Escribe Aldana González
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La Federación Judicial Argentina (FJA), que reúne a sindicatos judiciales de todo el país, realizó su 56° Congreso Nacional. Lo que llamó la atención fue que su orador principal fue Axel Kiccilof, que no sólo no es trabajador judicial, sino que al ser el gobernador de la provincia de Buenos Aires... es el empleador de gran parte de ellos. Ni Baradel se atrevió a tanto.
El colmo es que esto se da al mismo tiempo en que Kicillof incumple la paritaria que él mismo firmó en febrero con la Asociacion Judicial Bonaerense –que ya de por sí era paupérrima-, al no haber activado la cláusula de monitoreo, ni haber convocado a la reapertura durante el mes corriente, ni a la Mesa Técnica que estaba pactada para marzo para discutir la situación salarial de las categorías más bajas y que estaba todo previsto en el texto firmado.
El acuerdo estableció además:
La propuesta no incluyó aumento retroactivo alguno para la paritaria 2024, lo que llevó los salarios a 22 puntos porcentuales de pérdida con respecto a la inflación –95,8 % de aumento salarial vs. el 117,8 % de inflación–.
Es absurdo también que la negociación salarial de 2025 se discuta sobre la base de los salarios depreciados del mes de noviembre de 2024, sin tener en cuenta el acumulado.
Para tomar dimensión de la miseria, basta con aclarar que el salario del ingresante al Poder Judicial de la provincia apenas supera la canasta familiar de indigencia que solo cubre los alimentos.
Con este muestreo alcanza para dejar sentado que el gobierno de Kicillof está lejos de representar los intereses de los trabajadores y no hay ninguna razón para afiliarse con semejante patronal, que -como buen alumno de Milei- a los docentes de la provincia les descuenta los días de paro.
Este es un escalón más en la sobreexposición obscena de connivencia política de los sindicatos con los gobiernos.
Ya los sindicatos agrupados en la CTA de los Trabajadores habían sacado una declaración de apoyo a Kicillof. Sin embargo, esta militancia explícita ni siquiera es usada para encarar una lucha contra el gobierno de Milei. Por el contrario, como la conclusión de los burócratas nacionales y populares es que el ascenso de la derecha es consecuencia de haber luchado tanto en el pasado, no piensan hacer otra cosa que seguir haciendo la plancha para que todos los gobiernos -de uno y de otro lado- sigan ajustando y pagando deuda externa con la vida de jubilados y trabajadores.
Para encarar una lucha por el salario hay que empezar por autoorganizarse con independencia de toda esta burocracia sindical.