 minutos
Ayer se realizó la primera asamblea general de AGD-UBA desde que inició, hace dos meses, la cuarentena. La amplia participación de más de 200 asistentes da cuenta de la enorme necesidad de los docentes de discutir una orientación frente a lo que ha sido convertido en una emergencia educativa. Los informes de los secretarios generales de cada facultad mostraron que en todas las unidades académicas se están desarrollando las cursadas en forma virtual, en medio de un grave deterioro de las condiciones laborales.
Desde la Naranja Tendencia planteamos dos ejes fundamentales. En primer lugar, reclamar la inmediata reapertura de la paritaria, partiendo de un piso no menor al 40% (teniendo en cuenta que con las paritarias de 2018 y 2019 perdimos un 38% contra la inflación). Pusimos de manifiesto también la situación que están viviendo los docentes que cobran la designación simple, menos que una IFE, y la necesidad de una garantía salarial de emergencia igual a la canasta básica.
En segundo lugar, reclamamos la provisión de computadoras y conexión a estudiantes, docentes y no docentes; licencias pagas para personas con familiares a cargo o que formen parte de los grupos de riesgo; el desdoblamiento de las comisiones masivas y establecimiento de un tope de alumnos por curso virtual; respeto del horario laboral y derecho a desconexión. Es muy claro que las cursadas a distancia representan una sobrecarga de trabajo docente, que deben ser reguladas por las paritarias.
La dirección de AGD se pronunció, en cambio, por la oposición cerrada a lo que calificó como “virtualización forzosa” y, por lo tanto, en contra del planteo de luchar por cualquier convenio o protocolo que regule el trabajo docente en esas condiciones – que no se encuentra, por otra parte, en estado de proyecto sino en aplicación. Los docentes, por supuesto, no debemos resignar en ningún momento el principio de la educación presencial, y en cualquier convenio de trabajo la modalidad virtual debe quedar como temporal, con fechas establecidas y sujetas a revisión. Precisamente porque es “forzosa, la virtualización debe estar sujeta a un protocolo convencional y paritario que defiende los derechos docentes y estudiantiles en las condiciones especiales del momento. La virtualidad “voluntaria” no existe como problema, porque lleva implícito el derecho al rechazo. La directiva de AGD ha preferido el propagandismo a la acción, o la pasividad a la lucha.
Es muy difícil, para decir lo menos, hacer una huelga masiva en oposición al método ‘virtual’, diferente es si se trata de imponer nuestras condiciones a una emergencia de carácter colectivo. El planteo de la directiva no es principista sino verborrágico – la defensa de los principios requiere métodos de lucha concretos.
Pero no ésta la única concesión de la directiva al gobierno y el rectorado. A la hora de discutir el salario, propusimos una semana de visibilización de nuestros reclamos, que incluyera: un paro de 24 horas y clases públicas virtuales para debatir con los estudiantes, visibilizar nuestro programa en redes, y asambleas en las facultades. Esta propuesta no sólo fue rechazada por la conducción, que no propuso una sola medida para reclamar por el salario y por condiciones de trabajo. La política de la Conadu (h), el sindicato nacional, hoy francamente cooptado al gobierno, también evita, por todos los medios confrontarlo. La verborragia contra “la virtualización forzosa” es la pantalla de esta inacción.
También llevamos a la asamblea la propuesta de realizar una asamblea de mujeres de cara al 3J y un pronunciamiento contra las sanciones al compañero Daniel Iribarren del Clínicas, perseguido por denunciar la desprotección del personal de salud del hospital. Ambas propuestas fueron aprobadas por la asamblea.
Pero la inquietud salarial y por las condiciones reales de trabajo no van a cesar. Crece entre los docentes la necesidad de un aumento salarial significativo y una regulación del trabajo virtual mientras dure la pandemia, lo que sólo se puede lograr con un plan de lucha y un programa claro. Lo contrario es un abandono de los trabajadores de la UBA a voluntad de las camarillas.
Reapertura ya de las paritarias.
Aumento no menor al 40%.
Garantía salarial de emergencia igual a la canasta básica.
Salario para los ad honorem.
Inmediata regulación del trabajo virtual, por un protocolo temporal, debatido y redactado por los sindicatos docentes.
Plan de lucha con clases publicas virtuales, paro por 24 horas campaña en redes y asambleas en todas las facultades.