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Los diarios de todo el mundo han despedido a Jorge Bergoglio como un “reformador” e incluso como un “revolucionario” dentro de la Iglesia. Su papado estuvo precedido por la aguda crisis del clero católico, atravesado por denuncias de brutales de abusos sexuales y paidofilia en todo el mundo, escándalos financieros y de corrupción y una sensible disminución de su feligresía
Bergoglio se vio encumbrado al frente del Vaticano luego de la inédita renuncia de su antecesor, el alemán Joseph Ratzinger (Benedicto XVI). Eligió su nombre, Francisco, en homenaje a San Francisco de Asís, para resumir sus pretensiones de inaugurar una nueva etapa de ´austeridad´ y cercanía con los pobres. Desde los primeros meses de su papado, Bergoglio/Francisco debió arbitrar en el ´saneamiento´ de las financas vaticanas, caracterizadas como “una selva” por periodistas especializados, para dar cuenta del descontrol y la corruptela reinantes.
Jesuita y peronista, cercano a la ´ortodoxa´ Guardia de Hierro, Bergoglio se ordenó sacerdote en 1969. En 1973, a los 36 años, fue designado al frente de la orden jesuítica. En los años 90 fue promovido por el entonces arzobispo de Buenos Aires, cardenal Antonio Quarracino, caracterizado por su complicidad con la dictadura militar y enemigo recalcitrante de los homosexuales. Bergoglio lo reemplazaría al frente de la diócesis porteña en 1998 y continuaría en esa misma veta ideológica. Enemigo del derecho al aborto y al matrimonio igualitario, protagonizó un incidente destacado, en 2004, cuando despotricó contra una muestra del artista León Ferrari en el Centro Cultural Recoleta, a la que tachó de ´blasfema´, agitó contra ella. Algunos de sus seguidores irrumpieron en la exhibición y atacaron las obras. Entre otras piezas, se exhibía la icónica “La civilización occidental y cristiana” (1965), que representa a Cristo crucificado en una réplica de avión bombardero norteamericano.
Bergoglio asumió al frente de la Iglesia católica con la misión de recomponer su acusada despomposición. Su nombramiento fue inesperado -nunca antes un latinoamericano había llegado al cargo-, aunque su potencia ´renovadora´ no pasó de las palabras. Más que a un revolucionario, el papado de Francisco se asimiló al “gatopardismo”, resumido por el escritor italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa en la máxima “cambiar todo para que nada cambie”.
Al poco tiempo de asumir como Papa, Bergoglio desplazó al entonces secretario de Estado, Tarcisio Bertone, para reponer a los hombres de Ángelo Sodano, cuyo nombre está inevitablemente asociado a los desmanejos y enjuagues del Instituto para las Obras de Religión, IOR, llamado el “banco del Vaticano”. El IOR fue objeto de numerosas denuncias por lavado de dinero proveniente de la mafia y el narcotráfico. El cambio de nombres al frente del banco fue una exigencia del JP Morgan y el Deutsche Bank, como condición para su rescate.
En 2019, Bergoglio-Francisco convocó a un ´histórico´ coloquio para tratar la cuestión de los abusos de menores. Sin embargo, las conclusiones de aquella cumbre apuntaron a sellar su tratamiento interno en la Iglesia, basándose en el derecho canónico. Pidió “perdón” a todas las víctimas, pero Bergoglio estuvo personalmente involucrado en el encubrimiento de varios curas acusados de pedófilos, aunque el caso más resonante fue su apoyo a Julio César Grassi, el monstruo que habitaba la fundación “Felices los niños”. En este caso, promovió la distribución de un pseudoinforme sobre Grassi que repetía las mismas mentiras de sus defensores. Grassi fue condenado finalmente por la justicia penal argentina.
Bergoglio también promovió a los llamados ´curas villeros´ y a los movimientos sociales referenciados en Juan Grabois; el frente entre la UTEP de Grabois, el Movimiento Evita y la CCC era conocido como “los vaticanos”. En el escenario de la crisis capitalista mundial, su ´opción por los pobres´ era enteramente conservadora. Promovía ´la inclusión´ a través de las cooperativas truchas y la socialización de la miseria. Un referente del movimiento de los ´curas villeros´, el padre Pepe, fue un destacado expositor en el Congreso contra el derecho al aborto. Bergoglio se mostró coherente, nuevamente, con su denodada oposición a la Teología de la Liberación en los años 60 y 70 del siglo pasado.
Su estilo demagógico y el desplazamiento de ciertas camarillas le granjearon enemigos ´unltraconservadores´ dentro de la Iglesia. Fuera de esta, algunos ´progres´ se manifestaron ´deslumbrados´ por la inclusión de mujeres en ciertos cargos religiosos, la ´comprensión´ hacia los homosexuales y la aceptación de ´algunos´ divorciados, en el marco de una institución completamente reaccionaria, como si esto pudiera ser considerado seriamente un ´progreso´. El papado de Francisco se caracterizó por abrazar la agenda ´woke´, hoy en crisis frente al ascenso de gobiernos de ultraderecha del tipo Trump y Milei.
Jorge Bergoglio, el papa Francisco, fue un dirigente políticamente hábil y, por lo tanto, un conservador adaptado a los tiempos que corren, al cual se le asignó la misión imposible de recomponer a la Iglesia de su irrecuperable decadencia.