Escribe Federico Cano
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Las trabajadoras y trabajadores de las escuelas privadas atraviesan una situación dramática. Al igual que en numerosas fábricas, las patronales de la educación arancelada están reduciendo masivamente sueldos, recortando horas extracurriculares o avanzando sobre cargos enteros. Muchas instituciones, especialmente jardines, ya han cerrado y sus trabajadores quedaron en la calle. Según lo relevado por Sadop, el sindicato docente nacional de educación privada, en el último cobro, del 7 de mayo, más de diez mil compañeras y compañeros bonaerenses han sufrido algún tipo de rebaja salarial.
Mientras tanto se exige a los docentes una sobreacumulación de tareas que “justifiquen al padre estar pagando una cuota”, argumento extorsivo repetido largamente por los representantes legales. Informes diarios, reuniones constantes y un sistemático gambeteo a las resoluciones oficiales -que los docentes van ganando reglamentariamente en el proceso de virtualización educativa- para poner límites a la exigencia insoportable de diagnósticos, planificaciones, seguimiento de libros de temas virtuales y, aún, las calificaciones numéricas.
Sadop denuncia a las patronales, pero nada ha hecho para organizar a los trabajadores. Ni reuniones de delegados, ni asambleas por institución, sólo administrativos en las escuelas que cerraron o están pulverizando el salario de sus trabajadores. El acta de la reunión entre el sindicato, el Ministerio de Trabajo y las cámaras empresariales de colegios privados -ADEEPRA, AIEPBA, EPEA, FECEABA y CECE- del 22 de mayo pasado ha quedado en el compromiso de “evaluar la situación expresando ambas partes la voluntad de continuar dialogando para la resolución del conflicto”. Es decir, nada. Las patronales se negaron rotundamente a cualquier rebaja en las cuotas. No se dedicó ni un instante de la reunión, además, a evaluar las condiciones de trabajo, especialmente vinculadas con la virtualidad (los docentes de escuelas privadas se encuentran también entre los que no tienen conectividad o infraestructura digital apropiada).
En la provincia de Buenos Aires, 1,6 millones de alumnos están inscriptos en colegios privados. Las cámaras patronales aducen que en territorio bonaerense la mora de las familias en el pago de cuotas oscila entre el 60 y el 70 por ciento. Efectivamente, las familias no pueden afrontar aranceles cada vez más elevados. Muchas familias trabajadoras llevan a sus hijos a institutos privados por distintos motivos, implicados en la destrucción sistemática de la educación pública. En este cuadro, aparece el flagelo de la deserción escolar: según la institución se han registrado caídas de la matrícula de entre un 10 y un 30 por ciento. ¿Dónde se han inscripto esos niños, jóvenes y adultos con las escuelas públicas cerradas y en dificultades para tantos trámites administrativos?
Las cámaras de escuelas privadas están negociando en un extendido tire y afloje con el Ministerio de Educación su inclusión en el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP). Aprobado hace ya varias semanas el subsidio salarial para las escuelas que no reciben subsidios en el pago del salario, la catarata de reclamos de escuelas que sí tienen el salario subsidiado frenó los primeros acuerdos. Se intentó poner el requisito de que la facturación del 2020 no supere la de 2019, pero los dueños alegan irregularidades en su propia contaduría. El Ministerio comenzó, entonces, la elaboración de una base estadística nacional. Lo cierto es que los subsidios provinciales ya los reciben la enorme mayoría de las instituciones arancelas, que van desde el 100 al 40 por ciento para los salarios de planta orgánica.
Las patronales educativas deben abrir sus libros contables urgentemente. Todo colegio privado que cierre o despida debe ser expropiado bajo el sistema provincial, con la efectivización de todos los derechos laborales del Estatuto Docente y las obligaciones reglamentarias de las disposiciones que hoy no cumplen, en la perspectiva de la nacionalización del sistema educativo. Los trabajadores de la educación deberán ser los grandes protagonistas de este programa. Por ello es necesario que los docentes discutamos una salida. Impulsemos asambleas virtuales en todas las escuelas -sin discriminación de afiliación o de no afiliados-, para garantizar la votación de delegados y deliberar un plan de lucha con el conjunto de los sindicatos docentes contra los despidos, las rebajas salariales, la falta de trabajo y los protocolos de enseñanza en la crisis sanitaria.